Había una semana Ramón y Cajal y otra Marañón. Esta era una cuenta pendiente y la I Semana Severo Ochoa ha comenzado a saldarla, rindiendo un homenaje a la figura del bioquímico español, Premio Nobel de Medicina o Fisiología en 1959, en reconocimiento a sus investigaciones en la síntesis biológica del ARN y del ADN.
Organizada por la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME), la Fundación Carmen y Severo Ochoa y la Universidad Nebrija, en colaboración con la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM) y la Fundación Real Academia Nacional de Medicina de España (FRANME) son las instituciones organizadoras de la I Semana Severo Ochoa, celebrada en Madrid.
La cita ha reunido a los mayores expertos en la vida y el legado del investigador español, pionero en el estudio del código genético y figura clave en la biología molecular moderna. Uno de los objetivos de la actividad es atraer la atención de los científicos del futuro. “Vamos a intentar que los jóvenes españoles conozcan la figura de Severo Ochoa y traten de imitar sus valores. Y ojalá en su día puedan hacer las mismas aportaciones que él hizo”, explicó el profesor Antonio Campos, vicepresidente de la RANME y coordinador de la I Semana Severo Ochoa.
Severo Ochoa y Nebrija
En el acto institucional, el rector de la Universidad Nebrija, José Muñiz, destacó el nivel científico, el Nobel, las aportaciones de Severo Ochoa y sus valores netamente universitarios. “Aunque les separan 500 años, Severo Ochoa y Antonio de Nebrija tenían grandes coincidencias. Los grandes siempre se encuentran porque tratan temas importantes”, destacó.
Gregorio Rodríguez-Boto, director decano del grado en Medicina de la Universidad Nebrija, califica de “sumamente importante” haber participado en la organización de las actividades. “Hemos comenzado este año la primera promoción de estudiantes de Medicina y teníamos mucho interés por estar en las instituciones que son la cumbre en este campo, porque Severo Ochoa lo era”.
Un Quijote científico
Regina Revilla, presidenta de la Fundación Carmen y Severo Ochoa, también participó en el acto institucional y calificó a Severo Ochoa de “Quijote científico”. El investigador asturiano tuvo que dejar España en 1936 y, cuando recibió el Nobel en 1959, compartido con Arthur Kornberg, trabajaba en la Universidad de Nueva York y ya se había nacionalizado estadounidense.
“A medida que crecía su prestigio, mayor era su presencia en nuestra patria y su compromiso con quienes aquí trataban de evitar más exilios científicos”, aseveró. Destacó también el anhelo del bioquímico por estimular a jóvenes científicos españoles, aspecto que destacó igualmente el doctor Antonio Ferrer Montiel, presidente de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular.
Actividades conmemorativas
El acto, conducido por Eduardo Díaz-Rubio, presidente de RANME, contó con la participación de Federico Mayor Menéndez, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular y director del Instituto de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid, que leyó unas notas del libro de su padre, Federico Mayor Zaragoza (no pudo asistir por motivos de salud), promovido por la Fundación Carmen y Severo Ochoa y dedicado al bioquímico.
También participó Vicente Rubio Zamora, doctor por la Universidad de Valencia e investigador en el Instituto de Biomedicina de Valencia del CSIC, quien igualmente repasó la vida de Ochoa, desde su exilio en 1936 a la concesión del Nobel, pasando por sus discípulos y su legado.
El programa de la semana, celebrada en la sede madrileña de la RANME, también ha incluido otras actividades como una lectura continuada de la obra del bioquímico, conferencias de los más importantes expertos en biología molecular o la lectura de la obra biográfica del científico, con voz generada por Inteligencia Artificial.
En colaboración con al SEBBM, también se ha organizado la exposición temporal “Severo Ochoa. Un científico apasionado”, con algunos efectos personales y documentación del bioquímico, desde su máquina de escribir a su traje académico, la réplica de la medalla del Nobel o su solicitud de ingreso en la Universidad. Puede visitarse hasta el 31 de enero en la sede de la RANME.
Texto: Abigail Campos Díez/ Fotos: Zaida del Río