Nuria Mendoza, profesora del Instituto de Lenguas Modernas
El acceso a la cultura es un derecho universal, reconocido y avalado por la legislación nacional e internacional. Pero la realidad es que no todos tenemos las mismas posibilidades de disfrutar de ella, como por ejemplo de algo tan básico como ver una película. Múltiples factores influyen en las tan diferentes y poco equitativas posibilidades que tenemos unos u otros de acceder a los bienes culturales, siendo algunos de los más visibles el factor económico, el geográfico y el político. Otro factor limitador es el de la falta de accesibilidad existente en relación a los productos culturales que sufren las personas con algún tipo de discapacidad sensorial. En concreto, aquellas personas que son sordas o tienen algún tipo de discapacidad auditiva y las que son ciegas o tienen algún tipo de discapacidad visual. Estas líneas tratan de acercar al lector una de las disciplinas de la Traducción Audiovisual (TAV), la Audiodescripción (AD), cuyo objetivo es contribuir a hacer más accesibles los contenidos culturales a las personas ciegas o con discapacidades visuales.
La TAV es una rama relativamente nueva de los estudios de traducción, ya que en el pasado se asociaba más bien a campos académicos próximos a estudios sobre el cine, en vez de traductológicos. Su característica intrínseca, si la comparamos con la traducción tradicional en la que el canal de comunicación es el escrito, es que la TAV trabaja simultáneamente con al menos dos canales de comunicación, normalmente el auditivo y el visual, que forman el todo de cualquier producto audiovisual.
Las disciplinas más extendidas de la TAV son el subtitulado y el doblaje. La audiodescripción (AD) es otra de ellas, pero suele ser menos conocida como concepto académico y como práctica profesional. España, sin embargo, es uno de los pocos países en el mundo que cuenta con una norma (AENOR: Norma UNE 153020:2005), cuyo objetivo es hacer recomendaciones específicas sobre cómo audiodescribir. Esa norma, en su capítulo segundo, define la audiodescripción como un servicio de apoyo a la comunicación que consiste en el conjunto de técnicas y habilidades aplicadas, con objeto de compensar la carencia de captación de la parte visual contenida en cualquier tipo de mensaje, suministrando una adecuada información sonora que la traduce o explica, de manera que el posible receptor discapacitado visual perciba dicho mensaje como un todo armónico y de la forma más parecida a como lo percibe una persona que ve.
(O dicho de otra forma más simple, audiodescripción es ese señor que a veces se oye por detrás cuando ponemos los Simpsons en la tele… Estoy segura de que alguien estará ahora pensando “¡ahh, sí!”).
La audiodescripción, como una de las disciplinas de la TAV, trabaja con los mismos productos audiovisuales que las demás. Sin duda, el producto audiovisual más conocido es el cine, pero hay muchos más. Los traductores audiovisuales, y en concreto los audiodescriptores, nos encargamos de adaptar, entre otros, películas, series o programas en cualquier formato, obras teatrales y operísticas, espectáculos de danza, obras de arte (entre otras, pinturas, piezas de escultura o arquitectónicas), vídeo juegos y páginas web, partidos de fútbol o cualquier deporte, grandes eventos o galas como la Super Bowl o los Óscar, o incluso sitios de ocio, como parques recreativos del tipo de Disneyland. De forma complementaria, desde el mundo académico, investigamos sobre la creación y revisión de protocolos por conseguir a una estandarización futura que creemos útil y necesaria en la práctica de la audiodescripción.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 200 millones de personas sufren de algún tipo de discapacidad visual, de las cuales 45 millones son ciegas. Un grandísimo porcentaje, aproximadamente el 90%, pertenece a países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Además, se estima que en el futuro se produzca un aumento de las discapacidades visuales en los países desarrollados, teniendo en cuenta que la población está cada vez más envejecida (nuestro país es un buen ejemplo de ello), así como el aumento de enfermedades que pueden afectar a la capacidad visual, como es el caso de la diabetes.
A su vez, según datos de la asociación Discapacitados Otros Ciegos de España (D.O.C.E.), extraídos de la “Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia” del año 2008, en España se estima que más de un millón de personas sufren algún tipo de discapacidad visual, de las que más de 900.000 tienen baja visión y más de 70.000 son ciegas.
Con estos datos en mente y teniendo en cuenta que la concienciación de la lucha por todo tipo de inclusión es afortunadamente cada vez mayor, se puede entender que la audiodescripción sea una de las herramientas existentes que aportan su grano de arena para garantizar el derecho universal al acceso a la cultura, que se convierte en un bien limitado para las personas con baja visión y ciegas.
La audiodescripción fue antes una práctica profesional que un campo de investigación. El inicio de la experiencia investigadora en AD se remonta a aproximadamente cuarenta años atrás. Hoy en día son numerosas las instituciones que investigan para que haya más y mejores audiodescripciones. Todo tipo de estudios sobre AD son necesarios: tanto los descriptivos como los experimentales. Detrás de estos estudios encontramos a numerosos agentes involucrados transversalmente, la mayor parte de ellos expertos en accesibilidad a los medios en una sociedad audiovisual. Nos referimos a colectivos como los profesionales del sector, asociaciones de ciegos, universidades, traductores, ingenieros, cadenas de televisión y organismos de radiodifusión, técnicos de sonido o institutos investigadores, así como también empresas.
El presente y el futuro de la audiodescripción avanza gracias a todos ellos, y gracias a que aglutinan fuerzas y recursos humanos y económicos en la realización de proyectos, sobre todo a nivel europeo, como por ejemplo el “ADLAB PROJECT: Audiodescription. Lifelong Access for the Blind” o el “HBB4ALL: Hybrid Broadcast Broadband For All”, que tienen como meta hacer los productos culturales anteriormente mencionados accesibles para las personas con discapacidades visuales y ciegas, consiguiendo resultados tangibles tanto en el terreno académico como en el profesional.
La lucha por este tipo de inclusión es una lucha común, de todos los que deseen involucrarse. Quizás la mayoría de nosotros no conviva diariamente con una persona ciega en su círculo personal o profesional. Pero pensemos en cambio cuántas personas de cualquier edad conocemos que tienen problemas de visión. De hecho, cualquiera de nosotros puede ser uno de ellos ahora o en el futuro.
En resumen, el objetivo de tantas fuerzas unidas es que la cultura sea más accesible para todos sin discriminación de ningún tipo, y en este caso para los ciegos y las personas con discapacidades visuales, a través de la audiodescripción. Por cierto, concepto que el experto Francisco Javier Navarrete definió de una forma muy bonita al decir que es “el arte de hablar en imágenes”.