Desde la perspectiva neurolingüística, el uso de las TIC en el aula, es un estímulo positivo que contribuye a la variedad o a la sorpresa. Esto provoca en el cerebro del alumno una producción de dopamina que es la responsable de ciertas actitudes de nuestros alumnos como lo son la atención, la motivación, la disposición para participar en clase, para colaborar en grupos, para trabajar en parejas, entre otras más.
Como docentes de ELE, nos vemos perseguidos por ese fantasma que es la atención del alumno ¿cómo lograr mantener la atención de nuestros alumnos, cómo motivarlos, cómo satisfacer sus necesidades? Y una vez que lo hemos conseguido nos surgen más preguntas como ¿lograrán nuestros alumnos retener lo aprendido? Y son estos, entre otros cuestionamientos, los que nos llevan a usar las TIC en el aula de ELE por ser una herramienta que nos permite una posibilidad inmensa de recursos, tales como videos, canciones, ejercicios interactivos, hacer descargas a dispositivos electrónicos, crear cursos en entornos virtuales, realizar evaluaciones, entre otras posibilidades más.
Sin embargo, a pesar de todo lo que se ha dicho sobre las TIC los resultados obtenidos mediante su uso no son siempre halagadores y nos preguntamos por qué. ¿Por qué si por todos lados se proclaman las maravillas de las TIC a mí no me funcionan como se supone deberían hacerlo? No hay una sola respuesta pero, sí la certeza de que un mejor conocimiento sobre lo que produce el uso de las TIC en el cerebro de nuestros alumnos, nos puede ayudar a ello.
Por esta razón, en este post abordamos este tema desde la neurolingüística; disciplina de la lingüística aplicada, que estudia el cerebro humano y que nos permite tener una visión más completa de cómo se produce el proceso neurocognitivo que hace posible el aprendizaje.
El post del profesor Guillermo Filippone sobre la “Construcción de confianza en entornos online” ha hecho ya, una primera aproximación a los estudios neurocientíficos sobre la importancia de las emociones y ha mencionado el papel de la amígdala. Por ello en este post hablaremos de las amígdalas que, junto con el hipocampo son responsables, entre otras cosas, de la atención de nuestros alumnos en clase y de la fijación de los conocimientos.
La neurolingüística reconoce que el aprendizaje se produce por la construcción de una red asociativa de conocimientos mediante la conexión de un grupo de neuronas y que es mediante la práctica de las actividades y la repetición como se provocan una serie de estímulos cerebrales de los cuales depende la memorización a corto o a largo plazo.
Esta nueva red de conocimientos se almacena en la corteza cerebral atendiendo, además, a las competencias del alumno. La importancia de dicha corteza radica, en que es la naturaleza biológica del lexicón mental, lo que desde la psicolingüística se define como el lugar donde reside el conocimiento. Esta corteza está formada por neuronas o células neuronales, las cuales se conectan con otras mediante un proceso denominado sinapsis y transmiten impulsos (señales) al sistema nervioso, la transmisión, conocida también como reverberación, se produce mediante sustancias químicas llamadas neurotransmisores, siendo uno de ellos, la dopamina.
Sin embargo, hay un paso previo a esas conexiones, puesto que, para que la información que recibamos llegue al córtex, esta, tiene que pasar por unos filtros que influyen para ese almacenamiento, pudiendo esos filtros, incluso, bloquear ese paso. Esto se explica de la siguiente manera:
Nuestro cerebro, está expuesto a un caudal enorme de información pero, para procesarla, debe seleccionar la que le interesa y es ahí donde intervienen dos órganos internos cerebrales: las amígdalas (tenemos una en cada hemisferio cerebral) y el hipocampo, que actúan como guardianes para proteger al cerebro de una sobrecarga de información. La amígdala funciona como una alarma que le indica al cerebro cómo debe reaccionar y el hipocampo es el que regula las emociones, ambos trabajan conjuntamente y juegan un papel importante en la formación de la memoria (Fuster, J., 2010).
Siguiendo este proceso, una vez que las amígdalas y el hipocampo han seleccionado la información que pasará al córtex y no ha habido emociones negativas que bloqueen la introducción al cerebro de esa información, lo que sucede a continuación es una producción de dopamina que es realizada por estos mismos órganos. ¿Y por qué es importante la dopamina? Porque de acuerdo a las investigaciones neurolingüísticas, la dopamina es un elemento indispensable en el aprendizaje, ya que sin ella, las sinapsis no serán fuertes y los conocimientos no perdurarán, es decir, sin una producción suficiente de dopamina, nuestros alumnos olvidarán lo aprendido.
Pero además, la dopamina es responsable de otros factores importantísimos en el aula, Willis (2015) señala que, en el aprendizaje, la dopamina provoca placer, curiosidad, atención y motivación. Y no solo eso, la dopamina influye también, en los impulsos que recibe nuestro cerebro relacionados, por ejemplo, con el movimiento, disfrutar música, la disposición para tener sentido del humor u optimismo o, dicho de otra manera, esta es la razón por la cual podemos captar o no, la atención de nuestros alumnos o porque ciertas actividades funcionan muy bien con un grupo y con otro no.
Para producir dopamina entran en juego las emociones positivas, las cuales se pueden producir mediante el uso de recursos como canciones, videos, actividades lúdicas, el uso de imágenes o colores en los ejercicios/ actividades que presentamos al alumno y, en general, con toda actividad que rompa la monotonía en el aula y que provoque curiosidad en el cerebro de nuestros alumnos y es aquí donde, desde la neurolingüística, se reconoce el papel de las TIC en el aula.
Las TIC contribuyen a la novedad, la cual favorece la atención porque activa la curiosidad que es un rasgo natural en los seres humanos e implica una emoción positiva (Waelti, Dickinson y Schultz, 2001). Sin embargo, el docente debe ser consciente de cómo utilizar estas herramientas, determinar cuáles se adaptan mejor a sus alumnos y cuándo es conveniente usarlas, no olvidando que, provocar ocasiones que den oportunidad al alumno de practicar lo aprendido fuera del aula, favorecerá la reflexión, el trabajo autónomo y la creatividad (Willis, 2015) y, que lo monótono y rutinario, aun cuando sean actividades elaboradas con las TIC, no producirá suficiente dopamina y conseguirá el efecto contrario al que deseamos, es decir, aburrir al cerebro.
Por lo anterior, podemos considerar que las TIC son, indudablemente, una gran herramienta para el docente y que, usadas de manera responsable, conscientes de nuestro papel de facilitadores de conocimientos, nos sirven para apoyar al alumno en su aprendizaje contribuyendo con ello a su autonomía. Sin dejar a un lado, el hecho de que, su uso implica la capacitación del docente y de todas las personas involucradas, bien sean administradores, gestores o tutores, para conseguir que su aplicación en el aula genere emociones positivas y no caer en la rutina.
No olvidemos que es lo novedoso, la variedad, la sorpresa y no lo rutinario, lo que activa la curiosidad en el cerebro de nuestros alumnos y produce más dopamina y… a mayor producción de dopamina, mejor actitud de nuestros alumnos, mejor fijación de conocimientos, mejor disposición para el trabajo colaborativo y muchos otros beneficios para el proceso enseñanza-aprendizaje.
Laura Olivia Guzmán Suasnávar
Profesora de español como lengua extranjera
Máster en lingüística aplicada a la enseñanza de ELE