Son uno de los mayores desafíos que tiene la humanidad en nuestro tiempo. En una época en la que estamos sobre informados, las fake news se han convertido en un problema. Tener la capacidad de discernir entre una noticia falsa, que se multiplica como la mala hierba en las redes, y una verdadera es uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos como usuarios y consumidores de redes sociales en el siglo XXI.
Laura Martínez Otón, directora académica del Máster en Formación Permanente en Radio Podcast y Audio Digital de la Universidad Nebrija presentó su libro Las fake news y las redes sociales en el escenario de la docencia en el Campus Madrid Princesa.
Acompañada por Melisa Tuya, redactora jefa de 20 Minutos; María Zabala, periodista y experta en alfabetización digital, y Ana Pérez Escoda, doctora en Educación Especializada en Competencias Digitales y Alfabetización Digital, la autora desarrolló la esencia del libro ante un paraninfo heterogéneo. Adolescentes, universitarios, maestros y comunicadores compartieron sus experiencias, sus conocimientos, incluso sus desconocimientos digitales.
Cómo distinguir las fakes news
Comenzó la presentación con una encuesta en la que la mayoría de los asistentes coincidieron. Sabemos que son las fake news, pero no tenemos herramientas para distinguirlas de una noticia verdadera.
¿Por qué? Porque desde la irrupción de las redes sociales en nuestras vidas se ha producido una desintermediación. “En plena era de la comunicación, el intermediario se ha desfigurado. La sociedad del siglo XX tenía al periodista como intermediador. En el siglo XXI hemos renunciado a esa intermediación y nos creemos a nuestro móvil. Además, no tenemos paciencia. Ahora todos somos prosumidores, productores y consumidores de información”, matizó Ana Pérez Escoda.
Así es. Tras la irrupción de internet y la crisis de la prensa, las personas que funcionaban como intermediadores, como figura ética, han desaparecido. “Vivimos en el caos de la información”.
A lo que Melisa Tuya añadió. “En este aluvión de noticias debemos entrar en los sitios y fijarnos en quien escribe. Hay que aprender a mirar para estar informado de verdad. Los que estamos preparados somos capaces de distinguir una fake. La posverdad, esa que hace que identifiquemos una noticia con la verdad, es más difícil de desvelar. Muchas veces nuestro propio sesgo no nos deja. Hoy en día, los periodistas necesitamos manejar un sano escepticismo. Debemos parar la velocidad en la que nos movemos, para no incurrir en estos errores. Ese es el gran reto para contrarrestar la posverdad”.
Prosumidores
Entre caos informativo, prosumidores, posverdad y los trolls o bots que esparcen esas informaciones viralizadas vivimos inmersos en desconcierto cibernético.
“Esta situación fue la que me llevó a escribir el libro”, confesó Martínez Otón. Sostiene la autora que el volumen se presenta como un manual para educadores. Un manual que aporta la base necesaria para poder enseñar a moverse en el mundo digital. “Nos han dado una herramienta muy potente, pero no nos han enseñado a utilizarla”, sentenció la autora.
Así, Las fake news y las redes sociales en el escenario de la docencia nace con la intención de formar a profesores, pero resulta igualmente útil para padres y madres que se plantean a qué edad darles un teléfono a los menores, cómo enseñarles a manejarlo y, sobre todo, cómo enseñarles a que tengan criterio “porque así serán más difícilmente manipulables”.
Con un lenguaje sencillo, el libro se convierte en una caja de herramientas muy útil para los profesores. Cuenta con un glosario de términos, información y datos con los que los educadores perderán el miedo a las redes y podrán acompañar a sus alumnos en la alfabetización digital. Para facilitar las cosas, al final de cada capítulo se ofrecen actividades que permiten trabajar a los profesores en diferentes niveles. “Les pediría a los profesores que no lo hagan solos, que involucren a todos los departamentos de sus centros porque se llega más lejos”.
Responsabilidad en las redes frente a las Fake News
Destaca Martínez Otón que la única manera que tenemos para educar es estar informados y utilizar el mismo lenguaje que los adolescentes y los jóvenes. “Somos muy manipulables. Todo lo que va unido a la tecnología lleva implícita la tiranía de lo audiovisual. Si una cosa te choca y te rompe las tripas, no la compartas hasta tener la certeza absoluta. Estamos hablando de personas y podemos hacer mucho daño”, subrayó.
Por eso resulta crucial que, como recalcó Ana Pérez Escoda, cada persona entienda “la responsabilidad que está asumiendo al crearse un perfil” en redes. “Si admitimos que las redes son un ágora pública, debemos tener muy claro que somos el mismo ciudadano en estado físico que en el digital. Esto, que a los alumnos les cuesta entender, es básico. Hay unas normas de etiqueta con las que debemos trabajar la identidad digital para que sea adecuada. Lo importante en la red social es tener claro qué persona eres, a quién sigues y quién te sigue. Si concebimos un entorno serio, las redes son fantásticas”.
Como afirma María Zabala, “se trata de hacer un ejercicio para romper brechas y tender puentes. Hay que dejar espacio para que aprendan a pensar”.
Desde un planteamiento tan realista como crítico, Las fake news y las redes sociales en el escenario de la docencia invita a quedarnos con lo bueno que nos ofrece la tecnología. Más que nada, porque ya no hay marcha atrás.