Taste of America es la historia de un emprendimiento femenino de éxito que comenzó en España hace 27 años. La fundadora y CEO de Taste of America y The Cookie Lab, Dana Knowles, ha ofrecido una conferencia en el salón de actos de la Universidad Nebrija en la que ha compartido con los alumnos de la Facultad de Economía y Empresa el germen de su compañía y su modelo de negocio que no ha hecho más que crecer desde su nacimiento.
“El origen de lo que hoy es Taste of America es la combinación de dos pasiones, el amor por dos países, EE. UU. y España, y la gastronomía”, confiesa Knowles ante un paraninfo abarrotado. Como cualquier extranjero lejos de su hogar, al llegar a Madrid Knowles añoraba ciertos sabores y productos de su país que no podía encontrar en los supermercados españoles. “Cada vez que viajaba a EE.UU. iba con una maleta vacía para traerla llena de los productos que echaba de menos. Me di cuenta de que había una línea de negocio, ya que la única manera de tener esos productos en España era traerlos nosotros mismos”. Con más pasión que conocimiento, Knowles gestionó los papeles necesarios y se empeñó en cubrir aquella necesidad que había detectado en el mercado. Así, en 1995, nació el primer Taste of America en la calle de Serrano 148 de Madrid. “Hoy tenemos 16 tiendas en España y una en Marruecos”, recalca orgullosa en la presentación de su conferencia que forma parte del ciclo de ponencias que organizan los miembros del American Club of Madrid.
Sostiene Knowles que el género que vende Taste of America tiene mucho que ver con el estilo de vida norteamericano. “Nuestros productos hablan por sí solos, vendemos artículo tan icónicos como las sopas Campbell, la mantequilla de cacahuete o los Marshmallows. También contamos con una línea de productos propios como Pastrami, Pulled Turkey, Bbq Ribs, Nachos, Pretzels y auténticos bagels, hechos como Dios manda y que no tienen nada que ver con los que se venden aquí. Si algo caracteriza a Taste of America es que en nuestras importaciones seleccionamos los productos que representan y que hablan de la esencia de nuestra forma de vida”.
Poco a poco el modelo de negocio de Taste of America fue virando hacia la distribución de productos en tiendas y pequeñas cadenas de supermercados. “En 1998 entramos en Sánchez Romero, Mantequerías Bravo y en locales de delicatessen. El hito que nos permitió crecer de verdad se produjo en 2011 cuando entramos en las grandes cadenas de consumo y comenzamos el proyecto de las franquicias. Hoy el 70% de nuestro negocio es la distribución generalizada”, matiza.
Su proyecto personal
De la fusión entre la distribución y el nacimiento de los productos propios, Knowles dio un paso al frente y fundó The Cookie Labs, su proyecto más personal. “Empezamos vendiendo cuatro tipos de galletas en el local de Serrano, poco a poco fuimos abriendo mercado y en marzo de 2020 teníamos previsto abrir nuestra primera franquicia en Malasaña. Ya saben por dónde voy. Entonces llegó la pandemia y con ella, el confinamiento”. Knowles cerró The Cookie Lab, pero cuando llevaba dos semanas de encierro se propuso poner en marcha el negocio “tirando del e-comerce que teníamos casi a punto, solo le faltaba darle al botón”.
“Las recetas de las cookies eran mías. Yo sabía hacerlas en pequeñas cantidades así que me vi obligada a aprender a manejar la cocina industrial. La primera semana recibí cuatro pedidos; la segunda, seis. Un día, el contador de pedidos de Instagram empezó a dar vueltas como si se hubiera estropeado, pero no. María Pombo había escrito un post sobre nuestras cookies y todo aquel ruido eran pedidos que nos estaban haciendo por toda España. Desde ese instante, saqué a todo el equipo del ERTE y no paramos”.
En la época en la que los abrazos y los besos desaparecieron, los clientes de The Cookie Lab aprovecharon para enviar galletas con notas personalizadas a sus seres queridos. “Nos dedicamos a escribir notas para toda España”. Cuando se abrieron las puertas de la ansiada normalidad, recibieron visitas de “clientes agradecidos su trabajo durante el confinamiento”. Dos años después cuentan con dos obradores que funcionan a todo trapo.
Knowles defiende orgullosa un modelo de negocio basado en crear marca, además de cuidar y conocer los gustos del cliente. Por eso, sus trabadores no despachan. Sus trabajadores, conscientes de que son el nexo de unión entre el producto y el cliente final, escuchan, asesoran y, si ven alguna necesidad, se ocupan de solventarla. Para ello, la fundadora de Taste of America presume de su departamento de RR.HH. aunque lo considera el más difícil de la empresa. “Siempre digo lo mismo, del buen trato nace el buen negocio. Cuidamos a los trabajadores, les damos ventajas y les apoyamos en la conciliación, así generamos un sentimiento de pertenencia que hace que tengamos muy poca rotación de empleados”.
A la hora de contratar nuevo personal siempre se fija “en la gente que es capaz de trabajar en el caos, esa que ve los retos como piezas de un puzzle y que no se rinde ante la adversidad”.
Como buena emprendedora, no tiene miedo al fracaso. “Es un hecho inevitable en el emprendimiento, lo que hay que hacer es no dejar que te hunda. Como empresarios debemos buscar soluciones a los problemas que no siempre se pueden prevenir. Por ejemplo, ahora mismo vivimos el momento más difícil de todos los que hemos pasado durante estos años la inflación, los costes, el transporte, todo ha subido y está provocando conflictos inesperados, pero de todos ellos se puede sacar un aprendizaje”, concluye.