Vuelo niños

Viviendo con curiosidad

En el mundo en el que vivimos, el acceso a la información es más fácil e inmediato que nunca. Por tanto, el refrán “no es sabio el que más sabe, sino el que más pregunta” sintetiza perfectamente lo que defendemos. Si es cierto que nuestro cerebro tiene una capacidad de almacenamiento, esta sirve de poco cuando nuestra voluntad de desarrollar interés por aprender es mínima; a fin de cuentas, es lo que más importa.  Una persona curiosa jamás cierra su mente a nuevos descubrimientos y aprendizajes.

Tener interés por saber es fundamental para nuestro crecimiento personal. Solo con él, conseguimos llenar nuestra “aburrida” vida de belleza, matices y dotar de conocimiento y, por tanto, de sentido a nuestra existencia. Realmente, sin interés por aprender viviríamos una existencia monótona, en la que todo está ahí pero no le encontramos sentido, ni razón. Sin curiosidad, observaríamos el mundo sin mover un dedo para cambiarlo. Tampoco tendríamos criterio propio para analizar la realidad que nos rodea. En definitiva, dejaríamos pasar la vida, sin más.

Además de hacernos personas con un enfoque abierto y positivo, la curiosidad por el saber nos realza como individuos. Nos empodera y nos muestra de dónde venimos, a dónde vamos e, incluso, de lo que podemos ser capaces de conseguir. Nos reta a diario, nos inquieta y nos anima a vivir con ilusión. Observar el exterior, nuestro entorno y pensamientos nos enseña que somos más que un cuerpo y nos hace valorar todo mucho más. Por tanto, la curiosidad es una de las herramientas más poderosas que nos permite buscar más allá de lo que ven nuestros ojos; y así encontrar un hueco en la sociedad y una misión a nuestra vida.

En el ámbito laboral, también es necesaria la curiosidad. No solo para tener una motivación que nos permita disfrutar de cada jornada, sino porque es una cualidad humana muy valorada por las organizaciones a la hora de contratar personal. ¿Acaso sabías que los empleados curiosos tienden a tener más estudios y un mayor afán de superación?  Esta cualidad también es positiva para los líderes, ya que escuchar a sus plantillas, conocer a sus equipos y acabar con las actitudes interpersonales negativas, que se generan a veces, permite incrementar nuevos conocimientos y sacar adelante retos. Todo ello beneficia el desarrollo de cualquier proyecto.

Tener la mente abierta impacta enormemente en nuestra personalidad. Logra que perdamos menos la paciencia, nos adaptemos con más facilidad a los cambios, y nos volvamos más perseverantes frente a dificultades a la hora de buscar soluciones de forma creativa. Siendo positivamente inconformistas, nos atreveremos a desafiar lo establecido y a cuestionar el mundo. La mente abierta despierta nuestra mirada y sana nuestro aburrimiento.

Además, el psicólogo Todd Kashdan nos recuerda que las personas que viven más y mejor son aquellas que se muestran más abiertas al saber, ya que la curiosidad flexibiliza nuestra mente y nos anima a tener esperanza cada día. Nos hace fijarnos en las personas que nos entusiasman y querer convertirnos en fuente de inspiración para los demás. Buscarle un propósito a la vida nos hará levantarnos cada día con optimismo y animarnos a dar un paso más. Porque, en definitiva, los estímulos emocionales y cognitivos contribuyen significativamente en un estilo de vida sano y, desde luego, más positivo.

En resumen, “el saber no ocupa lugar”, y, además, no te lo puede quitar nadie. No es una maleta que pese, ni que tengas que cargar, sino que te da alas para volar más lejos. Permanece dentro de ti, te renueva, te llena de vida. Recuerda: “El saber es el único espacio de libertad del ser” (Foucault). No te acomodes en la ignorancia y en la procrastinación. Sal, viaja, conversa, abre tu mente, aprende, descubre, …  Lo agradecerás, y lo sabes.

Pablo Sánchez-Capuchino

Alumno de 1º de Doble Grado de Artes Escénicas y Comunicación Audiovisual

Fuentes consultadas:

Jericó, P. (2013, 13 mayo). Despertar la Curiosidad. El Paí­s. https://elpais.com/elpais/2013/05/13/laboratorio_de_felicidad/1368397149_136839.html

La habilidad del futuro: aprender a aprender

 

Autora: Vanessa Carrera

 

El entorno en el que vivimos está en continuo y rápido movimiento. Está cambiando nuestra forma de relacionarnos, de movernos, de comprar, de comunicarnos, de aprender….  La tecnología y la globalización marcan un ritmo de cambios acelerado y muchas veces imprevisible.

Esto nos demanda nuevas actitudes, nuevas habilidades y competencias, y nuevas formas de estar en el mundo. Una de ellas es la capacidad de aprender a aprender.

Sin embargo, en muchas ocasiones nos aferramos a lo que sabemos. ¿Por qué? Por una sencilla razón: nos da certeza y seguridad. Nos sentimos incómodos en el ‘no saber’. Preferimos aparentar que sabemos algo, o quedarnos con lo que ya conocemos, en lugar de aceptar que tener ‘un hueco’, es una oportunidad tremenda para llenarlo y seguir creciendo.

 

Puede resultar tremendamente útil en este proceso, entender las fases del aprendizaje:

 

  • En la primera de ellas, nos sentimos Inconscientemente Incompetentes, ‘no sabemos lo que no sabemos’. Si le dices a un niño, ¿quieres conducir un coche? El niño seguramente dirá que sí, porque no sabe qué es conducir un coche.
  • Luego, pasamos a Conscientemente Incompetentes. Este es el momento en el que ‘sabes lo que no sabes’. Siguiendo el ejemplo del coche, es el momento en que acabas de aprobar el examen, y aún tienes que pensar cuando cambiar de marcha, cuando pisar el embrague… En esta fase, es muy importante tomar consciencia de que estás aprendiendo, tener paciencia y perseverancia. Al sentirte torpe -ya te das cuenta de lo que no sabes- muchas veces te desesperas, dejas de aprender y abandonas. Saber que estás aprendiendo y que forma parte de tu proceso, te ayudará a mantenerte.
  • Más tarde, pasamos a sentirnos Conscientemente Competentes. Aquí ya ‘sabes lo que sabes’. Te das cuenta de lo bien que aparcas, de cómo cambias de marcha sin problema…
  • Y por último, llega un momento, en el que somos Inconscientemente Competentes. Este es el momento en el que ‘no sabes lo que sabes’. Es un estado en el que fluyes con la actividad que estás desempeñando. Es cuando te encuentras con otras personas que te dicen ‘qué bien conduces, eres un experto…’ y tú dices ‘ ¿Ah, sí? No me había dado cuenta.’

 

Entender y aceptar que estamos aprendiendo es muy útil para seguir creciendo. Muchos de los aprendizajes se ‘estancan’ porque las personas nos con capaces de pasar – y aceptar- la segunda fase: saber que no sabes puede ser muy duro cuando no sabes manejar la frustración.

Recuerdo un momento de mi etapa profesional en la que di un cambio importante en mi rol: cuando empecé mi etapa de Directora de Innovación. Me sentí muy feliz, y agradecida por el nuevo reto, y también asustada. Conocer qué nos pasa cuando aprendemos me ayudó a entender que mi ‘sensación’ formaba parte del proceso.

Hubo momentos en los que los resultados no llegaban como esperaba, y eso me generaba frustración – la frustración suele aparecer cuando nuestras expectativas no se corresponden con la realidad-. Me ayudó, en lugar de juzgarme y quedarme atrapada por la sensación de frustración, preguntarme:

  • ¿Estoy haciendo lo mejor que sé en este momento?
  • ¿Qué estoy aprendiendo de esta situación?
  • ¿Cómo estoy utilizando estos aprendizajes?
  • ¿Qué es lo que no sé?
  • ¿Dónde puedo saberlo? ¿Quién puede ayudarme?

 

Y sobre todo, mantener la actitud curiosa y aceptar que estaba aprendiendo.

 

Vanessa Carrera

Experta en Innovación y Desarrollo de personas

Autora de Abraza los cambios: una guía de innovación personal

www.vanessacarrera.com

Inmerso en el mundo del elearning

Autor: Mario Saborido.

 

Muchos de nosotros no somos conscientes de los cambios o avances que sigue sufriendo la educación a nivel casi mundial. Hoy en día, muchos estudiantes tenemos el lujo de poder sacarle el máximo partido posible al elearning, que es un tipo de educación a lo largo de la vida en continuo desarrollo, y que se caracteriza por ser aún más moderna, creativa, competitiva, colaborativa y autónoma.

 

Uno de los cambios que se puede apreciar es que tanto el papel adoptado por el profesor como por el alumno es distinto. El profesor actúa como facilitador del proceso de enseñanza-aprendizaje usando las tecnologías. En cambio, el alumno se ha convertido en un usuario inteligente, participativo, cada vez más individual y crítico de la información. Desde mi punto de vista como estudiante, compartir recursos, ideas, reflexiones y experiencias de todo tipo mediante herramientas colaborativas puede llegar a ser muy productivo y motivador. Todos aprendemos de todos interactuando de forma activa en contextos muy diversos y, lo más importante, transformamos los contenidos en conocimiento.

 

Con respecto a la experiencia que estoy viviendo actualmente como estudiante del Máster en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de ELE, puedo decir que gracias a los recursos y contenidos seleccionados por el profesorado que forma parte de este programa, a su ayuda, e interacción con los demás participantes en el Campus Virtual Nebrija, me siento más preparado como profesor y futuro investigador en el campo de la enseñanza del español como lengua extranjera.

 

Este máster adoptó una nueva forma de enseñanza-aprendizaje que se caracteriza por la confluencia de la enseñanza presencial y de la virtual (elearning), teniendo en consideración lo mejor de ambas. En mi opinión, esta modalidad suple los inconvenientes de cada una ofreciendo una educación de calidad y, por tanto, reajustando o reconstruyendo las formas de enseñar y aprender. Este tipo de aprendizaje ha creado en mí un aumento de la motivación, la independencia y la autosuficiencia, además de una necesidad de perfeccionamiento a la hora de realizar cualquier tipo de actividad a través de la interacción activa entre mis profesores y compañeros.

 

Este tipo de formación grupal, colaborativa y cooperativa a distancia me ha beneficiado muchísimo, en el sentido de que he ahorrado mucho tiempo al no tener que desplazarme de un lugar a otro para recibir clases, consultar información en la biblioteca, etc. Además, he ahorrado costos puesto que he podido buscar una gran cantidad de información actualizada en cualquier momento y lugar, y normalmente esta información estaba disponible de forma gratuita en la web. En definitiva, este tipo de educación me ha posibilitado un aprendizaje flexible y accesible, lo cual es muy positivo.

 

Por otro lado, gracias a este máster he tenido la oportunidad de realizar unas prácticas profesionales como profesor de ELE en Francia y en China, las cuales me han permitido ir aplicando los contenidos teóricos adquiridos a lo largo de este curso académico. Y, para cerrar esta etapa, estoy seguro de que las clases presenciales de julio y la realización del Trabajo Final de Máster serán los últimos pasos que culminarán esta experiencia intensa, pero sobre todo enriquecedora tanto en lo personal como en lo profesional.

 

Mario Saborido

Estudiante del Máster en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de ELE

Mi experiencia como estudiante online

Autora: Delia M. Polanco

 

Es increíble la cantidad de opciones que existen para ampliar los conocimientos profesionales. En la actualidad, los jóvenes tenemos una amplia gama de programas para realizar estudios que optimizarán nuestro grado académico, sin tener que dejar de un lado la experiencia laboral.

 

Antes de iniciar cualquier aprendizaje online, la mayoría de jóvenes podemos mostrarnos escépticos y dudar de las herramientas educativas a distancia, pero con la tecnología en la que hoy en día todos y todas estamos envueltos, no es problema adquirir conocimientos a través de ella.

 

La experiencia de estudiar a distancia tiene múltiples ventajas, algunas de ellas es que ayuda a organizar mejor la agenda de cada día y a clasificar -por prioridades- las actividades, necesidades y responsabilidades (algo que quizás muchas personas no haríamos sin un límite de tiempo). Aunque las clases pueden ser asincrónicas, todas las entregas de trabajos caducan y, sin una debida organización solo quedaría el fracaso, justo como pasa en la vida real. Sin la suficiente autonomía y compromiso, no existe el crecimiento profesional y mucho menos personal cuando se decide optar por un estudio online.

 

Otra de los tantos beneficios de estudiar a distancia es que te obliga a dominar eficientemente las herramientas TIC, pues todo el sistema colaborativo de la clase se debe armar sobre ellas. Unas de las más utilizadas son:

 

  • Blackboard Learn: Esta herramienta tiene una versión móvil (Mobile Learn) que te permite acceder a todos los contenidos de las clases, comentar en foros, ver las calificaciones, ingresar a las clases síncronas, realizar preguntas por micrófono, chat o cámara a los profesores y mantener activa la participación en el aula digital. Sin dudas es una muy buena aplicación.
  • Otra herramienta que ayuda mucho al desarrollo de todo el máster es OneDrive y, por ser alumna de Nebrija, la puedo utilizar con el más actualizado paquete de Office desde mi computadora, dispositivo móvil y la web, así puedo realizar trabajos colaborativos en grupo y acceder a ellos desde cualquier lugar.

A raíz de mi experiencia, puedo decir que estudiar una maestría online permite mantener en sincronía tanto mi vida personal como profesional. Me permite promover los conocimientos intelectuales mientras continúo ejerciendo el oficio y extendiendo mi experiencia laboral, aquello que exigen tantas empresas a la hora de su reclutamiento. En contraste con los estudios presenciales, es otro factor positivo que los estudios a distancia tienen a favor.

 

Está a la opción de cada quien, pero con el uso de la tecnología todo es posible y no existen barreras. Todo se logra con esfuerzo y constancia. Estamos en un mundo globalizado, repleto de oportunidades para todos, lo que hace falta es que más personas se lancen a vivir nuevas experiencias, sin dejar de lado su crecimiento profesional.  El día que no aprenda algo, estaré muerta.

 

Delia Mariel Polanco Polanco

Alumna del Máster en Marketing y Publicidad Digital

 

 

El coaching empático o cómo la felicidad también es un método de aprendizaje

Autora del post: Marta González Caballero 

 

Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias.

John Locke

 

Hace tiempo que quería escribir sobre la autoestima y felicidad en el aula. Puede que haya alguien a quien sorprenda el concepto de felicidad en un contexto educativo y más aún seguramente en un contexto laboral -prometo volver para hablar de eso en otro momento-, pero a mí me parece tan importante como el concepto mismo de competencia. Quizá porque acumulo ya bastantes años de experiencia docente y, porque he visto pasar por mis clases a alumnos con capacidades y ambiciones muy diversas y he tenido que lidiar con todos ellos, cada vez me he ido convenciendo más de la importancia de utilizar la empatía, lo que se conoce como el coaching emocional, en el aula. No quiero decir con esto que la exigencia en el estudio, la responsabilidad en el cumplimiento de las tareas o el conocimiento de las normas no sean importantes, lo son, pero todas esas cosas se van adquiriendo de forma procesal, a lo largo de la trayectoria académica. Sin embargo, la empatía, el sentimiento de satisfacción, la felicidad y el positivismo se ha quedado tradicionalmente fuera del aula, fuera de la competencia de un profesor.

Todos tenemos claro hoy día que el panorama educativo actual es muy distinto al de hace apenas una década. Los estudiantes que llegan ahora a la Universidad pertenecen a esa generación conocida como “nativos digitales”, jóvenes tecnófilos que consumen vorazmente una gran cantidad de información multimedia a la que acceden desde diferentes dispositivos. Son hiperactivos en redes sociales, viven rodeados de listas de reproducción de música, de galerías de imágenes, de youtubers y de videojuegos interactivos que muchas veces ellos mismos crean. Son reticentes al acceso de información no digital y son muy críticos con los usos tecnológicos en terceros, fundamentalmente con sus profesores. Como contrapartida, también son jóvenes que pierden muy pronto el interés, que se desconcentran y aburren con facilidad, tendiendo a trabajar de manera superficial las cosas. Por tanto, este perfil tiene ventajas e inconvenientes, hablé de ello en el I Congreso Internacional PIATCOM, organizado por la Facultad de Comunicación el pasado mes de mayo y, como dije entonces, los profesores tenemos que trabajar una metodología que permita potenciar lo beneficioso y reconducir los efectos menos deseables, para hacer de esos inconvenientes algo digno de ser aprovechado a nivel experiencial.

Yo me propuse hace ya unos cuantos años encauzar mis clases y la metodología aplicada en ellas hacia los modelos dinámicos de aprendizaje, aquellos que se basan en la flexibilidad y adecuación al alumno, los que abren la puerta a la experimentación y al proceso empático. Y, de pronto, llegó la felicidad. Si dijera aquí que mis alumnos son felices tras mis clases diría mucho y no quiero decir tanto; sin embargo, puedo decir que mis alumnos son felices en mis clases, en el tiempo que duran, lo cual es ya un punto de partida interesante.

Cuando me inicié en el proceso de trabajo empático, enseguida me di cuenta de un par de cosas muy importantes:

  • Que los alumnos no suelen tener conciencia clara de lo que valen o de para qué valen, de manera que entienden el éxito como algo lejano o inalcanzable.
  • Que los alumnos tienen menos conciencia aún de que valen para alguien, es decir, que no se suelen sentir reconocidos, lo que les conduce a la frustración.

Como llevo los últimos seis años dando clase a alumnos de cuarto curso y de posgrado, veo muy claramente en ellos estas carencias y los miedos asociados a ellas: no conseguir lo que quieren, no tener claro cómo enfocar su trayectoria, no saber hasta dónde son capaces de llegar… Son los síntomas de un mal muy común: la baja autoestima, que no se suele saber tratar o no se le otorga la suficiente importancia en el aula, porque claro, tenemos que impartir los contenidos previstos en la guía docente, corregir las actividades, realizar las prácticas, tutorizar trabajos… y el tiempo es el que es. Pero no tenemos porqué resignarnos a eso, yo al menos no lo hago, y por eso estoy hoy escribiendo esto, porque creo que puede ser bueno compartir mi felicidad, o lo que es lo mismo, mi experiencia de coaching educativo[1], que ha sido muy enriquecedora y gratificante, para que cada cual luego reflexione sobre ello y evalúe si puede serle útil.

Lo primero de todo es dejar claro que el coaching no es enseñar, es crear las condiciones necesarias para aprender y crecer, para abrir la mente y liberarla. Hoy día no nos basta con enseñar, con transmitir conocimientos, porque nuestros alumnos van a ir siendo capaces, cada vez más, de aprender por sí mismos. Esto significa que como docentes tenemos que buscar la manera de potenciar la autoestima en el alumno, algo que sólo puede partir de un contacto fluido con él, y que puede llevarse a cabo mediante el diálogo en el aula. El alumno que conversa en clase, que ofrece su punto de vista, que da su opinión sobre algo, es un alumno que nos ofrece una gran cantidad de información sobre sí mismo: sobre lo que es capaz de hacer, sobre lo que está dispuesto a hacer y sobre cómo le gustaría hacerlo. Si le escuchamos, podemos empezar a construir.

El otro gran caballo de batalla del alumno es la creencia en sus capacidades. Yo suelo plantear el primer día de clase las bases del trabajo final que tienen que realizar para superar la materia, y les llevo de ejemplo un trabajo realizado el año anterior por un compañero. Cuando lo ven siempre me dicen lo mismo: “es imposible que yo pueda hacer eso, no soy capaz, no tengo tantos conocimientos”. En ese momento es cuando respondo: “Pues entonces estás igual que el dueño de este trabajo cuando lo empezó”. Tener físicamente el trabajo en las manos les otorga seguridad y deseos de creer. Es en ese momento inicial cuando pongo la primera piedra de la autoestima: convierto la capacidad real de cada uno en una capacidad creída, ofreciéndoles la posibilidad de que crean que pueden hacerlo. Y lo mejor de todo es que lo hacen.

Está claro que para que realicen ese trabajo final de gran envergadura y no decaigan en el intento, hay que hacer otras muchas cosas, la siguiente en importancia es la adaptación de los objetivos del trabajo y de la dificultad de la tarea a sus propias posibilidades. No nos podemos engañar, no todos los alumnos tienen las mismas capacidades, ni pueden acceder al mismo nivel de complejidad en una tarea, pero eso no tiene que ser un problema si trabajamos con modelos dinámicos. Yo oriento a cada alumno a la hora de elegir la temática de su trabajo y el grado de profundidad con el que lo enfocarán, porque entiendo que cada alumno es diferente, a cada uno les motiva una cosa y cada uno tiene su propio ritmo de aprendizaje. Esta orientación sólo puedo hacerla si le conozco un poco, si soy consciente de lo que puede hacer y lo que no, de manera que, al personalizar su trabajo logro que se sienta seguro de su decisión y que se responsabilice de ella siendo optimista.

 

Imagen: Con los grupos de 1º y de 4º de Comunicación Audiovisual, en la exposición de la Fundación Telefónica sobre Alfred Hitchcock. Reunir en una misma actividad a dos grupos con diferencias tan notables fue un experimento muy interesante, en el que todos aprendimos de todos. Y nos lo pasamos genial. Fuente: Marta González

 

Cuando el proceso de elaboración del trabajo se inicia, recurro al método de simulación, es decir, que yo trabajo en clase los mismos pasos, ejercicios y pautas que ellos tendrán que realizar por su cuenta. De este modo, tienen una guía real de lo que tienen que hacer y participan activamente en ese proceso de aprendizaje en el aula, proceso tras el cual yo tendré mi propio trabajo final como profesora, pero ellos verán en ese trabajo el suyo, puesto que lo relacionan de forma directa con su proyecto personal. Dicho de otro modo: han trabajado muy duro para mí, pero pensando en lo que pueden llevarse para ellos, en lo que les puede servir. Por si este método no tuviera ya bastantes ventajas, resulta que suma otro aspecto fundamental: poder trabajar la técnica de ensayo y error sin dramas. Dialogar y opinar en clase, razonar, generar hipótesis, desarrollar ideas propias en un contexto en el que no se penaliza el error, sino que se entiende como una forma de aprendizaje muy valiosa, que permite avanzar en lugar de retroceder, es el método más óptimo que conozco para alcanzar el éxito, porque aceptando el error nos liberamos de la imposición de determinadas etiquetas o prejuicios, y nos hacemos más tolerantes ante el fracaso[2]. De este modo, la materia se va desarrollando ligada a un proyecto real en el que el alumno participa, construye y aporta cosas de manera progresiva, puesto que también ligo las actividades dirigidas a ese trabajo, como partes del mismo que debe realizar para alcanzar la gran meta. Así me aseguro de que terminen el maratón con fuerzas renovadas.

Esta es la dinámica de mis clases, aunque tengo un último “as” guardado en la manga: el sentido del humor. Quienes me conocen saben que suelo usar el humor en mi vida diaria, soy defensora acérrima del lenguaje positivo, de los refuerzos verbales de forma amena y distendida, de las conversaciones amigables, de los comentarios halagadores en el momento adecuado. Soy además una persona próxima, me gusta mantener el contacto visual, demostrar mi aprobación e interés hacia lo que me están contado con expresiones faciales acordes al contenido de la conversación, y me interesa mucho saber escuchar. Si todo eso lo pongo en marcha en clase, entonces es cuando puedo lograr el objetivo con el que iniciaba este artículo: la empatía y la felicidad, porque mis alumnos se ríen mucho en clase, es cierto, pero también aprenden mucho; se divierten, pero como proceso natural que nace del entendimiento de las cosas, de la asunción de su responsabilidad personal, de la seguridad en sí mismos. Y creedme si os digo que yo me divierto también mucho con ellos y, desde luego, aprendo mucho de ellos cada año.

 

Imagen: Con los alumnos del Máster en Dirección y Realización de series de ficción-Globomedia, durante el rodaje de uno de sus ejercicios prácticos. Estar con ellos en el rodaje pero sin intervenir, sólo escuchando y viendo, ayuda a conocerles mejor. Sí, hay que soportar frío y lluvia, pero merece la pena). Fuente: Marta González.

 

Sin embargo, y prometo que esta es la última reflexión que hago porque me he pasado un poco de rosca, este método empático no le parece bien a todo el mundo, es decir, soy consciente de que hay personas a las que les molesta la felicidad en los entornos docentes y más aún en los laborales. Siempre habrá alumnos a los que no pueda llegar, bien porque no se dejan alcanzar, bien porque no sabré hacerlo adecuadamente o incluso porque desconfiarán del método. Acepto esta circunstancia y trabajo cada año para evitar que se produzca o, en su defecto, para generar métodos alternativos para quienes no deseen ser más felices, porque como dijo mi querido Woody Allen, siempre habrá aquellos para los que “la única manera de ser feliz, sea sufriendo”.

 

Dra. Marta González Caballero

Coordinadora del Máster en Guion de ficción y entretenimiento

Profesora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación

 

[1] Recomiendo a quienes se quieran acercar un poco más a este concepto, el libro de Whitmore, J. (2003): Coaching: el método para mejorar el rendimiento de las personas. Barcelona, Paidós.

[2] Para quienes tengan interés por el tema del aprendizaje mediante la técnica del error, pueden consultar la entrada que le dediqué en mi blog en este enlace

 

El amor en los tiempos de la virtualidad

“Muchos años después, frente a la pizarra digital, el profesor de la Universidad Nebrija había de recordar aquella remota navidad en la que su padre le regaló su primer ordenador”, y es que el profesor del siglo XXI se enfrenta a retos competenciales a los que ha de responder, habiendo recibido una formación ya obsoleta.

Todos elegimos una profesión por algún motivo, en mi caso fue por amor (pedagógico). Me enamoré del profesorado por su valentía, por ponerse frente a la barrera y capear la disonancia entre lo aprendido en su formación universitaria y la necesidad de responder a una sociedad completamente diferente, cambiante, pero sobre todo exigente. Y decidí aprender de ellos, con ellos y para ellos. Dejar una pequeña huella en el mundo al servicio de la educación, desde detrás del escenario, leyendo el guion entre bambalinas, sin ser vista por el respetable público.

Y es que, en las aulas de hoy ya no se imparten clases magistrales en las que explorar los contenidos de la asignatura, sino que tratamos de poner a disposición redes de información, para invitar al alumno a que sea el protagonista de su propio aprendizaje. El profesorado de hoy no solo ha de preocuparse de transmitir el mensaje, sino que el medio o herramienta, el contenido y la metodología que emplea, requiere de una actualización constante para dar respuesta a ese alumnado que nos lleva amplia ventaja en el nivel de competencia digital.

Ilustración 1 post AnaIlustración 1. Fuente: www.uemc.es

Si bien es cierto que desde la pedagogía, la sociedad demanda una compleja y variopinta gama de respuestas, la formación del profesorado se presenta como el pilar básico para la reducir la brecha entre dicha demanda y la oferta del servicio educativo. Es en este nuevo papel del profesor de la sociedad de la información y la comunicación, en el que el docente ha de recibir toda la ayuda posible, toda la formación posible, toda la colaboración posible, para que pueda dar respuesta en su no baladí compromiso social.

En teoría todo muy sencillo ¿cierto? Pero en la práctica no lo es tanto. Fue a partir de la primera década de los 2000 cuando se empezaron incorporar herramientas atractivas donde la enseñanza y el aprendizaje parecían vivir una segunda luna de miel, donde la figura del maestro, se podía permitir crear actividades a través de “juegos” y el ritmo de la enseñanza se ajustaba a la nueva forma de aprender, rápida, mediante estímulos breves y un proceso de retroalimentación a tiempo real, efectivo y motivador. Pero tras el flechazo inicial, llegan los reproches, y es que hemos cambiado las herramientas y adaptado a ellas los contenidos, pero seguimos sin tener muy claro de qué forma podemos avanzar a través de nuestra relación.

Ilustración 2 post AnaIlustración 2. Fuente: idasyvenidasdelastic.blogspot.com

Pues si bien ya conocemos qué enseñar y con qué recursos tecnológicos, no es sino a través del ¿cómo? donde el profesor sabe que está utilizando las herramientas adecuadas, poniendo a disposición de la comunidad educativa contenidos vivos y una metodología adaptada para aprender a aprender y aprender a enseñar.

Afortunadamente, a día de hoy se está avanzando en modelos que sirvan de guía a este matrimonio que no va a dar marcha atrás, modelos exhaustivos en los que la formación del profesorado no se limitan a la utilización técnica de la herramienta, sino donde realmente se ha entendido el empaque señorial de los entornos digitales, y la importancia de estudiarlo desde la investigación en la educación superior.

Fue en mi aterrizaje en la Universidad Nebrija, donde por primera vez desde que me embarqué en el camino de la formación del profesorado en el uso de las TIC, he podido percibir una preocupación real en el uso adecuado de la tecnología como parte clave de la educación superior, donde se siente el respeto suficiente al alumnado del siglo XXI como para trabajar, investigar, diseñar y ejecutar un modelo equiparable a cualquiera de las mejores universidades europeas, donde se trazan rutas que sirvan de faro para nuestros docentes en su tarea de actualización permanente, donde se acompaña compartiendo, aprendiendo entre todos desde el rigor científico en esta ya adolescente área de conocimiento, una universidad donde al fin y al cabo se respira el amor por la educación.

Ana Regatero

Ana Regatero

Formadora blended

Mi incorporación como profesora online en Global Campus

Incorporarme a la docencia en la Universidad Nebrija ha sido algo estimulante a la par que inesperado. En principio parecía todo un tanto abrumador: las plantillas, elaborar los temarios, aprender a manejar la plataforma y el campus virtual, etc. ¡Y las sesiones virtuales!

Una piensa inicialmente: ¿Y qué voy a hacer yo aquí plantada en mi casa explicando un tema frente a la pantalla? ¿Cómo voy a interactuar con los alumnos? ¿Cómo conseguiré motivarlos? Afortunadamente, participar en el Curso básico de Blackboard fue toda una revelación para vislumbrar las posibilidades de la plataforma… Me di cuenta de que podía hacer recorridos web, poner enlaces y vídeos, encuestas, foros e incluso una wiki. El esfuerzo invertido ha dado su recompensa y disponer de estas herramientas facilita mucho tanto la labor del profesor como del alumno. A mí me permite compaginar mi trabajo como profesora con la investigación y mi reciente maternidad.

Actualmente, en cada sesión estoy más cómoda con el sistema online. Poder trabajar desde casa tiene sus ventajas, aún más si cuentas, como es el caso, con el respaldo personal y técnico necesario para desempeñar una buena función docente.

 

Rebeca Iglesias

 

Rebeca Iglesias

Profesora del Máster en Formación del Profesorado

Mi llegada a Global Campus: innovación, reto, formación

Cuando empiezas a trabajar en un lugar nuevo, al principio todo son miedos e inseguridades, quieres saber si podrás adaptarte rápido al ritmo de trabajo, congeniar con tus compañeros y si realmente podrás desarrollarte profesionalmente haciendo lo que realmente te gusta. También, para los que entendemos la innovación y buscamos la mejora de la educación, te planteas si el trabajo te permitirá dar rienda suelta a esa motivación de mejora, que tanto se busca también como aptitud en las entrevistas de trabajo, pero que luego, tristemente se queda en el papel.

Mis miedos se esfumaron mi primer día de trabajo en Global Campus Nebrija. Un equipo joven, con personas preparadas, innovadoras, comprometidas y responsables, con clara vocación al trabajo en equipo y lo más importante, con una motivación por aprender y mejorar en todos los ámbitos en los que están inmersos. En poco tiempo, han logrado mejorar y dotar de calidad a la enseñanza y aprendizaje universitario, con una metodología propia sobre cómo se entiende la enseñanza online y blended en la Universidad de Nebrija, que les llevó hace poco menos de un año a tener un reconocimiento de la Cátedra Unesco.

Y con todo esto, para una profesional de la educación como yo, empezar a trabajar aquí es un lujo. Porque lo principal es innovar, adaptarse a las novedades tecnológicas y metodológicas, buscar una mejora en la enseñanza-aprendizaje centrándose en el alumno, buscar la mayor calidad en el profesorado, trabajar contra los obstáculos y aprender de los errores. Y todo con un ambiente de trabajo inmejorable, también clave del éxito.

Queda muchísimo camino por delante y muchísimo trabajo, pero es una gran motivación saber que todo lo que falta por hacer se hará con la mayor calidad posible, y soy feliz por poder aportar mi pequeño grano de arena a este gran proyecto… Porque como decía el gran poeta Antonio Machado:

 

Caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.”

 

Lorena

Lorena Delgado

Gestora de programas

Algo más que simple gestión

Cuando  piensas en estudiar un curso online y superas la fase de decisión y matriculación llega el momento de enfrentarte al reto que tú mismo te has puesto. Para ello es imprescindible contar con algunas orientaciones sobre cómo comenzar esta aventura en la que te has embarcado, alguien que te ayude con indicaciones, algún que otro documento, en definitiva, alguien que solucione esas primeras inquietudes.
Eso es lo que pretendemos en la Universidad Nebrija desde el departamento  Global Campus con la figura de gestora de programa.

La gestora, en cada uno de sus programas, hace de enlace entre el alumnado y la Universidad. Acompaña, aconseja y trasmite todas las  preocupaciones que pueden surgir. Además no podemos olvidarnos del profesorado, parte esencial en la docencia,  a quien asesora para el mejor funcionamiento de sus asignaturas a través de nuestra plataforma, Blackboard Learn. Esta figura de gestora, junto con la parte metodológica, defiende el trabajo colaborativo y aboga por conceptos como aprender a aprender, participar e interactuar tanto por parte del alumnado como del profesorado con un enfoque crítico y reflexivo.

La definición de trabajo en equipo queda muy bien reflejada en nuestro departamento enriqueciéndose siempre de las distintas aportaciones y conocimientos de todas las personas y programas que participamos en este versátil e interesante mundo de la  enseñanza online y semipresencial.

 

Foto gestoras

Equipo de gestoras de Global Campus Nebrija.

 

A partir de esta filosofía de trabajo nos limitamos a acompañar a nuestro alumnado en su proceso de aprendizaje para que puedan disfrutar, además de aprender, su experiencia en la Universidad Nebrija.
Facilitamos al profesorado nuestro conocimiento de las herramientas, tanto técnica como metodológicamente, que hemos ido adquiriendo con la experiencia y las inquietudes de cada una de nosotras con el fin de buscar la excelencia en la enseñanza.

Hace años surgió esta figura que se ha ido moldeando con el paso del tiempo hasta llegar a lo que hoy en día somos. Siempre en constante aprendizaje, debido al entorno  cambiante donde nos movemos. Conceptos como facilitar, canalizar y colaborar es la base diaria en nuestro trabajo.

En la Universidad Nebrija no se concibe un programa online o semipresencial sin el complemento de esta figura dando un plus de calidad, atención y profesionalidad a nuestros programas que, aunque sabemos que duele, también sabemos que merece la pena y aquí estamos nosotras para que así sea.

Orgullo de pertenencia a este equipo es lo primero que me vino a la cabeza al  escribir este post, un equipo plagado de grandes profesionales  que saben que aunque haya momentos duros tienen la satisfacción por haber realizado bien su trabajo. Además, si a eso sumas las amables palabras recibidas de vez en cuando por parte de alumnos y profesores la satisfacción se hace plena.

Eva Esparza

Gestora de programas