A Paolo Desideri, corbata multicolor de punto y abrigo crema, le gusta el edificio del Campus de Madrid-Princesa de la Universidad Nebrija. En su primera visita profesional a la capital de España, no deja de radiografiar cada esquina con semblante pensativo. En una entrevista previa a su conferencia verbaliza esa inquietud a través de consejos a los estudiantes de Arquitectura: “Sed curiosos y solucionad los problemas que la gente nos propone; si no hay esto, no hay creatividad posible”. Guarda el tercer término de la ecuación, la extravagancia, para desarrollarlo durante su intervención.
Esboza que la historia de los arquitectos responde a una conexión ente la ciudad y la sociedad, algo que late en las ciudades que hablaron latín, donde la urbs, la parte física, no existía sin la civitas, la parte social.
Juan Carlos Arroyo, decano de la Politécnica Nebrija, y Fernando Moral, director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Nebrija, presentan al arquitecto romano, socio fundador de ABDR Architetti Associati, autor de proyectos como la Estación de Alta Velocidad de Roma Tiburtina, Casa- Voyageurs Casablanca y el nuevo palacio de la ópera de Florencia, Teatro del Maggio Musicale Fiorentino, en construcción. La actividad está enmarcada en la Nueva Bauhaus Europea, una iniciativa creativa e interdisciplinar en el seno de la Unión Europea, de la que ya se hizo eco la Universidad Nebrija en el pasado mes de abril.
Antes de argumentar sobre sus proyectos, de pie, acompañando su palabra con gestos y sonrisas, Desideri, catedrático del Departamento de Arquitectura de la Università degli Studi – Roma Tre, suelta sus consideraciones generales. Aquí ya confronta la creatividad con la extravagancia. Un mensaje que deja tres perlas: “En arquitectura, la creatividad resuelve problemas y la extravagancia los incrementa”, “Hay muchos problemas en nuestro trabajo, pero, por favor, usad formas para solucionarlos no para vuestros sueños nocturnos” y “La extravagancia, desafortunadamente, parece la única manera para brillar como arquitectos, pero no es así”.
Desenmascarada la extravagancia, se sumerge en sus edificios y planos, realidades que sortean dificultades del terreno y sociales. En su discurso reconoce la relevancia del trabajo de los ingenieros con los que ha levantado grandes obras de infraestructura, edificios públicos culturales, complejos inmobiliarios o estaciones de metro y ferrocarril.
Tras un ejercicio de encaje de su teoría en sus construcciones presentes y futuras, Desideri mira a los alumnos. Muchos castillos en el aire se quedarán solo en sus cabezas. Les ha quitado algunos problemas, otros deberán resolverlos mañana.
Texto: Javier Picos. Fotos: Zaida del Río.