Antonio de Nebrija

Converso o cristiano viejo, el enigma de Antonio de Nebrija

“Antonio de Nebrija fue alto, nervioso y fuerte de cuerpo como de alma […] sus ojos tiernos pero penetrantes […] su nariz larga y aguileña. Mesurado en el andar, parco en las palabras y más aún en la sonrisa. Era muy frugal en la comida, muy severo en sus costumbres, muy amante de la sociedad y del estudio. […] De su integridad, basta decir, que nadie la ha puesto en duda, a pesar del ansia de atesorar que mostró durante su regencia. Las rentas, producto de una vida laboriosa, las gastó en obras de pública utilidad”.

Así describía su amigo Francos, a Antonio de Nebrija. Quinientos años después de su muerte, su legado continúa vivo y sus orígenes aún siguen generando curiosidad. Son fruto de numerosas investigaciones. La Biblioteca Nacional de España acogió la presentación del libro Antonio de Nebrija y su origen judeoconverso de Diego Moldes, director de Relaciones Institucionales de la Fundación Nebrija, que estuvo arropado por José Muñiz, rector de la Universidad Nebrija y presidente de la Comisión Interadministrativa V Centenario de Nebrija y por Juan Gil, catedrático de la Universidad de Sevilla y académico de la Real Academia Española (RAE).

“Saber por saber sigue siendo una de las señas universitarias por naturaleza y hacer un libro es uno de los actos más genuinos que refleja esta filosofía”, recalcó el rector durante la presentación del ensayo de Diego Moldes, en el que brinda fundados argumentos sobre el origen judío del padre de la lingüística española.

Admiradores de Nebrija

Por su parte, Juan Gil, antes de hacer las veces de entrevistador, recordó a los presentes la pasión por la escritura que rezuma el autor de Antonio de Nebrija y su origen judeoconverso y la admiración que ambos comparten por la figura del gramático.

Según ambos eruditos, la probable condición judeoconversa condicionó la larga vida e ingente obra del autor de la Gramática sobre la lengua castellana (1492), la primera en una lengua moderna. Gil evocó una historia personal para justificar su teoría, difícil de probar de otra forma, puesto que no se sabe nada de los primeros 14 años de vida de Antonio de Nebrija.

“Husmeando en los protocolos hispalenses, descubrí que una hija del maestro Antonio, Sabina de Solís, se había casado con un converso conspicuo, el bachiller Juan Romero, perteneciente a una familia en la que había de todo: un rico jurado sevillano, el licenciado Rodrigo Romero y hasta un obispo, el dominico fray Reginaldo, que ocupó la sede de Tiberia. Este hallazgo, unido a la endogamia de los cristianos nuevos, me llevó a concluir, basándome por primera vez en documentos y no en suposiciones más o menos fundadas, que también hubo de correr sangre judía por las venas del ilustre latinista, hipótesis que he tratado de apoyar con nuevos argumentos en un ensayo reciente”, desveló Gil

Antonio de Nebrija visto de manera poliédrica

Diego Moldes en Antonio de Nebrija y su origen judeoconverso aborda este tema de una forma poliédrica, apoyado en su multifaceta como periodista, doctor en Ciencias de la Información, escritor y poeta. Parte Moldes de una premisa interesante. “Probar que Nebrija era hijo y nieto de cristianos viejos es casi imposible y, documentalmente, imposible del todo ¿Por qué no lo contrario? ¿Por qué tenemos que demostrar una cosa cuando ellos no demuestran que fuera cristiano viejo?”.

Confiesa que comenzó a escribir el libro en agosto del 21 y que lo retocó en septiembre del 22. “No es extenso. Yo no soy especialista en Nebrija, pero creo que sin una visión interdisciplinar sería muy difícil escribir un libro como éste”, se justificó.

Entre las razones que aduce Moldes para tachar a Nebrija como converso, destacan sus circunstancias biográficas. Dignas de ser tenidas en cuenta serían: la cultura de sus padres, “impensable en unos labriegos cristianos”; la imprecisión deliberada con que Lebrija encubrió su linaje y la fecha de su nacimiento; “su conocimiento del hebreo”; su concepción mesiánica de la realeza; la estrechísima relación del sabio y sus hijos con la imprenta; sus contactos con otros conversos y su temeraria arrogancia, equiparada a la chutzpah judía.

Aunque el término yiddish ha sobrevivido hasta el siglo XXI como algo peyorativo, para los judíos una persona tiene chutzpah cuando sabe lo que quiere y va por ello. “Quizá este fuera su rasgo más característico. Implica tenacidad, descaro, atrevimiento y cierta insolencia”, matizó Moldes.

Indiscutiblemente, Nebrija rezumaba todos estos calificativos. “Nebrija fue una persona muy difícil. De carácter complicado y vanidoso, por un lado; y por otro, mesiánico. Fue un científico de la lengua, pero al mismo tiempo tenía ínfulas literarias y estéticas como escritor”, añadió el autor de Cuando Einstein encontró a Kafka ante la presencia de más de 60 personas y ante una audiencia digital que rozó el medio millar.

Nebrija, un joven de orígenes desconocidos

Sostiene Moldes que Nebrija fue un personaje fascinante, muy complejo y con muchas aristas por explorar. Además del carácter, Moldes analizó en su presentación lo poco que se sabe de sus orígenes. Lo cierto es que, de nuevo gracias a su misteriosa y desconocida infancia, llegó a la misma conclusión. “Hoy el nacimiento social condicional la educación, imagínense si eso ocurría en el siglo XVI. En aquella época eran los judíos, la burguesía de aquella época, los que iban a la Universidad. De hecho, no nos extraña que buena parte de la cultura española del siglo XVI fuera conversa”, subrayó.

Antonio de Nebrija y su origen judeoconverso aporta una lectura inédita a la biografía de Antonio de Nebrija y abre nuevos interrogantes. No solo se centra en la educación recibida. Diego Moldes ha realizado varios viajes a Lebrija. “Su casa estaba a 50 metros de la Aljama judía. En aquella época no había guetos. Judíos y conversos convivían en un pueblo de 400 habitantes. Basándonos en la población alfabetizada de entonces, descontando al clero, nos quedaría la nobleza. Antonio de Nebrija no era noble. Eso me llevó a pensar que tenía que proceder de una familia conversa”, explicó.

Diego Moldes además de los factores demográficos, sociológicos y de alfabetización, también hace hincapié en su conocimiento del hebreo y en las veces que utiliza términos judíos en el prólogo de la Gramática sobre la lengua castellana, además del apoyo que “recibió del mundo converso a lo largo de su vida”.

Consciente de que no es un método científico, para defender su tesis, Moldes se basa también en un estudio anatómico y fisiológico centrado en las descripciones que de él se hicieron, como la de su amigo Francos. Ya saben, las palabras con las que arranca esta crónica.

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