La Escuela Infantil “La Encina” (Granada) y la Bodega “El Castillo” (Palencia) obras de los profesores de proyectos arquitectónicos de la Universidad Nebrija, Alejandro Muñoz Miranda y Fernando Moral, han sido proyectos seleccionados por parte del jurado de la XII Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo. La Bienal, dirigida por los arquitectos Nieto y Sobejano, y con un jurado integrado por Andrés Jaque, Sebastià Jornet Forner, Sol Madridejos, Rafael Aranda i Quilés, Matthias Sauerbruch, y Wilfried Wang, ha admitido un total de 583 propuestas que recogen un amplísimo espectro de todo el trabajo desarrollado por los arquitectos españoles durante los últimos dos años. De entre todas ellas se han querido destacar las que mejor han reflejado el punto de inflexión en el que se encuentra la arquitectura en nuestro país dentro de un contexto socio-económico extremadamente complejo. Aquellas intervenciones que reflexionan y aportan cuestiones interesantes en un mundo cambiante.
La Escuela Infantil “La Encina” proyectada y dirigida por Alejandro Muñoz Miranda se enmarca dentro del programa dotacional de escuelas municipales y públicas en El Chaparral, una pedanía de Albolote en Granada. La tradición vernacular de las contrucciones hispano-musulmanas hace de esta intervención una apuesta de innovación y de continuidad con la tradición encalada. La masividad abstracta expresada al sur, como protección solar, se interrumpe con fisuras, que permiten, con una sección variable, entender el uso dinámico o estancial (vidrios coloreados o incoloros respectivamente) de la guardería. Al interior y cara norte, se abre el centro al jardín donde todas las aulas poseen una relación de fluida. En este jardín un porche se enlaza con un patio exterior cubierto que se convierte en el corazón del edificio, en donde las vibraciones cromáticas vuelven a inundar los espacios interiores con los cuales los niños estimulan sus sentidos y percepciones.
La Bodega “El Castillo” (Palencia) proyectada y dirigida por Fernando Moral desarrolla la reforma y adecuación de una bodega “bicentenaria” en restaurante. La antigua galería subterránea será el comedor principal y en el bloque nuevo se disponen la zona de bar, cocinas y las dependencias auxiliares. La actuación busca construir la continuidad de sensaciones entre todos los espacios del complejo. La colina que alberga la obra está formada en su totalidad por tierra, extremadamente compacta cual roca parda que aporta unas condiciones energéticas óptimas. El resultado ha sido posible con el trabajo continuo, exhaustivo y experimental a lo largo de toda la ejecución. Una materia dura, firme, grave,… marcada por la presión, el clima y el tiempo.
Ambas obras han sido publicadas en prestigiosas plataformas editoriales de carácter internacional y también han sido reconocidas con diferentes distinciones en diversos certámenes arquitectónicos.
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