70,8 millones de desplazados forzosos en el mundo. 25,9 millones de refugiados. Estas son las cifras que ACNUR, la Agencia de la ONU para los refugiados, ha recogido en su informe anual Tendencias Globales sobre desplazamiento forzoso en 2018. Estos datos se publican un día antes de que se celebre el Día Mundial del Refugiado, recordándonos que sigue siendo necesario repensar en qué términos se da el derecho a la vida para muchas personas.
Por ello, la Universidad Nebrija celebró esta efeméride con una serie de actividades cargadas de emotividad y respeto, sumándose así a la denuncia que tantas organizaciones humanitarias hacen sobre la situación que sufren millones de personas alrededor del mundo.
La Cátedra global Nebrija-Santander del español como lengua de migrantes y refugiados, en colaboración con diversas asociaciones humanitarias, llenó de color el patio del Campus Madrid-Princesa con diversas actividades en las que alumnos, profesores, personas inmigrantes y cualquiera que quisiera sumarse compartieron solidaridad y tiempo.
La jornada comenzó con una muestra del proyecto de teatro aplicado Ser y Estar. Esta iniciativa, llevada a cabo por la cátedra en colaboración con la compañía Cross Border Project, tiene como objetivo crear una metodología conjunta entre profesores de español y arte-educadores para aprender y enseñar el idioma a través del teatro, con el foco centrado en la emoción y la identidad.
En palabras de Lucía Miranda, directora y fundadora de la compañía de teatro: “gran parte del proyecto está enfocado a las personas refugiadas, a cómo aprender a reconocer las emociones y cómo comunicar tus sentimientos acerca de ese viaje terrible que muchos tienen que realizar”. A lo que añade: “Creo que es importante juntarnos y celebrarlo jugando como hemos hecho hoy. Me pregunto cuántos espacios de estos hay en Madrid para que gente que acaba de llegar, que en muchos casos está muy sola, pueda divertirse y ser ella misma al tiempo que hablan de cómo se siente. Creo que eso es un gran valor de este proyecto y de este día”.
La siguiente actividad consistió en la presentación de un proyecto realizado por los alumnos del Máster Universitario en Didáctica de ELE junto con la profesora Rocío Santamaría. En él, los alumnos trabajaron con un grupo de personas refugiadas acogidas por el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos. El objetivo principal del proyecto era apoyar la inclusión social, cultural y lingüística de personas en situación de vulnerabilidad.
Las mareas de la verdad, ganador del concurso Todos somos refugiados
El plato fuerte de la jornada fue la entrega del premio a los alumnos ganadores del concurso Todos somos refugiados. El proyecto ganador fue Las mareas de la verdad, presentado por los alumnos y alumnas Diego de la Fuente, Natalia Pérez y Eva Gil. El mismo fue entregado por Diego Moya, vicepresidente de la Asociación Cultural del Mediterráneo, y Edelmira Campos, responsable de Relaciones Externas del ACNUR.
Moya quiso reconocer el trabajo de los alumnos implicados y señaló que “este país, a pesar de todo, mantiene el interés por las personas marginadas”. Por su parte, Campos hizo hincapié en la importancia de la sensibilización para evitar discursos de odio que generen rechazo y discriminación. Por otro lado, valoró de forma muy positiva el proyecto, al entender que invita al alumno a pensar en cómo integrar al refugiado haciéndolo parte del mismo. “Hoy es un día agridulce. Recordamos algo muy trágico pero al mismo tiempo es un día de ilusión en el que las personas buscamos una solución duradera. Esta pasa por la integración de los refugiados, de los solicitantes de asilo, de los apátridas en los lugares donde llegan”, indicó la responsable del comité.
La cultura transmitida a través de la poesía
La jornada concluyó con la jam poética Palabras que son refugio, organizada conjuntamente con la ong Accem, que se dedica a la atención de personas refugiadas. La misma se llevó a cabo con personas que participan en el servicio de aprendizaje del idioma de la organización. Patricia Gallego, coordinadora del mismo, hizo una valoración relevante sobre la actividad: “creemos que la poesía es una forma de transmitir la cultura. Para las personas refugiadas aprender un idioma significa abrir una puerta. Es el primer paso para poder buscar trabajo, una vivienda e integrarse en el país”.
Durante toda la jornada la exposición Apátridas. El laberinto de los invisibles, organizada por el ACNUR y la AECID, estuvo abierta a todo el público, recordando así que aún existen millones de personas a las que se les niegan los derechos más básicos.