Un año más, hemos celebrado un encuentro que nació hace ya ocho años: la Jornada de Lengua y Migración de la Universidad Nebrija. Enmarcada dentro de la Semana de la Ciencia y la Innovación de la Comunidad de Madrid y organizada por la Cátedra global Nebrija-Santander del español como lengua de migrantes y refugiados, tiene doble objetivo de visibilizar la realidad migratoria y fomentar la integración sociolingüística desde el ámbito de la investigación. La misión, en este caso, la llevaron a cabo primero Manuela Pedregal y Patricia González, doctoras en educación de Nebrija, después la poeta y docente Rosana Acquaroni y, por último el reconocido autor, docente e investigador Daniel Cassany.
La decana de la Facultad de Lenguas y Educación de Nebrija, Susana Martín-Leralta, inauguró la jornada con una exposición sobre los últimos avances de la red INMIGRA. Formada por seis grupos de investigación de las universidades de Alcalá, Nebrija, y Europea, e integrada en el programa de actividades de I+D de la Comunidad de Madrid. Su objetivo es el de estudiar desde una perspectiva multidisciplinar los factores lingüísticos, comunicativos, culturales y sociales que intervienen en el proceso de integración de la población migrante en la Comunidad de Madrid.
Educar para la vida y también para la muerte
Acto seguido, subieron al escenario las docentes y doctoras en educación de Nebrija Manuela Pedregal y Patricia González para abordar un tema en muchas ocasiones es olvidado en las aulas: la muerte. En la exposición de su proyecto “Pedagogía de la Muerte”, ambas se cuestionaron “por qué educando para la vida, no integramos también la muerte en este contexto”. No obstante, antes de empezar este camino, las profesoras señalaron algunas preguntas clave para hablar de la muerte en clase y que pasan por responder cuestiones como: ¿qué es para nosotros la muerte?; ¿cómo la vivimos? o si es necesaria y formativa, entre otras.
Además de estas cuestiones, Manuela Pedregal señaló el concepto de las “muertes parciales”, es decir, un abandono, una pérdida de trabajo o una mudanza, entre otros, como forma de trabajar la pedagogía de la muerte. Todas ellas, según Patricia, “nos generan un preajuste emocional parecido al de la pérdida de un ser querido” y sobre el que debemos aplicar un enfoque de normalización.
En el mismo sentido y de una forma más focalizada sobre el tratamiento de la muerte en la enseñanza a la población migrante, Pedregal señaló algunos principios de actuación que debemos seguir. El primero de ellos pasa por la coordinación, la comunicación y la coherencia en los centros educativos que los acogen y en sus docentes de forma. Esto nos permitirá generar un plan de acogida, otro de actuación y por último, uno de duelo. A continuación, debe haber un proceso de escucha y expresión – sin interrumpir, sin estimular y sin reprimir -.
Por último, debe haber una estrategia de observación y acompañamiento tras la pérdida de un ser querido, y conseguir una fluidez en la comunicación dejando siempre las puertas abiertas “ya que una muerte no se supera, se aprende a convivir con ella”. Eso sí, Manuela Pedregal dejó claro que, aunque sea positivo trata la muerte en clase, no se debe poner la lupa constantemente sobre ella, ya que “eso sería forzarlo y no es lo que estamos buscando”.
La poesía como experiencia de aprendizaje en ELE
Otra de las temáticas que se abordaron durante la Jornada de Lengua y Migración fue el impacto de la poesía en la enseñanza del español como lengua extranjera. Para ello, la poeta y docente Rosana Acquaroni, empezó mostrando a los asistentes dos imágenes y animándolos a opinar sobre cuál de ellas era más creativa: una en que salía un puzle construido o una en la que aparecía completo.
En esta búsqueda sobre qué es la creatividad, Acquaroni también se detuvo en una publicación de la dramaturga visual Jana Pacheco en la que aparece barriendo la arena de una playa. Según la docente, este vídeo refleja muy bien lo que es la creatividad, “que no es más que un producto de la inteligencia que tiene que ver con la imaginación para pensar las cosas que no están y que también está muy presente en la poesía”.
Recordando la frase del autor español José Hierro en la que afirmaba que “la poesía siempre dice más de lo que dice”, la poeta y docente ilustró los beneficios de este género narrativo dentro del aula. Para ello, y a través de un taller de escritura creativo, encuadró a la poesía en “todo o que tiene que ver con lo connotativo, pero también con el vuelo metafórico” que es lo que la convierte “en una de las grandes herramientas de la conceptualización de la realidad”.
Precisamente esa conceptualización de la realidad de la poesía es una de las claves dentro del aula y en particular en la enseñanza del español a migrantes y refugiados. Dentro de ella, se incluyen la mediación, con la que podemos reducir la distancia entre dos o más elementos distintos y la transculturalidad, que nos permite dar una vuelta más y girarnos hacia la realidad de nuestros estudiantes. En definitiva, según Rosana Acquaroni, “la poesía nos sirve para ir más allá, ser mediadora entre lo que siento y lo que comunico y, sobre todo, ser usada para trazar puentes entre culturas”.
Abrir ventanas a través de la lectura
Otra de las herramientas que puede ayudar en la enseñanza de una lengua reside en la lectura. Esa fue precisamente la reivindicación del reputado investigador, docente y autor Daniel Cassany, quien animó a los asistentes a “abrir ventanas” a través de los libros. Durante su ponencia, el escritor realizó una exposición general sobre la enseñanza actual en Europa y señaló el enfoque, “a veces demasiado neoliberal a la hora de enseñar y aprender una lengua”, como uno de sus grandes problemas.
“Si haces un análisis de los materiales incluidos en los libros de texto, es terrible ya que parece que estamos preparando a futuros empleados. Creo que también hay que enseñar a los estudiantes a comunicarse, a entender un contrato de alquiler o a desarrollar las habilidades necesarias para entrar en el mercado laboral”, afirmó el docente. En este sentido, quiso matizar que “no se trata de renegar de la doctrina del marco europeo de referencia común”, sino de que la educación “se base más en conceptos científicos o empíricos, antes que en conceptos políticos”.
Esta enseñanza también se aplica al aprendizaje del español por parte del colectivo de migrantes y refugiados. En este sentido, Cassany considera imprescindible acercarnos a ellos y obtener información sin que se sientan intimidados. “Debemos saber quiénes son, conocer su nivel de alfabetización y comprender su cultura”, declaró. Estos tres elementos son muy importantes y entran en juego en el aula según el docente: “no es lo mismo la alfabetización en la cultura árabe que en muchas ocasiones se produce en la mezquita que en el mundo eslavo, donde la alfabetización se lleva a cabo en la familia”.
Para conocer a los estudiantes, la única manera es tratar de desarrollar una relación con ellos, “obtener información, pero sin que se sientan intimidados o sientan que te metes en su vida”. Y, sobre todo, lo más importante de acuerdo a las palabras del propio Cassany es conectar con los alumnos y “que conozcan la poesía, la lectura u otros elementos que les emocionen y les ayuden a aprender español o la lengua que estén tratando de dominar”.