El reto multilateral de hacer frente a la crisis migratoria

La crisis migratoria que vivimos en los últimos años copa titulares casi cada semana. Pero detrás de las llamativas cifras hay personas que han perdido su hogar, que han dejado atrás a sus familias con la incierta esperanza de encontrar una salida mejor al otro lado del Mediterráneo. Desgraciadamente, al final de estos arriesgados trayectos en los que ponen su vida en peligro en numerosas ocasiones, muchos encuentran la muerte, la discriminación o la pobreza en países que no saben cómo hacer frente a la creciente crisis.

El grupo de investigación Seguridad, Gestión de Riesgos y Conflictos (SEGERICO) organizó, con motivo de la Semana de la Facultad de Ciencias Sociales, una jornada para analizar los problemas que se plantean en esta crisis y las distintas políticas migratorias que se están llevando a cabo para buscar una solución.

El rector, José Muñiz, inauguró la jornada con un reconocimiento y transmitiendo su admiración por las investigaciones que se están llevando a cabo en este campo. “La interdisciplinariedad es obligatoria para poder abordar la investigación con rigor porque la realidad es poliédrica”, añadió. Además, el rector aseguró que “la vida consiste en cambiar, en migrar, de ahí la importancia de este tema”.

El catedrático Carlos Espaliú, investigador principal del grupo SEGERICO y organizador de la jornada, explicó que el objetivo era “avanzar en las vías de solución de este grave problema”. Con las investigaciones y las intervenciones de los distintos ponentes “se quiere poder ayudar a los grandes actores de esta crisis a poner los pasos hacia la solución”.

La situación en el norte de África

El primero de los ponentes en intervenir fue Javier Puig Saura, subdirector general para el Magreb, perteneciente al Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España.

Puig aseguró que “el norte de África es una prioridad para la política exterior española por su proximidad y porque el Mediterráneo forma parte de la identidad de nuestro país”. Además de estas fronteras geográficas, compartimos con los países de estas zonas intereses económicos comunes. Con ellos debemos hacer frente conjunto a desafíos en términos de seguridad y en la gestión del componente humano, “no solo en la inmigración, sino en términos de cultura y educación”.

Aunque los países del norte de África han sufrido numerosas revoluciones que llevaban a pensar en la búsqueda de sistemas democráticos consolidados, según Puig, no se ha llegado esta estabilidad y no son capaces de hacer frente a su aumento demográfico: “Estos países siguen sin ser estables por la incapacidad de sus sistemas políticos de dar respuesta a una aspiración de una vida mejor de una sociedad bastante joven que se lo exige”.

Según el subdirector general para el Magreb, es necesario “llamar la atención de Bruselas sobre la necesidad de gestionar unas buenas relaciones con los países del norte de África porque su estabilidad contribuirá a nuestra seguridad”.

La política migratoria europea

En la primera mesa de debate participó José Luis Pardo, embajador en Misión Especial para Asuntos Migratorios; Juan Manuel Goig, catedrático de Derecho Político en la UNED y Javier Arribas Fernández, director de la Revista Atalayar.

José Luis Pardo explicó que la manera de prevenir y buscar una solución a largo plazo para las migraciones forzosas es conocer el origen de estos movimientos, las causas profundas que los provocan y contribuir a solucionarlas para que estas personas no se vean obligadas a dejar sus hogares y arriesgar sus vidas. Para ello, desde su punto de vista, es vital establecer buenas relaciones con las instituciones de estos países de origen.

Para Juan Manuel Goig, esto tiene que ser parte de la política migratoria europea que tiene que ser “más completa y con visión de futuro”. Muy crítico con la política actual aseguró que “hemos demostrado con esta política la incapacidad de acoger por falta de solidaridad europea”. Uno de los mayores errores, según Goig, es “enfrentar el problema de la inmigración como un problema de seguridad porque no siempre se respetan los derechos humanos. Tenemos que afianzar la seguridad de las fronteras, pero sin atentar contra los derechos humanos”.

La actitud de los países europeos ante la crisis migratoria ha sido, según el catedrático, “una reacción desproporcionada y discriminatoria en muchos casos”. Es necesario buscar una posición común “que tenga en cuenta la dignidad y derechos de todos. Debemos dejar de mirar la migración como un recambio económico o poblacional”.

Javier Arribas puso el acento en la responsabilidad de los medios de comunicación respecto a esta crisis: “Debemos compaginar nuestro compromiso con informar evitando el efecto llamada y siempre dar a las personas migrantes su dimensión de seres humanos”. Como profesional de los medios, Arribas aseguró que es necesario exigir profesionalidad y criterio periodístico en las informaciones.

Testimonios en primera persona

Ousman Umar dejó su casa en Ghana muy pequeño y sin tener oportunidad de estudiar tuvo que ponerse a trabajar para sobrevivir. Su periplo por África comenzó con el objetivo de encontrar una vida mejor y tras pasar años en Libia decidió embarcarse en una peligrosa travesía por el Mediterráneo para llegar a España en una patera en la que perdió a muchos de sus compañeros de viaje. Tras dos meses malviviendo en Barcelona una familia le dio la oportunidad de formar parte de su vida y formarse hasta conseguir estudiar Administración de Empresas y Marketing. Gracias a las puertas que le abrió la educación Umar comprendió que la clave para prosperar es “alimentar tu mente y no solo tu barriga”. Con esta filosofía ha montado una starup, la ONG Nasco Feeding Minds con la que ha puesto en marcha escuelas de formación en Ghana. “Tenemos que dar la oportunidad de la educación en los países de origen, para que las personas no tengan que arriesgarse en los viajes en patera”. Según Umar, “la salida más importante para África es la educación digital para poder trabajar junto a empresas europeas y de todo el mundo sin tener que cruzar el mar. Porque el auténtico paraíso está en tu casa”.

Josep Buades Fuster, coordinador del equipo SJM-Frontera Sur, vive en primera persona los intentos de los inmigrantes por salid de su país y llegar a España para buscar un futuro y desde la frontera de Melilla han observado el creciente aumento de personas que arriesgan su integridad física para pedir asilo.

Debido a la pandemia, desde marzo de 2020, los pasos fronterizos peatonales están cerrados y la Oficina de Asilo y Regio es inaccesible, por lo que muchas personas se arriesgan a pasar nadando desde la costa marroquí a las playas de Melilla con el riesgo que eso conlleva. Otra de las opciones que tienen es cruzar las vallas que están llenas de impedimentos físicos y son disuadidos por las fuerzas antidisturbios.

Según Buades, “urge actualizar el procedimiento de solicitud de protección en embajadas y consulados, regular los corredores humanitarios, eliminar los obstáculos lesivos de las vallas y elaborar un protocolo de atención a las víctimas y sus familias que preserve la dignidad de las víctimas”. Además, Buades denunció “la falta de garantías en las devoluciones en las fronteras”.

La iniciativa de Azucena Lorenzo, fundadora y presidenta de la Asociación para la Integración Lingüística de los Inmigrantes en Madrid, tiene como objetivo facilitar la integración y dar la herramienta más importante para la convivencia: es idioma. Desde su asociación han visto esa creciente demanda de clases de español para las personas migrantes como “herramienta para la convivencia”. “La lengua es la primera y más básica herramienta para involucrarse en la sociedad que les acoge, pero todos, la sociedad de acogida también, debemos poner de nuestra parte, tenemos que ser generosos y facilitar esa integración”.

El juez egipcio Adel Maged del Tribunal de Casación de Egipto denunció “las enormes posibilidades de los inmigrantes de caer en las redes del tráfico de personas y ser víctimas de la explotación sexual, laboral o el tráfico de órganos en su viaje a Europa, es lo que llamamos esclavitud moderna”. En su trayecto por el Mediterráneo son secuestrados y esclavizados por las mafias y con el covid, los criminales están adaptando sus estrategias. Las víctimas, además, tienen este nuevo riesgo de contagiarse en el trayecto.

Migración climática

“El cambio climático y la degradación ambiental es consecuencia directa o indirecta de la movilidad humana por las desigualdades que genera en muchos territorios”. Así lo afirmó Beatriz Felipe, cofundadora de CICrA Justicia Ambiental e investigadora asociada – CEDAT-URV.  El cambio climático provoca un conflicto por los recursos naturales. “La movilidad es, principalmente, por catástrofes naturales y la voluntad de los desplazados es volver a su tierra, pero en algunos sitios la degradación ambiental ha hecho que la alimentación y el acceso a recursos naturales como el agua sea muy difícil. Esto suele afectar a la población más desprotegida como minorías indígenas, poblaciones agrícolas, ganaderas y rurales”.  Las cifras avalan estas investigaciones que revelan que “en 2019 el 75% de los nuevos desplazamientos fueron por desastres naturales”.

Las soluciones de los países occidentales

En su ponencia, el investigador y catedrático Carlos Espaliú explicó algunas de las operaciones navales, como la Operación Sophia y la Operación Irini, que los países europeos han llevado a cabo para evitar el tráfico de personas en las aguas del Mediterráneo. Estas operaciones buscan eliminar las mafias que especulan con la vida de las personas que se ven obligados a dejar su país y sus familias atrás. La dificultad de parar a estas mafias es encontrarlas en su inicio “porque cuando llegan a Europa es el último eslabón de una cadena. Para que desaparezcan es necesario hace run marco de jurisprudencia para llevar a cabo diferentes misiones de la Unión Europea en los lugares de origen de estas mafias”.

La investigadora y profesora de Nebrija Susana de Sousa puso sobre la mesa las trágicas cifras de esta crisis humanitaria. En el año 2016, el pico de la crisis migratoria, se produjeron 5143 muertes en el Mediterráneo. “Estamos en un reto humanitario y de seguridad”, dijo Susana de Sousa, “la estrategia de control de migración tiene que tener una aproximación humanitaria principalmente”.

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