El horizonte del español como lengua de crecimiento en el mundo no está tan despejado. La demografía no bastará ni los indicadores económicos ayudarán ante el empuje de otras zonas geográficas. Los economistas José Antonio Alonso (Universidad Complutense), Juan Carlos Jiménez (Universidad de Alcalá) y José Luis García Delgado (Universidad Nebrija, Observatorio Nebrija del Español), en la presentación de su libro Los futuros del español. Horizonte de una lengua internacional en el Instituto Cervantes, reclamaron políticas públicas desde una perspectiva panhispánica para “no dejar a su suerte” al español en los próximos años y decenios.
“La gran causa es el español y luego viene todo lo demás; dediquemos tiempo, atención, recursos y generemos opinión en la sociedad”, dijo García Delgado. “Un idioma es la creación colectiva por excelencia de un pueblo -añadió Alonso-. El debate es necesario y especialmente oportuno a las puertas de una nueva legislatura en la que el gobierno que se construya debe impulsar una política de promoción del español”.
Jiménez siguió la estela de sus colegas: “Nunca me gustó eso del español como nuestro petróleo; el petróleo es viscoso y sucio, prefiero la metáfora del diamante. El enfoque de nuestro libro es no dejar a su suerte al español y trata de fundamentar un repertorio numérico para afianzar todas las facetas de ese diamante que es la lengua”.
En una mesa moderada por María Gil, directora de Comunicación de la Universidad Nebrija, y presentada por Luis Garcia Montero, director del Instituto Cervantes, los autores analizaron la realidad del español en el mundo desde parámetros económicos y reflejaron el espíritu del libro Los futuros del español. Horizonte de una lengua internacional -auspiciado por el Observatorio Nebrija del Español (ONE) y la Fundación Nebrija y publicado por Alianza Editorial- que, en palabras de José Luis García Delgado, contribuye al “impulso” de las oportunidades del español en el mundo.
Las dos cifras “mágicas”
Más de un 15 % del PIB español puede ser atribuido a las capacidades de la lengua y casi un 10 % del PIB mundial lo generan los hispanoparlantes en términos de capacidad de compra. Esas dos cifras “mágicas”, según José Antonio Alonso, reflejan que el español presenta fortalezas: los hablantes están presentes en prácticamente todos los continentes y en Estados Unidos, uno de los mayores centros de generación de ciencia y tecnología, y el español ha contribuido a crear una arquitectura multilateral de lenguas, como en la Unión Europea.
Aunque también hay debilidades: la demografía en los países hispanoparlantes no crecerá tanto como en otras zonas del mundo ni tampoco aumentará en términos relativos la capacidad de compra de la comunidad que habla español; además, hay un riesgo en el futuro de pérdida de la lengua en los emigrantes a otros países donde el español no es el idioma mayoritario.
En este sentido, Juan Carlos Jiménez se apoya en cifras “en movimiento” para demostrar que no es rentable dejar el español “a su suerte”. En 30 años los hispanoparlantes seremos 100 millones más, pero “otros habrán crecido más que nosotros”. En ese periodo las estimaciones apuntan a que la capacidad de compra irá decreciendo incluso al 9 % del PIB mundial. Seremos, además, el 11 % de los internautas del mundo en el año 2050, pero se prevé que esa cifra sea más baja que en años anteriores. “En términos relativos no seremos más ni más ricos ni estaremos más conectados”, afirmó.
Elea Giménez Toledo y Rebeca Gutiérrez Rivilla
En el debate en el Instituto Cervantes también estuvieron presentes Elea Giménez Toledo, directora del Grupo de Investigación sobre Libro Académico (ÍLIA) del CSIC, y Rebeca Gutiérrez Rivilla, responsable de Hispanismo del Área Académica del Instituto Cervantes. Ambas solicitaron una mayor implicación de las autoridades a la hora de recabar datos certeros sobre la implantación del español en el mundo tanto en la docencia como en las publicaciones académicas y científicas.
Gutiérrez Rivilla, autora de un estudio sobre la proyección internacional del español y el portugués, coincidió en el diagnóstico y en el postulado de los tres economistas. “Claramente debemos empezar a coordinarnos ante este reto, no podemos dejar las cosas tal y como están ahora mismo. Tenemos que adelantarnos a los acontecimientos desde una estrategia panhispánica en el medio y largo plazo”.
La necesidad de proyectar el español también como una lengua de comunicación científica fue el eje de la intervención de Elea Giménez Toledo. En su opinión, resulta “esencial” sustentarse en industrias “potentes” como la editorial para transferir conocimiento en nuestro idioma a la sociedad. El compromiso de los investigadores con el español, divulgar la terminología desde una “óptica panhispánica” y desterrar el tópico del español como “una lengua de segundo nivel” en el ámbito académico conformaron, entre otras, sus propuestas y peticiones en la mesa de debate.
Matrícula de honor en respeto
En la segunda ronda de intervenciones, José Luis García Delgado disertó sobre la convivencia del castellano con el catalán, el euskera y el gallego. “España es multilingüe. Aunque tenemos poca cultura de lenguas, la democracia española está sacando matrícula de honor en respeto, cultivo, fomento, reconocimiento y cuidado de todas las lenguas”.
Sobre la decisión del Congreso de los Diputados de abrir el uso de las lenguas cooficiales en las sesiones, el director del Observatorio Nebrija del Español opinó que le parece “bien” y que no tiene que afectar al español, pero ahondó: “Funcionalmente, en el juego de lealtades cruzadas de la democracia, tendría sentido que se utilizara la lengua común para el debate y el entendimiento”. No obstante, “la convivencia es cordial y fructífera; no utilicemos las lenguas como armas arrojadizas ni para subrayar lo que nos separa porque las lenguas son elementos de conexión”.
Esa convivencia del español con otras lenguas, la condición del español como lengua de hablantes nativos (un 85 % del total, a diferencia de otras como el inglés o el francés), la debilidad en campos como el científico y el tecnológico y la fortaleza en sus proyecciones culturales son los ámbitos que, para José Antonio Alonso, debe contemplar toda medida política que se implante.
Con la “mejora” de los datos disponibles y con la creación de un “tejido de redes de confianza” entre los países hispanoparlantes, el catedrático de la Universidad Complutense ofreció las cinco claves del libro recién publicado: cómo convertimos el español en la segunda lengua en otros países y que se introduzca en los currículos formativos, cómo damos valor al capital humano emigrante que habla español en otros países con otra lengua mayoritaria, cómo se mejora y se preserva la convivencia con otras lenguas peninsulares e indígenas americanas, cómo conquistamos espacios como el de la ciencia “donde el español ha sido expulsado” y cómo seguir “haciéndose fuertes” en la creación cultural del español (música, series, etc.).
Política, recursos y atención a la economía digital
Alonso, en representación de los tres economistas del español, solicitó que “las instituciones han de estar coordinadas en una gobernanza que ponga en pie una política de Estado del español con recursos adecuados”. Juan Carlos Jiménez, como colofón a las palabras de los autores, pidió también centrar la atención en la economía digital porque ahora “somos más usuarios que productores de contenidos”.
En las palabras de bienvenida a la presentación del libro Los futuros del español. Horizonte de una lengua internacional, Luis García Montero recomendó su lectura: “Estoy de acuerdo con sus afirmaciones y críticas. Estamos orgullosos de nuestro idioma, pero sin autocomplacencias”. En esta línea, el director del Instituto Cervantes esbozó sus deseos en torno al español: “Que el prestigio sustituya a la demografía en la hoja de ruta, que perdamos el miedo al inglés y fomentemos las creaciones bilingües en ciencia y educación, que dignifiquemos la migración y que reivindiquemos la convivencia entre lenguas”.
Texto: Javier Picos. Fotos: Zaida del Río.