Los insultos gilipollas, imbécil y cabrón/cabrona son los improperios más frecuentes en España. En la lista de los diez más usados en nuestro país les siguen subnormal, hijoputa/hijaputa, tonto/tonta, idiota, puto/puta, capullo/capulla y payaso/payasa.
Así lo refleja un reciente proyecto de investigación en el que han participado más de 2 500 personas de todas las comunidades autónomas de España. El estudio, liderado por Jon Andoni Duñabeitia, director del Centro de Ciencia Cognitiva de la Facultad de Lenguas y Educación de la Universidad Nebrija, y María del Carmen Méndez Santos, profesora del Área de Lingüística de la Universidad de Alicante, ha logrado recoger más de 8000 insultos que han sido clasificados según su frecuencia de uso y la edad, origen e identidad de género de los hablantes.
Mediante un sencillo cuestionario en el que los participantes indicaban sus tres insultos más usados, se recopilaron 83 palabras diferentes usadas como ofensas de manera consistente, una cifra que está muy lejos de los cientos de términos que la lengua española refleja como insulto. La investigación ha mostrado diferencias regionales en el uso y abuso de los insultos, si bien gilipollas es el rey de los mismos. Los tres insultos más frecuentes por comunidad autónoma son:
Gilipollas, imbécil, cabrón/cabrona: Principado de Asturias, País Vasco, Comunidad Foral de Navarra, Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad de Madrid, Catalunya, Comunitat Valenciana e Illes Balears
Gilipollas, imbécil, hijoputa/hijaputa: Cantabria
Gilipollas, imbécil, subnormal: Galicia, Extremadura y Región de Murcia
Gilipollas, imbécil, idiota: La Rioja
Gilipollas, cabrón/cabrona, hijoputa/hijaputa: Andalucía
Gilipollas, cabrón/cabrona, subnormal: Canarias
El estudio muestra que los más jóvenes usan más gilipollas, mientras que el uso de cabrón aumenta a medida que la gente cumple años.
Según Jon Andoni Duñabeitia, “este estudio sugiere que, a la hora de ofender, y a pesar de la riqueza de la lengua, hombres y mujeres de toda España suelen escoger los mismos insultos”. El listado de insultos más frecuentes incluye términos que aluden a los estereotipos de feminidad, a las capacidades intelectuales y a la orientación sexual de las personas. “Las palabras que elegimos para insultar dejan entrever creencias, estereotipos y clichés de la sociedad, y el uso de determinado léxico puede representar un acto de discriminación consciente o inconsciente por parte del hablante”, opina Duñabeitia.
El insulto, de acuerdo con los coordinadores del estudio, puede actuar como elemento cohesionador e identificador de una comunidad de hablantes, e incluso como una marca personal como la que en su día vestía las crónicas radiofónicas del periodista José María García, que empleaba expresiones como abrazafarolas o cantamañanas.
Dejando aparte los insultos que el cine y los medios de comunicación pueden poner de moda, el contexto o la comunicación no verbal también puede convertir un insulto en un piropo. “Hay muchas maneras de decir hijo de puta, y que la expresión pase del insulto a la alabanza es a veces cuestión de una sonrisa, una palmada en la espalda, o un tono concreto, aunque hay muchas maneras mejores de felicitar sin recurrir a un léxico grosero y machista”, afirma Duñabeitia.
Texto: Javier Picos.