Jesús Hernández, “NYSU”, desgrana las claves de un buen videoclip musical

La comunicación audiovisual tiene el poder no solo de transmitir hechos que están pasando, sino también de reflejar algo tan abstracto como los sentimientos o las emociones que nos provoca una melodía determinada. Precisamente en esa misión se embarca cada día Jesús Hernández, alias “NYSU”. El director de videoclips de grupos tan prestigiosos como Love of Lesbian, Zahara o Bastille, entre otros, reveló a los estudiantes de Nebrija algunos de los secretos detrás de una buena producción audiovisual.

Durante la primera parte de su conferencia quiso eso sí recalcar las diferencias entre trabajar en una película a hacerlo un videoclip musical. Y es que mientras que la primera está regida por secuencias y el tiempo desde que se tiene la idea hasta que se graba puede ser de años, en el segundo los tiempos son mucho más cortos y se basa en la estructura de la propia canción. En este último, además, reconoce Jesús Hernández la importancia de tener una muy buena química con el artista, “ya que al final los directores audiovisuales somos meros traductores de lo que quieren transmitir con su canción en vídeo”.

Sin embargo, antes de disponernos a grabar hay muchos pasos que seguir ante. Entre ellos destacan el brief o guion en blanco donde debemos situar el primer boceto de la idea o el tratamiento que será donde la plasmemos en papel y a su vez el documento que enviemos al artista o empresa, entre otros. “Es imprescindible que todo esté muy documentado y medido antes de empezar a grabar ya que en el rodaje no podremos ponernos a discutir sobre la luz, por ejemplo”, declara el director detrás de “NYSU”. Para ello, recomendó a los estudiantes que primero “editen sus propios cortos, practicando con sus amigos e incluso grabándoles con el móvil antes de empezar con el actor que va a protagonizar el rodaje”.

En todo este proceso hay varios elementos que componen lo que podríamos denominar como contenido audiovisual perfecto. El primero es la creatividad, la que se puede extraer desde lo más cotidiano hasta inspirarnos en algunos de los grandes artistas de la historia. “No se trata de copiarles, sino de tomar lo que más te guste y trasladarlo a tu mundo”, afirma Hernández. Acto seguido, vendría la curiosidad, “preguntar hasta lo que consideremos que son preguntas tontas”, el empuje y la ilusión, “dos aptitudes que muchos directores ya no tienen”. Y por último, siendo ingrediente más importante, el trabajo ya que, como afirma el director “podemos tener una idea muy buena, pero sin muchas horas de trabajo detrás será imposible que funcione”.

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