Los Acuerdos de Residencia del MERCOSUR, firmados en el año 2002, han beneficiado a unos cuatro millones de sudamericanos que obtuvieron un permiso de residencia en nueve países de la región. Así lo recordó Adriana Alfonso, que desempeñó un papel fundamental como redactora y negociadora de estos tratados en su cargo de responsable de la Delegación Argentina en la reunión de ministros del Interior del MERCOSUR hace veintidós años.
Invitada por la Cátedra Global Nebrija-Santander sobre Migraciones y Derechos Humanos, dirigida por Diego Acosta, defendió los Acuerdos, por encima de puntuales procesos de regularización de migrantes, porque supera argumentos en contra basados en la seguridad y el empleo. Los desmontó con la siguiente reflexión. Si un migrante tiene huella digital y residencia reconocida se puede localizar, como cualquier ciudadano, si delinque. Y en materia de empleo, está demostrado que los nichos que no quieren los nacionales los ocupan los nativos de otros países. De esta forma, por ejemplo, en Argentina, de “larga” tradición en política migratoria, los trabajos en agricultura, pintura o yesería son cubiertos por bolivianos; en construcción, por los paraguayos; y los referentes al cuidado de ancianos y niños, por peruanos.
La iniciativa argentina
La exdirectora del Área Jurídica de la Dirección Nacional de Migraciones del Ministerio del Interior de Argentina precisó que, en el momento de la gestación de los Acuerdos, Argentina sufría unas altas tasas de desempleo e inflación. No obstante, la Iglesia en ese momento pidió una “amnistía” de migrantes (en este sentido, un proceso regulatorio temporal) como había ocurrido otras veces en el país, pero el gobierno decidió plantear el tema en el marco de MERCOSUR.
Al final, la propuesta argentina se impuso a la brasileña, que luego aceptó la de sus vecinos, y en una negociación de cuatro meses se convirtió en un tratado vinculante entre los países miembros.
Hechos que hacen “temblar” el tratado
Las políticas del gobierno de turno más que las de Estado -una “realidad” en América del Sur- y dos hechos puntuales como la pandemia de la covid-19 y el exilio masivo de venezolanos “han hecho temblar un poco los Acuerdos de Residencia”.
Respecto al tema de los migrantes venezolanos, Adriana Alfonso apeló a la colaboración entre unos países que han de sentarse de nuevo ante la mesa de negociaciones, pero sin perder de vista la vigencia de los Acuerdos. Con la suspensión de Venezuela en el MERCOSUR, que provoca en el tema migratorio “una nebulosa o zona gris”, la excoordinadora del Programa para el Fortalecimiento de los Derechos de los Migrantes, Refugiados y Apátridas (Argentina) quiso dejar claro el espíritu de solidaridad internacional: “Nadie elige donde nace, pero eso marca su destino con independencia de si la persona presenta méritos. No se puede descargar las tintas contra un ciudadano que viene de un país que no tiene la misma ideología política que el tuyo”.
Texto: Javier Picos. Fotos: Zaida del Río