El final está en la imagen de portada. Miss Beige espera en la puerta de salida -tal vez sea la puerta de entrada- a los estudiantes de la Universidad Nebrija ataviada, “sin mallas ajustadas ni capas” con su vestido beis y su gesto impertérrito. De su bolso sobresale el mango de un martillo “cargado” para “destruir la vanidad que le rodea” y que sirve como asidero y terapia de choque en los días malos. La cabeza de hierro pocas veces asoma.
Ese es el desenlace, la despedida uno a uno de los que han venido convenientemente vestidos de beis. La introducción y el nudo corren a cargo de la artista Ana Esmith, creadora del personaje de Miss Beige, Premio Nebrija CREA 2023 en la categoría de Artes Visuales. Con blusa azul, gorra Gatsby y el bolso en el que se agazapa el martillo, habla de su alter ego, silenciosa y circunspecta. Ana Esmith, después de quince años en Londres y frisando los cuarenta, regresa a España y surge Miss Beige, su primer trabajo no verbal, híbrido de artes escénicas y periodismo, “las carreras de las que tus padres no se sienten orgullosos y con las que nunca os haréis millonarios”. Ana Esmith transita ambos caminos prohibidos y habla cinco idiomas.
Mientras se suceden en la pantalla del salón de actos, 90 fotografías de su serie Taking The sTreeTs, la intérprete confiesa que cuando regresa a Madrid su ciudad de origen ha cambiado y necesita integrar de una manera artística una nueva forma de ver el mundo: “Por primera vez en mi trayectoria la potencia de la imagen me lleva a prescindir de la voz y llego a la disciplina de la perfomance. Para humanizar a Miss Beige la llevo a las calles “donde se mezclan la realidad y la ficción y donde cuestiona las convenciones superando los meros tránsitos para llegar a nuestros destinos”.
El beis, el color de la paz y el sosiego
Al poco tiempo de la revelación del personaje, acude al Rastro donde por un euro compra su segunda piel, el vestido color beis, “un tono imparcial que transmite paz y sosiego, una tonalidad insípida y nada popular que consigue suavizar los otros colores”.
Ana Esmith deja claro que su trabajo gira sobre tres puntos: “el juego lo es todo; el espectador o mirón es más importante que el artista; y la individualidad es el foco que potencia la realidad, el qué tengo yo que los demás no tienen”. Los jóvenes de la Facultad de Comunicación y Artes de la Universidad Nebrija toman nota.
Respondiendo a las preguntas clásicas del periodismo -una de las siembras de la artista-, Esmith desvela el quién, el qué, el cómo y el porqué de Miss Beige. Para despejar la primera duda, recurre a la experta en arte Emma Trinidad: “Miss Beige es una nueva referencia de la imagen contemporánea”. La que ha ido a las sedes de los partidos políticos para “ponerlos a caldo” porque “es importante también criticar a todos, no solo a los no que piensan como nosotros” puede encajar en más definiciones de cosecha propia: “Es una apuesta por la valentía, un himno a la fragilidad y a cómo convertirla en fortaleza”.
La “heroína antiselfie”
Entre sus explicaciones sobre su forma de entender el arte, deja algún que otro mensaje con cartuchos de ironía dirigidos la gente joven: “La fata de conocimiento técnico no os debe parar para emprender algo. Aun así, las nuevas generaciones tenéis tanto conocimiento técnico que vuestros trabajos se parecen unos a otros”.
Acto seguido se sumerge en el qué. La “heroína antiselfie” propone un referente donde no cabe la figura masculina. Asiéndose a la cita de la escritora Remedios Zafra “Ser de alguien no es lo mismo que ser”, Ana Esmith opina que la mujer siempre ha sido presentada en relación con los hombres y en respuesta a unos cánones establecidos. Miss Beige marca otra senda: “El problema que tiene el patriarcado con ella es que no tiene un hashtag para controlarla”.
El cómo pide paso. Ante una sociedad que vira “hacia la vanidad y el egocentrismo” y ante “el exceso de imágenes que consumimos”, Miss Beige utiliza el espacio social y público para mostrar su visión del mundo y devolver su mirada “dispersa” al espectador, pretende “mirar al mirón”. Entre sus palabras, emerge la crítica del momento actual: “La tecnología de uso cotidiano ha promovido que nuestra propia imagen no nos pertenezca a nosotros sino al reinado de internet. Convertimos lo público en privado y lo privado en público por presión social y dejamos constancia de nuestras vidas. Los abuelos muchas veces no saben que están siendo explotados en las redes”.
“Hacer frente a la contrarreforma del pensamiento único”
En la radiografía puesta a la luz de las bombillas por Ana Esmith, Miss Beige aparece como una mujer que “cuestiona los estereotipos establecidos y resulta genial cuando intimida”. En definitiva, contribuye a “reforzar lo diverso y lo múltiple para hacer frente a la contrarreforma del pensamiento único”.
¿Por qué Miss Beige? Ana Esmith aborda la última de las cuestiones esenciales: “Miss Beige es una reivindicación sin rabia pero que mira cara a cara al patriarcado con humor y profundidad”. Ahí entra en escena el compromiso de cualquier artista que se precie: “Tenemos que hacer una llamada de atención, hay que involucrarse y alimentar el pensamiento crítico”. Los artistas, según su tesis, han de comprometerse con la época que les ha tocado vivir. Los del siglo XXI han de estar atentos a un momento en el que “todos juzgamos y etiquetamos todo lo que sale de las pantallas narcisistas que nos amamantan”.
Tomando como referente a la artista Esther Ferrer, “la persona más inteligente del país”, a Esmith le gusta que cada cual saque sus propias lecturas del duelo de miradas con Miss Beige. “Ella te coloca ante una sorpresa sin escapatoria; hay que dejar, sin miedo, que una emoción nos atreviese”.
Dolores de cabeza, dolores de cuenta bancaria
Superada la expectación generada por Lorena Palomino, directora del Grado en Bellas Artes de Nebrija, y respondidas las preguntas periodísticas, Ana Esmith atiende las cuestiones del público. Reconoce que en las colaboraciones que acepta ella tiene siempre la última palabra. “Ser libre y tener tu sello cuesta dolores de cabeza y de cuenta bancaria. No es una profesión para enriquecerse, pero tampoco hay que vivir con precariedad”, dice desde el atril.
En un alegato a favor del silencio y de la necesidad de no sonreír todo el tiempo, a Miss Beige le encantaría ir al Congreso de los Diputados y mirar a los representantes públicos desde la palestra. “Eso les asustaría más que decirles algo”, fantasea.
Durante su discurso, las fotos de Taking The sTreeTs ponen fondo y títulos a sus palabras. Allí esta Miss Beige sujetando los “huevos” del toro publicitario de Osborne, en pose política debajo de un retrato de Lola Flores, con una mochila de Glovo a la espalda, en una obra de Vallecas donde los vecinos han colocado un cartel de “se alquila zanja”, al lado de una novia color “merengue” en El Retiro, tirada en la nieve, remangada para recibir la vacuna contra la covid-19, ante una sede de la agencia tributaria con la corona del roscón de reyes, o protagonizando la imagen La dama del martillo en contraposición al cuadro La dama del armiño (Leonardo da Vinci).
Ahora sí, el final con sueños
Y el final casa con el principio. Ana Esmith se descubre, abandona el azul de la blusa, se enfunda en el beis y Miss Beige se despide de todos en la puerta de salida o de entrada. Esta vez no ha traído pipas ni las puede escupir, simplemente ha permitido a los estudiantes que “sueñen” con su trabajo.
Texto: Javier Picos. Fotos: Zaida del Río.