Pequeñas grandes librerías

Las librerías juegan un papel decisivo en el engranaje comercial que constituye la cadena del libro. Eludiremos hoy todo augurio sobre su rumbo al constituirse -o no- en proveedoras del libro electrónico, para limitarnos a comentar la relativa cuestión de su tamaño siendo que, al menos desde mi punto de vista, toda librería es grande y más aún aquellas de barrio que aseguran un acceso cercano a los libros y a la cultura.

La librería tiene la virtud de ser un mundo de descubrimiento que no exige sino el repaso tranquilo de sus estantes, entre cuyos volúmenes se puede localizar más de una joya inesperada. Es en las pequeñas librerías donde calidad frente a cantidad se impone como un paso en la dirección correcta y donde se encuentran algunas maravillas que atesorar en la biblioteca.

Quizás, el hecho de que me resulte inconcebible visitar una de ellas -a propósito o de forma inesperada- sin salir con un libro entre las manos, me empuje siempre a examinar concienzudamente los títulos y ediciones disponibles a fin de encontrar aquellos que me están destinados, sin ser capaz de alcanzar esta suerte de hallazgo mágico -para mí equiparable a una aventura- por ese otro camino de la librería virtual, ajena al trabajo de campo con el que cualquier explorador se deleita en los estantes llenos de impresos. De la fortuna de tales encuentros emana el cariño que les profeso como lugares íntimos, propicios al feliz encuentro entre libros y lectores que se buscan mutuamente.

Suelen ser establecimientos obligados a conciliar diversidad y pertinencia en espacios relativamente pequeños, donde la fisicidad del libro impreso resulta determinante en la organización espacial, la señalización y el modelo de negocio. En ellas, como en todas, resulta capital la figura de un librero que oriente al lector y responda a sus observaciones o dudas sobre autores y ediciones.

El calor que destilan es revelador y me anima a escribir estas líneas de elogio, llevado precisamente de mis últimas adquisiciones vacacionales en una pequeña librería llamada La Fona, en el pueblo valenciano de Oliva, donde durante muchos años he tenido éxito en la búsqueda de esos tesoros. En esta librería generalista que resiste, como otras muchas, los constantes envites a los que se ve actualmente sometida la cadena tradicional del libro, he disfrutado de la entrega al lento y paciente descubrimiento de libros que quizás sólo a mí me aguardaban.

Todo lo mencionado más arriba representa, pues, a esta pequeña librería y es representado por ella. Pero el entusiasmo que de este contexto se deriva -siendo como soy analógico de corazón- no consigo reproducirlo hoy en mis búsquedas librarias por la Red, que sin embargo hago mías también en justa convivencia con un modelo añejo al que no deberíamos renunciar, porque sabemos que lo pequeño puede ser grande y lo grande pequeño, y cada uno que entienda en esta sentencia lo que desee, aunque confío en que, por mi parte, haya quedado claro cuál es el significado que algunos damos a las pequeñas grandes librerías.

Rafael Jiménez Pascual
Subdirector de la Red de Bibliotecas de la Universidad Nebrija

5 Comentarios

  1. Estupendo artículo, querido profesor, que solo puede haber escrito alguien que ha leído -no solo mucho- sino sobre todo bien. Las nuevas generaciones no saben lo que se pierden al prescindir del mundo analógico. Solo espero que el inevitable «apagón digital» (la caída de la Red que auguran muchos pensadores) haga que sobrevivan quien, como Ud., saben rebuscar en un anaquel sin pasar el dedo por una pantallita imaginaria.

  2. Muchas gracias por el reconocimiento de la labor de las pequeñas librerias, que en estos tiempos de incertidumbre nos animan a resistir.
    Salud
    Francesc Llopis gerente de la Llibreria la Fona de Oliva

  3. Preciosas y acertadas palabras las que dirige nuestro compañero hacia las librerías, los libros y los libreros, pero también hacia el lector que en la búsqueda de pequeños tesoros descubre el placer de ese viaje entre viejas estanterías. Ánimo a todos los que luchan cada día por sacar adelante una librería, que no es un simple negocio, pues sin ellas estaríamos perdidos.

  4. Estupendo artículo Rafael¡ la Universidad Nebrija tiene una enorme suerte de tener a un responsable de su biblioteca tan sensible y profesional como lo eres tú, desde aquí animo a todos los estudiantes a frecuentar más la Biblioteca Nebrija y a seguir los seminarios que organiza el Prof. Rafael Jiménez, que deberían ser de obligada asistencia para todos los alumnos de la universidad para llevar a buen término los trabajos a realizar durante el Grado así como los de Fin de Grado.

  5. Un articulo tan excelente como a los que nos tiene acostumbrados el prof
    Rafael Jimenez.
    Profundizando en un tema tan importante como son las pequeñas librerias
    Y con la sensibilidad de siempre, nos influye en la busqueda de nuevas
    sensaciones , que no están en otros lugares.
    A mí me ha sucedido.
    Gracias.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *