Uno de los significados que el diccionario de la Real Academia Española le atribuye a la palabra escritor es: “Persona que escribe”. Esta acepción del término es la más afín a mi punto de vista ya que reconoce a cada persona como escritora en potencia. Considero que todos podemos hacernos escritores y que, para ello, lo único que hace falta es sentarse y comenzar a escribir.
Tal y como señala Dahl (2008): “[…] prácticamente todos los escritores que han acabado por alcanzar el éxito en el mundo de la ficción han empezado en otro oficio: maestro, quizás, o médico o periodista o abogado”. Esta verdad universal nos hace pensar de inmediato en que independientemente de en qué estás ocupando tu tiempo, a qué dedicas tu empeño académico o profesional, todos tenemos un escritor dentro que puede eventual y óptimamente salir y brillar.
Sin duda, aquello que diferencia a un escritor de alguien que no lo es, es la motivación. Para desarrollar el hábito de escribir y, por lo tanto, “ser escritor”, resulta fundamental sentir necesidad por decir algo, incluso de gritarlo. Aquel que no tenga nada que reclamar, ningún sentimiento que expresar, un desahogo pendiente u otro motivo que lo empuje a escribir, es muy probable que no lo haga y que mantenga inéditos los textos de su escritor interno.
Lo cierto es que la vida misma nos expone a infinitas experiencias y, por ello, a múltiples sentimientos. Me atrevería a afirmar que quien diga que no encuentra fuentes de motivación o inspiración para escribir, miente. Además, hoy en día, gracias a la tecnología y a la globalización, no es necesario publicar libros para compartir producciones literarias o académicas con el resto de personas. Esto hace mucho más sencilla y diversa la difusión de lo que escribimos. En todo caso, lo que sí aleja a las personas de convertirse en escritores es la falta de interés.
Pedro Suárez-Vértiz, el máximo exponente del Rock en Perú, es el ejemplo vivo, tanto de la ya mencionada inquietud de expresión, como de que nunca es tarde para hallar en la escritura un hábito e incluso una profesión. Siendo de los músicos peruanos más populares de la historia, fue diagnosticado con disartria, una enfermedad que ataca al sistema nervioso y produce dificultades al hablar que se agravan con los años. Como es lógico, esto lo alejó de los escenarios para siempre. Desde entonces, fue poco a poco adentrándose en la escritura, impulsado por la misma llama que lo condujo a una carrera musical exitosa. Ya ha publicado un libro titulado “Yo, Pedro” y trabaja escribiendo columnas para El Comercio, el periódico más importante del país. Si bien como escritor tiene ciertos detractores, nadie puede decir que no lo sea. Es un claro ejemplo de que todos podemos escribir y nos ha dado la lección de que cuando tienes algo que contar, puedes encontrar la manera de hacerlo.
Para terminar, quiero destacar que estamos acostumbrados a ver a los escritores como personas tocadas por una varita mágica. Quizás lo sean aquellos que logran cautivar a millones de personas y vivir de ello; sin embargo, todos podemos ser escritores si nos lanzamos a la aventura de lo desconocido, nos lo proponemos y damos el paso de materializar por la vía de la escritura nuestras ideas, experiencias, historias, sueños, reflexiones, conocimientos, entre otros. Nadie nos obliga a ser genios literarios, pero tampoco nos impiden escribir y, por ende, ser escritores. Por lo tanto, si realmente tienes algo que decir y ganas de escribirlo, hazlo. Las únicas barreras que te separan de convertirte en un escritor serán aquellas que tú te impongas.
Salvador Galdós Moreno
Estudiante de 2º curso de CADE
Referencias bibliográficas: Dahl, R. (2008). Historias extraordinarias. Anagrama.
Para mi es muy importante escribir, me desahogo y me lo paso genial. Todos deberíamos escribir! Un saludo.
¡Me encanta! Y que ganas de escribir me ha dado. No conocía el trabajo literario de Pedro Suárez-Vértiz, muchas gracias por este artículo motivante.