“Inmediatez” es un término bastante arraigado en la sociedad actual, deseosa y capaz de dar respuesta a diversos interrogantes al poco de plantearlos en cualquier momento dado. Sin embargo, las nuevas herramientas pueden traer consigo daños colaterales que se ven reflejados en las prisas con las que cualquiera de nosotros busca resolver situaciones, proyectos o incluso la vida entera. Ante la necesidad de saborear cuanto antes el fruto de nuestro esfuerzo surgen voces cuyas historias representan lo contrario y, sin embargo, llegan acompañadas de una buena sonrisa. El piloto Lucas Ordóñez nos presentó el pasado lunes una trayectoria personal llena de anécdotas, lecciones y un crecimiento a escala mundial que partió de un curioso momento que acabaría siendo la primera recompensa a su virtud, un esfuerzo basado en paciencia y constancia ante un sueño que llegó a presuponerse imposible. (Click en título para más)
El protagonista madrileño comenzó a elaborar su exposición a partir de un denominador común en jóvenes promesas, una etapa de Karting y monoplazas que, a pesar llevar consigo buenos argumentos para seguir apostando, no cedería el paso a un nuevo capítulo sobre ruedas a causa de uno de los motivos más frecuentes en estas historias, la falta de presupuesto. Prestando valiosos segundos a recordar la importancia de una buena educación para llegar a cualquier aspiración, es en su etapa universitaria cuando, en un giro inesperado de la vida, ésta vuelve a colocarlo cara a cara con su sueño. Sacando horas de entrenamiento dentro de un atareado horario y remontando la desventaja inicial frente a sus rivales a base de esfuerzo y constancia, Lucas se impone en la 1º edición de la “GT Academy” presentada por el tándem Nissan-Gran Turismo para convertir a un dominador virtual en un aspirante real dentro del automovilismo. Hasta aquel año 2008 ese lazo entre ambos mundos era una utopía y, al poco tiempo, pasa a estar cubierto de oro cuando el mundo descubre lo que su primera promesa es capaz de hacer fuera de la pantalla. Lucas volvió a recordarnos su renuncia a conformarse y estancarse en cualquier logro que, sin embargo, no pudiera ser más que un paso intermedio hacia la meta que siempre había tenido. Su actitud consigue mantenerlo en la órbita del equipo nipón y, con ello, se alza en varias disciplinas de turismos que acabarían dejando paso a sus mejores memorias guardadas hasta la fecha. Todos los afortunados que pudimos acudir a su exposición mostramos la misma faceta de admiración que el mundo presentó cuando el piloto español fue capaz de subirse 2 veces al podio en “La Carrera de las carreras”, las 24H de Le Mans de los años 2011 y 2013. En efecto, fue entonces cuando ante nosotros terminó de formarse el mejor ejemplo posible de que siempre valdrá la pena seguir luchando por aquella meta que pueda parecer inalcanzable. La aventura presentó altibajos con diversos proyectos sobre vehículos de distintas categorías y, con todo ello, su futuro sigue dependiendo de una esperada llamada a final de año que anuncie cuál va a ser su destino en la siguiente temporada. Pudimos hacernos bien a la idea del tesoro que esconderá la disciplina que se haga con los servicios de un piloto con un talento indiscutible y una mente bien estructurada en torno a unos valiosos ideales forjados en una situación comprometida, común en muchos casos y resuelta de esta manera en muy pocos.
Lucas mantuvo una inmensa seguridad en lo que podía hacer incluso cuando los resultados no acompañaban y la cuerda no hacía más que tensarse. Confió en su trabajo, en lo que antes había conseguido y, como de costumbre, se puso manos a la obra hacia el incierto futuro. Es aquí cuando surge el particular símil con la ingeniería, una carrera de fondo en la cual los tropezones no deben mermar nuestra confianza y actitud basada en el aprendizaje y crecimiento continuo en un camino que, aun pareciendo un extenuante desierto en diversas ocasiones, siempre encierra el mejor oasis para aquellas personas que más hagan por encontrarlo.
Cualquier persona puede vaticinarnos éxito o fracaso y, sin embargo, nadie sabe si entre las vueltas de la vida se encuentra aquella que nos permita acercarnos a nuestro preciado objetivo. Eso sí, estar ante ella, como Lucas volvió a recordar, suele depender de la dosis de paciencia, esfuerzo y perseverancia que demostremos a diario. Estos son los factores que siempre podremos sentir y plasmar a lo largo del proceso, un camino en el que ejemplos como el de Lucas Ordóñez se cruzan para dar un valioso e inolvidable impulso a nuestra marcha. Solo depende de nosotros el que ésta sea imparable.