Los trastornos depresivos se caracterizan por alteraciones en el estado del ánimo que afectan de forma importante a la vida de las personas. Sentirse triste, tener pensamientos negativos o problemas de sueño no significa siempre padecer depresión, aunque sea habitual comentar entre nuestros allegados que nos sentimos “deprimidos”. Para ser diagnosticados de este trastorno es necesario que la tristeza sea frecuente en todas nuestras áreas vitales. Por ejemplo, en el trabajo, con la familia, o cuando estamos en nuestro tiempo libre.
Otro de los síntomas fundamentales de este trastorno es la llamada “anhedonia”, que sería la pérdida de la capacidad de disfrutar de aquellas actividades que antes nos gustaban y nos hacían sentir bien. En los niños y adolescentes se relaciona más con cambios en el comportamiento, irritabilidad, pesadillas y bajo rendimiento académico.
A todo esto se unen también cambios estacionales que pueden influir negativamente en el estado de ánimo. El buen tiempo y el mayor número de horas de luz en primavera y verano suelen hacer que el estado de ánimo sea mejor. Por otra parte, el frío, las lluvias y la mayor oscuridad diurna provocan lo que se conoce como depresión invernal o Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Este problema afecta al 30 % de la población, especialmente en zonas geográficas donde las diferencias estacionales son importantes.
En un momento como el actual, en el que coexisten el miedo, la preocupación y la incertidumbre, junto con los cambios que hemos tenido que afrontar, es fundamental que cuidemos nuestra salud mental y busquemos aquellos factores que nos protegen de la ansiedad y de la depresión. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado recientemente que la pandemia está produciendo un aumento considerable de la demanda de servicios de salud mental.
El aislamiento, el duelo, el miedo y la pérdida de ingresos están agravando todos los trastornos mentales, como la depresión o la ansiedad. Otro de los problemas añadidos es la falta de financiación del sector de la salud mental a nivel mundial. Antes de la pandemia los países destinaban menos del 2 % de sus presupuestos nacionales a este asunto, con los problemas que implica para cubrir la demanda de su población.
¿Soy una persona vulnerable?
Algunos grupos de población pueden ser más vulnerables que otros en la situación actual. Los sanitarios, las personas mayores, los adolescentes y quienes han perdido su trabajo o sus ingresos pueden formar parte de los grupos de riesgo.
Además, existen factores de estrés específicos relacionados la covid-19:
- El miedo de estar infectado e infectar a otros.
- La preocupación de los padres hacia sus hijos (sobre todo en situaciones de confinamiento).
- El riesgo de deterioro de la salud física y mental de las personas vulnerables, como las personas mayores y las personas con discapacidad, entre otros.
Además, los profesionales sanitarios pueden experimentar otros factores de estrés adicionales:
- La estigmatización por trabajar con pacientes infectados de covid-19 y poder contagiar a familiares o amigos
- La utilización de las medidas estrictas de bioseguridad.
- Una mayor demanda de trabajo.
- Una menor capacidad para beneficiarse del apoyo social debido a los largos turnos laborales.
- Los problemas para mostrar capacidad personal o energía suficientes para poder dar la mejor asistencia.
¿Qué puedo hacer si aparecen los primeros síntomas?
Algunos estudios recientes nos alertan de la importancia de detectar precozmente los primeros síntomas, tanto en el personal sanitario como en la población general, mediante instrumentos breves de evaluación para intervenir cuanto antes.
Después de detectar los primeros síntomas para lograr una intervención precoz, es fundamental ponerse en manos de los especialistas del ámbito de la salud mental para iniciar el tratamiento cuanto antes. Este puede ser tanto farmacológico como psicoterapéutico, pues ambos, combinados, han mostrado su eficacia.
En el tratamiento farmacológico se incluyen los ISRS (Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina), los antidepresivos tricíclicos, la venlafaxina y los IMAOS (inhibidores de la monoaminooxidasa).
Las principales psicoterapias son las terapias conductuales, como el “programa de actividades agradables”, el “curso de afrontamiento de la depresión”, la “terapia de autocontrol”, la “terapia de solución de problemas” y las terapias cognitivas.
También se pueden utilizar terapias interpersonales, de aceptación y compromiso, y basadas en el mindfulness.
Lo más importante: la prevención
La OMS recomienda los programas de prevención para reducir la depresión y pone al alcance de todos los ciudadanos herramientas para cuidar de su salud mental durante la pandemia. Es completamente normal encontrarse a veces confundido, enfadado, triste o preocupado. Son muchos los cambios que estamos viviendo, incluyendo situaciones de pérdida y de falta de apoyo social debido a los confinamientos.
Sin embargo, podemos prevenir la aparición de síntomas más graves relacionados con los trastornos del estado del ánimo siguiendo algunas recomendaciones sencillas.
El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno de España incluye en su estrategia de promoción de la salud y prevención el fomento del “bienestar emocional”. Para ello recomienda un buen manejo de las emociones positivas, evitar el estrés, mejorar la autoestima y las relaciones interpersonales, aprender a solucionar problemas y favorecer los hábitos saludables como la realización de ejercicio físico, comer de forma equilibrada y sana y dormir al menos 7 horas diarias.
De manera más práctica, la Federación de Salud Mental de Castilla y León ha puesto en marcha una campaña que incluye un decálogo para cuidar de nuestra salud mental en tiempos de covid-19. A los hábitos saludables ya mencionados suma controlar las emociones, cuidar las relaciones sociales, compartir las preocupaciones, organizar el tiempo, definir objetivos y metas, practicar la meditación y otras técnicas de relajación, y fomentar una visión positiva.
Si establecemos una rutina diaria combinando todas estas recomendaciones, podemos prevenir la aparición de depresión, ansiedad y otros problemas de salud mental. Así mejoraremos nuestra adaptación a este nuevo tiempo que nos ha tocado vivir.
Ana Navea Martín, profesora asociada de Enfermería en Salud mental, Universidad Nebrija
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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Muchas gracias Ana, muy interesante y orientativo en los tiempos que corren.