¿Todavía sigues ahí? No está mal para ser la primera vez. Veamos, hemos hablado de la voz, de los gestos, ¿qué nos falta?
Pues falta por hablar de ciertos aspectos a los que prestamos poca atención pero que también influyen en el éxito de nuestra sesión online. Nadie duda de la importancia de las expresiones faciales. Son indomables y nuestro indicador más fiable de nuestro estado de ánimo. Nos permiten expresar todo tipo de emociones y mostrar así un buen dominio del lenguaje a todos los niveles. Lo mismo sucede con los gestos. Se anticipan a nuestras palabras y permiten a los estudiantes prever qué es lo que viene a continuación. Pero por mucho que seamos unos maestros del lenguaje se nos olvidan otros factores a tener en cuenta.
Existen numerosas barreras comunicativas.
Ahí sigues tú, conectado. Soltando tu discurso, dándolo todo. Se acerca el final de la sesión. Ya casi lo tienes y has salido bastante indemne por no decir victorioso. Estás hecho un máquina y, de repente, un alumno pregunta: “¿Por qué no se te ve la cara?”. Y ahí te quedas petrificado. ¿Pero qué dice este energúmeno?
Y es entonces cuando se hace la luz o más bien la falta de ella. A ver si voy a ser yo el que está en el lado oscuro. Te fijas en tu cara en la ventana para descubrir que la luz que te ilumina está mal encuadrada. Sí, se te ve pero si estás usando una luz cenital por ejemplo la del techo de la habitación (que sería lo más normal del mundo) es más que probable que parte de tu cara se vea sombreada. Ya no eres el docente, el que todo lo sabe y entiende, ahora eres… ¡¡¡un panda!!! Porque si algo tiene la luz cenital es que ilumina la frente pero oscurece las cejas y la zona ocular. Y todo lo que has estado cuidando, tus expresiones, gestos, etc. no han servido para nada.
En un entorno digital, la iluminación se convierte en un factor clave. Si a esto le unimos los ruidos pues ya tenemos todo el pack. Una buena conexión y un micrófono en condiciones pueden hacerte la vida mucho más fácil.
La sesión se acaba. Los estudiantes dan gracias. Desaparecen en cuestión de segundos. Con lo que les había costado conectarse… Y ahí estás, agotado, agarrotado tras una sesión tan intensa porque no nos engañemos; una sesión online es mucho más desafiante que una presencial. Pones en marcha todos tus recursos para hacer de la “experiencia de aprendizaje” algo significativo. Algo que les haya merecido la pena, que les permita tener la sensación de que no han estado pegados a la silla para irse tal cual llegaron.
Pero no te preocupes, esta ha sido la primera y sigues vivo. Como todo en esta vida con la práctica se mejora y ¿sabes qué? Hasta se disfruta.
PD: Prometo una matrícula de honor para aquel bienaventurado que consiga diseñar un inhibidor “económico” para neutralizar al Whatsapp (sobre todo al del grupo de mi familia).
Rubén D. Alves López
Profesor del CEHI; Educación e Instituto de Competencias
Esto cuando el profesor permite espacios virtuales de comunicación distintos al correo electrónico. En mi trabajo de tesis con esta universidad esto no se me ha dado….