“El dolor, la enfermedad, es el ruido atronador del cuerpo. La salud es el silencio del cuerpo”. Son palabras de Carlos López-Otín, durante la presentación de su último libro, “La levedad de las libélulas”, en la Universidad Nebrija. El catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo calificó la obra como “un libro de viajes al centro de la salud y de la vida”, en el que se hace una reflexión acerca de la fragilidad del ser humano.
Editado por Paidós, “La levedad de las libélulas” hace un viaje de tintes oníricos, filosóficos y humanistas por el devenir de la búsqueda de salud y los hallazgos médicos, a través del arte, la historia, la literatura, el teatro o la investigación científica, con alusiones desde Leonardo a Rimbaud, Diego Rivera, Frida Kahlo, Julio Cortázar, Dante o Munch, pasando por el biólogo Claude Bernard y por James Watson y Francis Crick, descubridores de la estructura del ADN.
“El libro rezuma humanismo y por eso es muy nebrijense”, dijo durante su presentación el rector de la Universidad Nebrija, José Muñiz, asegurando que López-Otín es un polímata y el libro así lo refleja. “Se mueve de los microbios al sentido de la vida con toda soltura y con rigor, y eso lo consiguen muy pocos”, recalcó, ante una audiencia de lectores a los que no les importó una larga espera para charlar unos minutos con el autor y llevarse el libro firmado.
La salud, según López-Otín
Reconocido internacionalmente por sus pioneras contribuciones a la investigación del genoma humano, del envejecimiento y de enfermedades como el cáncer, el nuevo libro de López-Otín tiene un mantra: definir la salud, según avanzó el propio autor, uno de los investigadores de mayor impacto científico en España y en el mundo, con 450 artículos publicados, más 70000 citas, 38 tesis, 12 patentes y varios honoris causa nacionales e internacionales, entre ellos el de la Universidad Nebrija.
La salud no es la mera ausencia de enfermedad, según explica, recordando que la enfermedad es consustancial a la vida. “La salud es el silencio, la armonía, el equilibrio, la sabiduría del cuerpo, y además el fruto de la equidad y la cultura de la vida”, definió, recordando que junto a la cita de Juvenal mens sana in corpore sano también debería considerarse corpore sano in mens sana.
López-Otín lamentó el “desdén” hacia la salud mental, insistiendo en que la salud biológica y la mental “es la misma ecuación, en permanente tensión”. En el mundo hay 17.000 enfermedades, este año se han diagnosticado 286.000 nuevos casos de cáncer en España y 22 millones en todo el mundo; la malaria causa 250 millones de infecciones, con una muerte por minuto; y los desórdenes mentales (“eclipses de alma”, según el autor) ya alcanzan a 1.000 millones de personas.
Biología molecular, la poesía del siglo XXI
López-Otín recordó el punto de inflexión que supuso el descubrimiento de la estructura en forma de doble hélice del ADN, realizado por Watson y Crick, un hallazgo crucial para entender cómo se almacena y transmite la información genética de los organismos vivos, y que supuso, según el autor, “descubrir lo que es la vida: la herencia y la identidad”. “En la ciencia y en la vida hay que dudar y es legítima la imperfección y el error. Por eso, pese a que la doble hélice tenía errores, esa imperfección dio lugar a mejoras y hoy se ha convertido en el icono de la vida”, subrayó, poniéndolo a la altura del icono de salud representado en el Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci.
Recordó que el hombre es “un milagro molecular”, con 60 millones de células, de las que solo la mitad son humanas, “con lo que estamos comunicados al 50% con la inhumanidad”; además tenemos 85.000 millones de neuronas y además necesitamos copiar los 3.000 millones de piezas de nuestro genoma durante la noche.
“Es increíble que todo eso pase. Me hace pensar que con tanta imperfección, entropía y tanto ruido nos hemos empeñado en añadir el ruido humano y el ruido social. ¿A quién le extraña que estemos enfermos? Lo extraño es que estemos sanos”, reflexionó, para asegurar que “la biología molecular es la poesía del siglo XXI”.
Respuestas de la evolución
Para conocer qué estamos haciendo tan mal, López-Otín sugirió preguntarle a la evolución. Después de la biológica vino una evolución cultural, que sobrepasó con rapidez a la primera, “y esta transición a la modernidad nos ha traído algunos problemas. Fuimos adoptando formas distintas de vivir, de trabajar, hasta de sentir y de morirnos”. Ese escenario nos ha convertido en víctimas del sedentarismo, la toxicidad, de los controles internos y nos ha llevado a una epidemia de soledad y tristeza.
“Hemos de cambiar las maneras de vivir y la ciencia nos dice que lo que está pasando es resultado de 3800 millones de años de evolución”, indicó. “La enfermedad está causada por la transición a la modernidad. Y no podemos quitarnos los genes con los que hemos ido evolucionando”.
De cara los eventuales grandes cambios en las maneras de vivir que se auguran para el futuro, López-Otín sugirió que, “mientras enseñamos a las máquinas, no nos olvidemos de educar a las personas”.
Texto: Abigail Campos Díez / Fotos: Zaida del Río