“Nebrija mostró su preocupación por la corrupción del lenguaje jurídico. En sus trabajos no pretendía demostrar su conocimiento del derecho. Su mérito radicó en el uso de una nueva metodología para acercarse a los textos. Abrió el camino hacia la preocupación filológica del lenguaje jurídico”, así de rotundo se ha manifestado el catedrático Rogelio Pérez-Bustamante durante su conferencia El derecho en tiempos de Nebrija organizada por la Fundación Antonio de Nebrija junto a la Facultad de Derecho y de Relaciones Internacionales. La clase magistral de Pérez-Bustamante forma parte de los actos que conmemoran el V Centenario de Antonio de Nebrija.
El decano de la Facultad de Derecho y de Relaciones Internacionales, Alfonso López de la Osa, ha inaugurado el acto dando la bienvenida a los asistentes y presentando al jurista e historiador que ha regalado a los asistentes una clase magistral con la que ha transitado por la vida de Antonio de Nebrija, desde la adolescencia hasta su muerte, con la intención de mostrar la relación del lingüista con la política, el derecho y, sobre todo, con el lenguaje jurídico de su tiempo a través de los distintos periodos de su vida.
En su semblanza, el catedrático Jean Monnet ad personam de Estudios Históricos sobre la Unión Europea y catedrático de Historia del Derecho e Instituciones en la Universidad a Distancia de Madrid ha recordado la grandeza de la figura de Nebrija y lo que supuso dentro del humanismo español. “Su fama de filólogo eclipsó al resto de sus actividades”.
Bolonia, la ciudad que marcó su vida
Indudablemente, su paso por Bolonia, la cuna del saber jurídico y la primera institución que utiliza el termino Universitas, marcó su vida y su futuro profesional. “Nebrija pasó cinco años en Bolonia, allí se estaba redescubriendo el Derecho Romano Justiniano, el derecho que sería común para toda Europa y que conviviría con los derechos nacionales de cada país. En esa misma época, los Reyes Católicos comenzaron a articular el Derecho Nacional en lengua castellana, Nebrija apoyó este proceso y por eso siguió muy de cerca a los Reyes Católicos que mantuvieron un enfrentamiento con los juristas que, en ese momento, enseñaban un derecho post clásico, romano, con muchos defectos lingüísticos”.
Así las cosas, Nebrija, de la misma manera que se había ocupado de la Gramática Española, también se consagró al estudio de la pureza del latín. “Porque, como él defendía, si no se traducen bien los textos latinos se está creando un derecho ineficaz que no será útil para los ciudadanos”, recalca el Pérez-Bustamante.
Fue capaz de sustentar una dualidad prodigiosa. Por una parte, “Nebrija se enfrentó a los profesores y les recordó que debía hacer un buen uso lingüístico, porque la lengua es muy importante”. Por otra, “a los Reyes Católicos les advirtió que la lengua española estaba llamada a ser la lengua del imperio y que su obligación era transmitirla al mundo, pero con todos sus usos gramaticales y con su pureza lingüística. Esa es la gloria de Nebrija”.
Falta de aprecio por el lenguaje
Quinientos años después, Pérez-Bustamante sostiene que el lenguaje jurídico “no debe perder su esencia”. Defiende que los juristas posean un lenguaje específico, “como el de los médicos”, aunque admite que a veces pueda parecer rebuscado o ininteligible. “Hoy el verdadero problema no es el lenguaje jurídico, es lo que está pasando con el lenguaje en general. Lo que sucede con el castellano. La falta de aprecio y de respeto. Esperemos que pase pronto este tiempo incómodo de la historia del lenguaje español. No puede ser que se hable mejor la lengua española en los países de la América hispana que lo que se está hablando por parte de algunos políticos en España. Creo que esto es un deterioro del lenguaje que pasará, es una moda que tiene razones políticas, pero contradice la pureza lingüística”.
Incide el catedrático en que vivimos una de las peores épocas del lenguaje español. “La gente piensa que se puede utilizar cualquier forma del lenguaje sin respetar ni las concordancias, ni los significados, ni la terminología, ni los usos de sus vocablos. Creo que el lenguaje se ha convertido en una fuente de juego del mundo moderno y sin embargo la modernidad no está en despreciar y mal utilizar el lenguaje, sino todo lo contrario”, recalca.
Respecto a la invasión de anglicismos que, hoy por hoy, invaden muchas profesiones, reconoce la labor de la Real Academia Española (RAE) y añade: “Debemos ir en contra de aquello que distorsione el lenguaje español que es uno de los mayores valores de nuestro mundo, de nuestra historia, de nuestro presente y de nuestro futuro. La lengua española es muy importante en el mundo que vivimos y nos corresponde defenderla con seriedad”, reitera.
Lo cierto es que el lenguaje no deja de ser una cosa viva. Si Nebrija viajara en el tiempo no entendería el castellano que hablamos hoy. “Sí, pero estamos obligados a comunicarnos correctamente, respetando unas normas. En el fondo es eso lo que quería Nebrija, rescatar la lengua española en su pureza y mantenerla. En esa lucha logró la fama y el prestigio universal”, concluye.
Aquí puedes ver un video resumen del acto.