El yoga, la inteligencia emocional y la atención plena fueron protagonistas durante la segunda jornada de la Semana de la Facultad de Lenguas y Educación de la Universidad Nebrija, programada en el marco de la Semana de la Ciencia y la Innovación de la Comunidad de Madrid. La comunicadora, profesora de Hatha y Vinyasa Yoga y experta en entrenamiento y bienestar, Laura Tejerina, impartió un taller teórico-práctico virtual en el que mostró cómo estas tres disciplinas pueden tener grandes beneficios dentro del aula.
Según la licenciada en Comunicación Audiovisual poseer un cierto grado de inteligencia emocional no solo puede ayudar en el aprendizaje, sino que también conlleva beneficios en nuestras relaciones con los demás: “Lo que buscamos transmitir en la enseñanza con la inteligencia emocional y la atención plena es proporcionar a los estudiantes la capacidad de identificar sus emociones, ponerles nombre, empoderarles y aprovechar al máximo su potencial”.
El problema de estas emociones radica, sin embargo, en cómo las gestionamos y en cómo cada una de ellas “tiene la capacidad de secuestrar el pensamiento”. Según la ponente no reaccionamos de la misma manera cuando respondemos a un estímulo de manera emocional que cuando lo hacemos de una forma racional provocando que “tomemos decisiones más apresuradas sin pensar a largo plazo”.
La expresión de estas emociones, además, de acuerdo a Laura Tejerina, también se refleja de inmediato en nuestro cuerpo y en los distintos ámbitos de nuestra vida. Por ejemplo, “cuando nos enfadamos nuestros músculos se tensan”, mientras que “cuando estamos tristes nuestro ritmo acelerado se frena y, en general, solemos decidir peor”. Al igual que “cuando estamos frustrados en nuestra empresa, lo trasladamos a distintos entornos como puede ser la familia, nuestra pareja o el vecino de enfrente”.
Ante este panorama, el yoga puede servir como herramienta para ayudar a los alumnos a desarrollarse tanto personal como espiritualmente y, por tanto, conocerse mejor a sí mismos y sus emociones. “El yoga aporta un conjunto de herramientas que conducen al desarrollo personal más allá de lo corporal. En el caso de los estudiantes, puede proporcionarles un empoderamiento entendido como una serie de habilidades que les van a acompañar toda la vida”, afirma Laura Tejerina. Estas habilidades comprenden la empatía con los demás, la capacidad de autoconocimiento corporal o la habilidad de gestionar mejor sus estados emocionales.
Por último, y para finalizar el taller virtual, la docente realizó de manera conjunta algunas posturas de yoga con los alumnos. Todas ellas les permitieron no solo relajarse por unos instantes con simples ejercicios de respiración, sino de descubrir una nueva modalidad de mejorar su inteligencia emocional y la atención plena en el aula.