Biblioterapia

Tiritas para el alma: biblioterapia y Reading Nebrija

Leer es más barato que consumir ciertas drogas y también genera adicción. O al menos eso dice Marta Sanz en su librito “Razones para no leer”, que publicó La Conspiración de la Pólvora, una alianza de tres librerías independientes que se llaman Intempestivos, La Puerta de Tannhäuser y Letras Corsarias (sitas en Segovia, Plasencia y Salamanca). La autora también dice que, si lees, “vivirás otras vidas que de un modo irremediable empezarán a formar parte de tu propia existencia” y que “separarás mejor el grano de la paja”. Parece ser que leer es una actividad de locos porque es una forma de engañar al cerebro y hacerle simular sensaciones que no estás viviendo, empatizar con personas que no existen y aumentar la reserva cognitiva, provocando que seamos capaces de imaginar más y, por tanto, alejarnos de la realidad. A pesar de todo este caos insano (o debido a ello), leer cura y la biblioterapia es la práctica que prescribe la literatura.

     En momentos de tristeza, ansiedad o soledad, una novela puede ser un salvavidas. La biblioterapia consiste en recomendar títulos a los pacientes atendiendo a sus problemas. De hecho, la primera vez que se usó el término en The Atlantic fue para hablar de los beneficios de la lectura en la salud mental de los soldados hospitalizados durante la Primera Guerra Mundial. Mucho más tarde, en su libro The Novel Cure: An A-Z of Literary Remedies, las terapeutas de The School of Life, Ella Berthoud y Susan Elderkin buscaron tiritas literarias para todos los males del abecedario porque el arte cura y puede ser en algunos casos el remedio más efectivo y simple para esta experiencia extraña que llamamos vida. Después de todo, los griegos ya decían que las bibliotecas son lugares para el cuidado del alma.

     En el Centro de Escritura Nebrija (CEN) creemos en el poder curativo de las palabras. A veces la realidad cobra demasiado protagonismo y los libros son una vía de escape que también ayudan a lidiar mejor con el día a día. Es por esto por lo que Diego Aduriz, tutor del CEN y responsable de nuestro Reading Nebrija, ha preparado estas recomendaciones literarias para tiempos de coronavirus. Tiritas para el alma que esperamos que puedan ayudar.

     La biblioterapia puede ser algo maravilloso, qué duda cabe, pero es muy difícil acertar con qué va a ayudar a cada quién, ya que cada persona es un mundo. También depende de cuándo leas un libro, de con quién, del estado de ánimo… Por eso, lo llamamos tiritas para el alma, pues curar el alma es algo que se hace en un diván.

     Decía Richard Peck «Yo leo, porque una sola vida no es suficiente y en las páginas de un libro puedo ser cualquier otra persona; yo leo, porque las palabras que forman la historia se hacen mías, para construir mi vida; yo leo, no en busca de finales felices sino para perseguir nuevos comienzos […]».

     Jacques Lacan decía “Hagan como yo, no me imiten” y espero que cada cual tenga sus pequeñas joyas literarias para cada momento emocional. Os dejo algunas de las mías, intentando ser lo más objetivo posible.

  • Voy con, para mí, la pandemia mundial que ya estaba, está y estará presente en todo el mundo y de la que poca gente habla. La ansiedad.

     La ansiedad que no cesa de Fernando Martín Aduriz (Xoroi ediciones, 2018) que, en palabras del propio autor, “demuestra que sí es posible pasar de esta ansiedad que no cesa a la ansiedad que cesa, y ofrecer un camino”.

  • En cambio, para pasar un buen rato y echarte unas risas, en la siempre complicada materia del humor:

     La saga del Mundodisco de Terry Pratchett es desternillante, rápida y entretenida. Es fantasía, eso sí. Son muchos libros en esta colección, cuarenta y uno, si no me equivoco, y puedes seguirla en línea recta o por sagas, pues dentro de esta colección hay varias. Yo empezaría con la de la guardia, con ¡Guardias! ¿Guardias?, que es el primero.

     También, si quieres algún clásico de este género, La conjura de los necios de John K. Toole o El bastardo recalcitrante de Tom Sharpe son risas aseguradas.

  • Si quieres un poco de acción para luchar contra el aburrimiento, te presento a un autor que, si no lo conoces, te puede cambiar la forma de entretenerte en este género.

     Joe Abercrombie. Puedes leer su trilogía La primera ley, que es una auténtica maravilla, o bien su trilogía juvenil La trilogía del mar quebrado, más light pero igualmente deliciosa. Aunque, para mí, la mejor es La mejor venganza que, eso sí, recomiendo leer tras la primera trilogía.

  • En cambio, si quieres combatir la tristeza y quieres algo romántico y que te llene de ganas de vivir, te presento dos opciones, muy alejadas la una de la otra.

     Seda de Baricco es una auténtica joya, libro al que volverás más de una vez. Y Una letra femenina azul pálido es una obra genial de Franz Werfel que nos sumerge en un drama de entreguerras, en el amor pese a todo, en el deseo de vivir.

  • Si lo que quieres es evadirte, fantasear, viajar muy lejos, desconectar y que se te pase el tiempo volando…

     Crónica del asesino de reyes de Patrick Rothfuss es de lo mejor, sino lo mejor, que he leído nunca. Va rápido, pasa de todo, te tiene en una montaña rusa de emoción…

     Si buscas algo diferente en este género, te recomiendo La compañía negra de Glen Cook. Es algo que no tiene parangón, es un estilo precioso y muy definido.

     Y si lo que buscas es un auténtico reto, a Malaz, el imperio de los caídos de Steven Erikson cuesta seguirle el ritmo, pero cuando te enganchas… es maravilloso. Va por el noveno de diez.

  • Si quieres algo más profundo, más intelectual, que te haga pensar y a la vez te sea útil para ensanchar el alma y la forma de ver el mundo, te dejo esto.

     El infinito viajar de Claudio Magris es una recopilación de sus columnas en el Corriere Della Sera, en donde el autor contrapone dos formas de entender el viaje en nuestra cultura: el viaje circular (vuelta a la patria) como Ulises, en contra del viaje rectilíneo (Nietszche) con dirección a la muerte.

     La utilidad de lo inútil: Manifiesto de Nuccio Ordine es un canto contra «no me gusta perder el tiempo”, el rendimiento, la utilidad, el “haz sólo una carrera con salidas”. En definitiva, contra una base capitalista donde, nos recuerda el autor, lo más importante es, siempre, aquello que no es útil, como la poesía, la literatura, el arte o el amor.

  • Y por último, dejo esta retahíla de libros que, a mi parecer, pueden ayudarte mucho en estos tiempos de coronacrisis.

Un caballero en Moscú de Amor Towles

Todo lo que hay de James Salter

Claus y Lucas de Agota Kristof

La puerta de Magda Szabó

Yo confieso de Jaume Cabré

Cuentos Rusos (Ed. Gadir)

Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar

Mujeres de Andrea Camilleri

Madres e hijas (muchas autoras)

Hombres sin mujeres o Los años de peregrinación del chico sin color de Murakami

Ánimo, nos vemos en los libros.

Diego Aduriz y Ana Heredero

CEN_abril 2020

¿Por qué escribir?

Escribir es pensar. Es canalizar miles de pensamientos en tu cabeza para que vayan de uno en uno. Es organizar, agrupar, tachar, concluir, aclarar… Escribir es una actividad solitaria porque tienes que procesar las ideas, madurarlas y encontrar tu voz para ponerlas sobre el papel. Y escribir puede ser en este tiempo de coronavirus una forma de calmar el torbellino de información, deseos e inquietudes que habita en nuestra cabeza. El Centro de Escritura Nebrija ayuda con el proceso escritor. Ofrecemos tutorías en español y en inglés para guiar con la expresión académica y creativa. Nos encanta nuestro trabajo porque leemos y porque conocemos a través de los textos y de su retórica, pero también nos entusiasma ver que cuando las piezas del puzle van encajando, esto se ve reflejado primero en la cabeza del escritor y luego sobre el papel. Y es esta última parte por lo que creo que escribir puede servir de ayuda a muchas personas en esta cuarentena. En una época de incertidumbre, de confinamiento y de preocupación por los tuyos, un papel y un bolígrafo pueden ayudar a tranquilizar, organizar el pensamiento o comprender.

          Una de las actividades que podemos hacer es escribir un diario que nos ayude a procesar todo lo que estamos viviendo. No tiene por qué ser un fiel reflejo de nuestra rutina casera en chándal, sino que podemos dejar fluir la consciencia si estamos nerviosos y permitir que nuestra mano vague por el folio para liberar el cerebro de inquietudes (aunque solo sea un placebo). O podemos reflexionar sobre las pequeñas cosas que vemos y oímos: la libertad del gato que dormita solo sobre un coche en la calle mientras las personas aplaudimos a las ocho en las ventanas o las voces de los niños que se despiden del vecino, el que es profesor de inglés, a través del ordenador con numerosos y alegres bye bye. Dejarnos llevar por las letras o reflejar la normalidad dentro de la anormalidad.  

          Siguiendo la idea del diario y de la escritura como medicina para aclarar la mente, otra posibilidad que tenemos es crear una lista de las cosas que queremos hacer cuando esto termine. Por ejemplo, cómo de largo va a ser ese paseo o cuánto va a durar ese abrazo.    También podemos hacer una lista de las cosas en las que podemos mejorar en el futuro y preguntarnos si no es raro que visitemos tan poco a nuestros abuelos cuando podemos o que ahora que estamos encerrados podamos oír a los pájaros. Podemos incluso hacer una lista de las cosas que sí estamos haciendo bien ahora como quedarnos en casa, hacer reír a alguien por teléfono, ofrecer ayuda a los vecinos o dar las gracias a los cajeros del supermercado. Hacer listas nos da la ilusión temporal de control y al mismo tiempo es una oportunidad para reflexionar sobre esta situación y sobre lo que aprendemos de ella.      

          Escribir sirve también para evadirse y qué mejor momento que ahora para dar rienda suelta a nuestra creatividad. Si preferimos empezar con algo más sencillo, la aplicación Leemur nos permite crear historias con forma de WhatsApp. Si nos atrevemos con un relato, en internet se encuentran fácilmente temas o writing prompts en caso de que necesitemos un empujón. Por ejemplo, “Son las cuatro de la mañana y te despiertas porque la televisión se enciende sola. Cuando te acercas a apagarla, se corta el programa y aparecen unas letras en la pantalla que dicen No mires directamente a la luna. Hay luna llena y la ventana está abierta”. Además de inventar relatos, podemos adelantar a nuestra cuarentena el NaNoWriMo o National Novel Writing Month, que es un proyecto de escritura creativa creado por Chris Baty en 1999 y que se realiza cada mes de noviembre. De una forma u otra, debemos tener en cuenta que podemos fallar. Los niños son más creativos porque no pretenden ser perfectos. Se limitan a escribir cuentos, dibujar o tocar instrumentos sin ningún temor y se divierten. Podemos planificar las tramas de nuestras historias y describir minuciosamente a nuestros personajes, pero tampoco es necesario porque es algo que hacemos por pura diversión.

          No solo tenemos por qué escribir para nosotros, sino que regalar palabras es una opción. Muchas personas están enviando cartas de apoyo a los aislados de los hospitales que solo reciben la visita de los sanitarios con buzos. Otras publican poemas y canciones en internet para conectar y aliviar. Los hay que creen fervientemente en la biblioterapia y recomiendan y reseñan libros en las redes sociales o en largos WhatsApps a sus seres queridos. Hay gente que cuelga mensajes de ánimo en el ascensor junto a los arcoíris de los niños. Todo esto porque la humana es una especie curiosa y paradójica.       

          En el Centro de Escritura nos gusta observar cómo los escritores construyen puentes y aprenden sobre ellos mismos. Por eso, el propósito de esta entrada es sencillamente animar a escribir. No pretendo descubrir el mundo a nadie con estas sugerencias porque sé que ya muchos las aplican. Solo quiero seguir pasando la pelota informativa porque escribir es muchas cosas, pero ante todo es una herramienta con la que podemos buscar distintos efectos. Si el papel ayuda a liberar tensión, gestionar las emociones, pensar, entretener, expandir los horizontes o hacer sonreír a alguien, pues bienvenido sea. Enfrentarse a la hoja en blanco es para muchos como el miedo del portero al penalti, sobre todo si no estás acostumbrado, pero vale la pena.

Ana Heredero

Centro de Escritura Nebrija (CEN)