Mientras Twitter es una herramienta para el networking y para consumir información entre colegas, Instagram despunta porque ahí están “realmente” los lectores y los ciudadanos, “ahí es donde podemos acercarnos mediante formatos de video, preguntas e interacciones…hay que quitarse todos los prejuicios y bajar al barro de Instagram”.
De ponerse manos a la faena de la divulgación y de pronunciar un discurso propio, alejado de las grandes teorías de la comunicación sabe Marián García, más conocida como Boticaria García, doctora en Farmacia y colaboradora científica en diversos medios de comunicación. Antes de su participación en el II Taller de Periodismo Científico y de Salud en Entornos Multimedia organizado por el profesor Carlos Cachán, de la Facultad de Comunicación y Artes de la Universidad Nebrija, Boticaria García criticó la postura de aquellos que consideran Instagram como “una red de postureo” y contratacó: “Eso es como si alguien afirmara que la televisión es un mal medio para comunicar porque hay programas que son telebasura; en televisión, hay programas buenos y programas malos, así como en Instagram hay perfiles buenos y otros que sí son de postureo”.
La autora de El jamón de york no existe defiende que hay muchos divulgadores científicos y periodistas en Instagram. “Ahí está el reto –señala- como las personas cada vez quieren leer menos y que se lo den todo `mascadito´, tenemos que usar los videos de Instagram Stories. La gente está consumiendo este formato y si no le damos lo que ellos buscan, lo van a buscar en otros perfiles. La decisión está en nuestro tejado”. Como el público no tiene tiempo para detenerse en una información –un ejemplo de esta urgencia es el tiempo de lectura que muchas veces un editor pone al final de una entrada-, Boticaria García apela por elaborar formatos “que sean muy fáciles de consumir y que al lector le cueste poquísimo” sumergirse en ellos. Las herramientas adicionales de Instagram, un carácter disruptivo, el uso de las metáforas y la música pueden, a su juicio, ser “los aditivos” para conformar una marca personal como comunicadores y recibir cada vez más seguidores.
“Colarnos en la vida de la gente”
La clave de estos perfiles como divulgadores, cuyos contenidos son más elevados que la media, reside, en “colarnos un poco en la vida de la gente”. Para ella, solo de esa forma, gracias a redes sociales como Instagram, el periodista tiene la oportunidad de crear esa marca personal porque “si al periodista le va bien, al medio para el que trabaja también le irá bien”. Además, las personas “están más predispuestas a leer y emocionarse con una persona”. Boticaria García enfrentó esta opinión a los que piensan que toda la comunicación debe estar llevada desde las instituciones y desde los organismos y no desde perfiles individuales. “En las redes sociales, las personas siguen a las personas; las personas no siguen a Nike, siguen a Cristiano Ronaldo”, determinó.
Dentro del aula, la divulgadora científica fue mucho más allá. “Para los medios de comunicación, Instagram es el demonio, un agujero negro”, opinó, porque los usuarios de esta red social “quieren que les cuentes todo en Instagram y a los medios de comunicación lo que les interesa es que una información dirija tráfico a su web”. En el II Taller de Periodismo Científico y de Salud en Entornos Multimedia, advirtió a los futuros comunicadores que no compren bajo ningún concepto seguidores y que cuando comenten alguna publicación en Instagram empleen más de cuatro palabras, algo que la red social valora. “Y si tienes menos de 5.000 seguidores, lo mejor es utilizar hashtags poco frecuentes”, añadió.
Texto: Javier Picos. Fotos: Zaida del Río.
Madrid,18 de octubre de 2019






