La neuropsicología, la disciplina que estudia la relación entre el cerebro, la conducta y las emociones, está cada vez más presente en ámbitos como las aulas. Sus aplicaciones y su entramado conformaron el eje de la IV Jornada de Neurociencia y Orientación Educativa que organiza el Máster en Cognición y Emoción en Contextos Educativos, que dirige Teresa Rossignoli, cofundadora de Stap2go.
Las neuropsicólogas Sara Valiente (Hospital Ruber Internacional de Madrid) y Elena Pérez Hernández (Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid) explicaron a las alumnas de la Universidad Nebrija diversas herramientas y consejos para fijar un diagnóstico certero a la población escolar.
Además del contenido más específico y los casos concretos dirigidos a las futuras profesionales, Sara Valiente ahondó en la “maravilla y la complejidad” del cerebro humano, con sus 100 000 millones de neuronas generando sinapsis y que, gracias a su plasticidad, va cambiando de peso desde los 350 gramos en el nacimiento a los 1400 gramos en la edad adulta.
“La intervención con niños equivale a acompañarlos en el desarrollo y con los adultos, a recuperar funciones”, manifestó la neuropsicóloga del Hospital Ruber Internacional. En ambos casos resulta “fundamental” el conocimiento del cerebro, sus dos hemisferios (el izquierdo, “más analista, aritmético y verbal”, y el derecho, “creativo y no verbal”), sus fibras de asociación, que conectan áreas alejadas entre sí, y sus funciones mentales superiores (la atención, la memoria, las funciones ejecutivas, el lenguaje y las visoperceptivas).
Diagnósticos precisos
En cualquier caso, Valiente aseguró que en los niños primero termina de desarrollarse los sentidos, luego el lenguaje y al final, en la adolescencia, las funciones cognitivas superiores.
La coordinación de todos los agentes para precisar diagnósticos de TDAH (Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad), dislexia o TEA (Trastornos del Espectro Autista) es el camino del éxito. La neuropsicóloga instó a hospitales, consultas, colegios y familias a estar conectados porque “todos somos piezas del mismo puzle”.
Reconociéndose de la vieja escuela, “la del papel y lápiz”, Sara Valiente detalló los pasos del proceso de evaluación: la identificación del coeficiente intelectual, de la atención, de las funciones ejecutivas, de la lecto-escritura y del ámbito personal y social. Todas estas etapas precisan pruebas diversas.
Valiente terminó su intervención con una de las más célebres frases del biólogo y psicólogo suizo Jean Piaget: “Los niños no juegan para aprender, aprenden porque juegan”.
Competencias educativas
En la segunda sesión de la IV Jornada de Neurociencia y Orientación Educativa, celebrada en el Campus de Lenguas y Educación en Madrid-Arturo Soria, Elena Pérez Hernández desarrolló una sesión práctica en torno a las competencias educativas desde la neuropsicología del desarrollo y la toma de decisiones, “lo que nos caracteriza como especie”.
La neuropsicóloga de la Universidad Autónoma se mostró en contra de frases como “ya madurará” o “vamos a ver cómo evoluciona” dirigidas a niños que les cuesta hacer algo. “Si tiene una pequeña dificultad vamos a hacer algo ahora para que no se convierta en un problema, que no se haga una bola de nieve, no voy a esperar a que tenga un dictamen de necesidades educativas”, señaló. En estos casos, los maestros de infantil pueden dar pistas sobre la necesidad de una actuación.
Cascada del desarrollo
Elena Pérez Hernández también advirtió de la llamada cascada del desarrollo donde un detalle que te indica que algo no va bien puede degenerar con los años en un problema. Citó a la psicóloga británica Annette Karmiloff-Smith que en 1999 explicaba este concepto: “Si el cerebro infantil en desarrollo comienza a ser altamente interactivo, entonces un deterioro inicial en un componente cognitivo es probable que tenga efectos en cascada en otras partes del sistema en desarrollo. Es decir, un déficit de nivel básico en el sistema cognitivo limitará la aparición de varias funciones cognitivas de nivel superior, debido a que estas funciones emergen de complejas interacciones en el cerebro”.
El taller con las alumnas del máster integró dinámicas como las que relacionaban los dos ciclos de primaria y la secundaria con las competencias clave para el aprendizaje permanente (lectoescritura; multilingüe; matemática y competencia en ciencia, tecnología e ingeniería; digital; personal, social y de aprender a aprender; ciudadana; emprendedora; y en conciencia y expresión culturales) y con las coordenadas de desarrollo neuroanatómico, de procesos cognitivos y emocionales y de competencia adquirida.
Texto y fotos: Javier Picos
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Recursos interesantes aportados por Sara Valiente.