José Muñiz aparcó sus obligaciones como rector de la Universidad Nebrija durante una hora y media para ejercer de psicómetra y hablar a los estudiantes sobre las perspectivas actuales y los retos de la evaluación psicológica. En la sesión adelantada a IMPULSA, las I Jornadas de Empleo Nebrija, el profesor asturiano recomendó, en su campo de saber, “una visión global y organizada para que cobren sentido los detalles técnicos”.
En los prolegómenos de su presentación, quiso dejar claro que la razón de ser de la psicología se resume en que el comportamiento humano no es lógico, sino psicológico. También hizo acopio de citas, como la del físico y matemático Lord Kevin, que en el siglo XIX ya preconizaba que “lo que no se mide, no se puede mejorar”, de lecturas como Pensar rápido, pensar despacio, del Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman, y de los consejos para que los jóvenes lean más expresados recientemente en los actos de Nebrija por el filósofo Emilio Lledó y la periodista Mercedes Milá.
Metido en harina psicométrica, Muñiz enumeró los eslabones de la cadena de intervención en psicología: evaluación rigurosa, diagnóstico preciso, intervención eficaz y evaluación de la intervención. “Trabajéis en el campo que trabajéis este es el esquema fundamental”, precisó a los futuros psicólogos. En un modelo integral de evaluación, hay que dar respuesta, a su juicio, a estas siete cuestiones: qué se evalúa y para qué –“la inteligencia y la personalidad son las variables más evaluadas”-, partes legítimamente implicadas, quién evalúa, cómo se evalúa -metodología, test-, feedback a las partes –“cómo se reportan los datos, qué informe se genera”-, planes de mejora y opinión de las partes. En este proceso y en su vida laboral, el profesional “no debe caer en ningún determinismo como el biologicista y el socio-cultural” que establecen que el cerebro y el ambiente, respectivamente, segregan la conducta.
Fechner y Spearman
“Medir lo psicológico es complejo pero posible”, se reafirmó el rector de la Universidad Nebrija. Para demostrar esta tesis esbozó el origen histórico de la medición psicológica de Elementos de Psicofísica (1860), de Gustav Fechner, y el modelo lineal clásico, de Charles Spearman. No dejó escapar la ocasión para nombrar a las tres personas que más influyeron en su carrera profesional: Louis Leon Thurstone (1887-1955), Mariano Yela (1921-1994) y Ronald K. Hambleton (nacido en 1943).
Cuando en 1977 José Muñiz se licenció, las tarjetas perforadas con los datos de la persona y las máquinas creadas ad hoc estaban a la orden del día en la evaluación psicológica. 45 años después, la digitalización ha impulsado modelos psicométricos especializados y numerosas aplicaciones con más de 50 formatos identificados en la literatura psicométrica, “aunque ahora–advirtió a los alumnos- las revistas psicológicas potentes no las encontráis en internet y debéis tener precaución con las novedades en los test”.
En la evaluación psicológica del futuro, en una “cruel” guerra que ya han empezado a dirimir la inteligencia humana (el carbono) y la inteligencia artificial (el silicio), el impacto de las nuevas tecnologías de la medición cobrará cada vez más protagonismo en un momento en el que, de acuerdo con el rector, ya se envían los test a los clientes y los teléfonos inteligentes facilitan maneras de evaluación in situ.
José Muñiz, ante una pregunta de una alumna de Psicología, recomendó cursar el grado en España y luego, si hay oportunidad, matricularse en algún curso en Estados Unidos o Inglaterra, “donde son muy buenos en la especialización”, pero, opinó: “España es la tercera, cuarta o quinta del mundo en Psicología, somos muy potentes”.
Texto: Javier Picos. Fotos: Zaida del Río.
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