La ambientación en el vestuario desempeña un papel esencial en los montajes escénicos. Contribuye a que salgamos agitados del espectáculo y a que alabemos el buen hacer de los intérpretes y del director. Los profesionales “invisibles”, hormiguitas de la técnica y del trabajo, provocan que todo encaje en la puesta en pie de un texto.
María Calderón y Paola de Diego, dos artesanas del vestuario escénico, compartieron su labor diaria y alguna anécdota en la segunda conferencia del ciclo Hilvanes de ópera, en colaboración con el Teatro Real, un acto que además culminó una intensa agenda de la Semana de la Facultad de Comunicación y Artes de la Universidad Nebrija. Sonia Lázaro, coordinadora del grado en Diseño de Moda y moderadora del encuentro virtual, calificó estas sesiones de “ilusionantes y muy satisfactorias” porque consiguen que “teatro, ópera y educación se den la mano”.
María Calderón, química textil y artista de los tintes, es una referencia nacional y europea en el cine, la ópera, la danza, el teatro y la moda. Paola de Diego, profesora de vestuario de cine y teatro en la Universidad Nebrija, diseñadora de vestuario, escenografía y moda, cuenta con más de una década de experiencia en su profesión.
Envejecer las prendas
La ambientación textil y el diseño del vestuario escénico concentraron el debate. María Calderón apuntó que el trabajo de la ambientación requiere lo que te piden el texto, los ensayos y los personajes. “Es un mundo muy apasionante y gratificante para mancharte las manos y da mucho carácter a lo que estamos haciendo”. Desde el punto de vista del diseño, Paola de Diego destacó la creación de atmósferas en la escena y la potenciación del aspecto psicológico de los personajes. Aunque “cada vez es más habitual no disponer de partidas presupuestarias ideales”, las profesionales de la ambientación del vestuario se buscan la vida y transforman vestuario de calle – “cambiamos el color de una prenda, la desgastamos o incluso la envejecemos”- e incorporan otros materiales diferentes al textil como el plástico o elementos naturales como la madera y el corcho.
Ambas destacaron cómo idean el vestuario con referencias pictóricas, con degradados de colores, con textura y volumen que tengan en cuenta la distancia entre los intérpretes y los espectadores, con trampantojos e incluso con auténticas esculturas que dan forma a los complementos; todo ello, tras un “largo” proceso de investigación sobre el texto y la época, de organización y de selección de los materiales más adecuados. Para María Calderón, “el figurinista me pide lo que quiere y yo lo busco y lo elaboro”. Paola de Diego complementa sus declaraciones: “Elaboramos un ejercicio de creación y de imaginación constante”.
El trabajo en equipo en pos de un montaje artístico aúna a diferentes profesionales. Este aspecto suscitó el interés de los alumnos que seguían la sesión en línea. ¿Quién decide en última instancia si hay choque de intereses entre dos secciones? Paola de Diego respondió: “Quien tiene la última palabra es el director de escena. La iluminación es lo que se suele tocar porque es más rápido modificarla, pero cuando entran los titanes de la escenografía y el vestuario en conflicto, al final el vestuario suele dar el brazo a torcer”.
Noches sin dormir
Los cambios de última hora y las noches en vela están a la orden del día en su labor. Como recordó María Calderón, “en esta profesión se viven momentos al límite, incluso ya en el camerino”. Por ejemplo, ella recuerda una Lisístrata, con Estrella Morente, en la que el director la llamó para cambiar los vestidos cundo faltaban cinco días para estrenar en Mérida: “No dormía, trabajaba debajo de los pinos y todo el mundo me llevaba comida”. Otra situación estresante la vivió Paola de Diego con una puesta en escena de El caballero de Olmedo cuando, en el primer lavado del vestuario, la tinta negra con la que había perfilado las prendas del Siglo de Oro emborronó todo y solo faltaban dos días para otro bolo.
Antes de las preguntas de la concurrencia, Calderón y De Diego mostraron evidencias de sus trabajos, entre otros montajes, en Divinas palabras y Prometeo (María Calderón), Edipo e Hijos de Grecia (Paola de Diego), y Don Gil de las calzas verdes y una puesta en escena ambientada en las últimas horas del Che Guevara (ambas). Asimismo, contextualizaron la “desgastada” ambientación textil de Sigfried, la tercera de las cuatro óperas que conforman el ciclo El anillo del Nibelungo, de Richard Wagner, que acoge el Teatro Real hasta el 14 de marzo.
Texto: Javier Picos.
Foto de portada. Ópera Siegfried. © Javier del Real | Teatro Real
Otra noticia del ciclo Hilvanes de ópera en Actualidad Nebrija: Verdi y su baile de máscaras visten el ciclo `Hilvanes de ópera´