Vivimos, sin lugar a dudas, en un entorno al que los anglosajones denominan VUCA (Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad). El ruido llegó para engrosar las siglas con la `N´, de noise (ruido), y Mario Tascón, periodista especializado en el mundo digital y los nuevos medios, le añadió otra letra más, la `L´ de líquido, mundo líquido. Recopilando caracteres, estamos sumidos en la era VULCAN. Y en este “volcán” en erupción de un presente en el que resulta “difícil pensar más allá de un mes vista”, en un “mundo en el que hay que saber nadar, pero también bucear”, la evaluación en el aprendizaje se erige como “una herramienta de humildad, cambio y futuro”.
De esta forma, Olga Casanova, socia fundadora, directora y formadora en Arcix Formación, acotó uno de los ejes vertebrales en la práctica del profesor. Su conferencia interactiva estuvo encuadrada en la Semana de la Ciencia y la Innovación de la Comunidad de Madrid y en la Semana de la Facultad de Lenguas y Educación de la Universidad Nebrija.
En su opinión, la escuela, en este año, ha dejado de ser solo un lugar y “se ha metido en casa”, y ha obligado a trabajar a los equipos docentes y a los padres “aún más como equipo”. En el “viaje de aprendizaje” en el que consistió su charla, Casanova planteó tres preguntas: ¿para qué queremos la evaluación?, ¿cómo diseñar herramientas de evaluación formativa que acompañen el aprendizaje? Y ¿cuáles son las herramientas base para una evaluación auténtica?
A la primera de las cuestiones, la experta en metodología y estrategias innovadoras se aproximó distinguiendo dos tipos de evaluación: la social y sumativa, y la formativa. Mientras la primera, “califica, acredita y cierra el aprendizaje”, la segunda “acompaña el aprendizaje, identifica las evidencias, es una evaluación auténtica y es dinámica y personalizada”. En cualquier caso, las herramientas de evaluación formativa aportan, a su juicio, comunicación, acompañamiento y servicio.
Respecto a la segunda pregunta, Olga Casanova dejó claro a los profesores y aprendices de profesores que han de “seducir” con las herramientas adecuadas. “El problema no es la asignatura, sino los ojos con los que las conectamos a la realidad”, añadió. Los docentes, en su opinión, tienen que fijar los contenidos para luego inquirir “qué quieres que sepan los alumnos y qué quieres que sepan hacer”.
Entre taxonomías, videos de fragmentos de películas tan dispares como Espartaco y Manolito Gafotas, y dosis de humor, Olga Casanova consideró que el aprendizaje debe desembocar en experimentación y aconsejó a los futuros profesionales a fijarse en la actitud de los niños de corta edad y en la opinión de los formadores en redes sociales y blogs. “No hay nada más triste que abaratar el conocimiento. No hay que subestimar a los niños porque tienen una curiosidad habitual; para ellos, hay que crear un hábitat y un paisaje educativo”.
Después de las palabras de Eva Ponte, profesora y coordinadora académica de Prácticum del Máster Universitario de Formación del Profesorado de la Universidad Nebrija, y de contestar a la tercera pregunta con una reivindicación de la autoevaluación, la coevaluación y la heteroevaluación, Casanova transmitió la relevancia de la curiosidad, de la coherencia, de la síntesis y de la colaboración “para allanar el camino” en las aulas. “Nuestro trabajo es apasionante pero extraordinariamente humilde. Todos hemos sido alumnos y es una maravilla que alguien nos descubra y salgamos de nuestros roles”.
De su dialogo con los asistentes, Olga Casanova, certificada en Liderazgo en la Innovación y la Creatividad por el MIT Professional Education, licenciada en Filología Hispánica, y diplomada en Magisterio, quiso dejar un último mensaje en remojo en pleno entorno VULCAN: “Hay que enseñar a los alumnos a preferir el conocimiento más que la seguridad, porque de un suspenso puede salir con el tiempo un sobresaliente”.
Texto: Javier Picos. Fotos: Zaida del Río.