COMUNICACIÓN NO VERBAL EN ENTORNOS VIRTUALES (III)

¿Todavía sigues ahí? No está mal para ser la primera vez. Veamos, hemos hablado de la voz, de los gestos, ¿qué nos falta?

Pues falta por hablar de ciertos aspectos a los que prestamos poca atención pero que también influyen en el éxito de nuestra sesión online. Nadie duda de la importancia de las expresiones faciales. Son indomables y nuestro indicador más fiable de nuestro estado de ánimo. Nos permiten expresar todo tipo de emociones y mostrar así un buen dominio del lenguaje a todos los niveles. Lo mismo sucede con los gestos. Se anticipan a nuestras palabras y permiten a los estudiantes prever qué es lo que viene a continuación. Pero por mucho que seamos unos maestros del lenguaje se nos olvidan otros factores a tener en cuenta.

Existen numerosas barreras comunicativas.

Ahí sigues tú, conectado. Soltando tu discurso, dándolo todo. Se acerca el final de la sesión. Ya casi lo tienes y has salido bastante indemne por no decir victorioso. Estás hecho un máquina y, de repente, un alumno pregunta: “¿Por qué no se te ve la cara?”. Y ahí te quedas petrificado. ¿Pero qué dice este energúmeno?

Y es entonces cuando se hace la luz o más bien la falta de ella. A ver si voy a ser yo el que está en el lado oscuro. Te fijas en tu cara en la ventana para descubrir que la luz que te ilumina está mal encuadrada. Sí, se te ve pero si estás usando una luz cenital por ejemplo la del techo de la habitación (que sería lo más normal del mundo) es más que probable que parte de tu cara se vea sombreada. Ya no eres el docente, el que todo lo sabe y entiende, ahora eres… ¡¡¡un panda!!! Porque si algo tiene la luz cenital es que ilumina la frente pero oscurece las cejas y la zona ocular. Y todo lo que has estado cuidando, tus expresiones, gestos, etc. no han servido para nada.

En un entorno digital, la iluminación se convierte en un factor clave. Si a esto le unimos los ruidos pues ya tenemos todo el pack. Una buena conexión y un micrófono en condiciones pueden hacerte la vida mucho más fácil.

La sesión se acaba. Los estudiantes dan gracias. Desaparecen en cuestión de segundos. Con lo que les había costado conectarse… Y ahí estás, agotado, agarrotado tras una sesión tan intensa porque no nos engañemos; una sesión online es mucho más desafiante que una presencial. Pones en marcha todos tus recursos para hacer de la “experiencia de aprendizaje” algo significativo. Algo que les haya merecido la pena, que les permita tener la sensación de que no han estado pegados a la silla para irse tal cual llegaron.

Pero no te preocupes, esta ha sido la primera y sigues vivo. Como todo en esta vida con la práctica se mejora y ¿sabes qué? Hasta se disfruta.

PD: Prometo una matrícula de honor para aquel bienaventurado que consiga diseñar un inhibidor “económico” para neutralizar al Whatsapp (sobre todo al del grupo de mi familia).

 

Rubén Alves

Rubén D. Alves López

Profesor del CEHI; Educación e Instituto de Competencias

COMUNICACIÓN NO VERBAL EN ENTORNOS VIRTUALES (II)

¿Sigues conectado? ¿No te has caído? Muy bien, pues sigamos. Hemos mencionado la importancia de la voz en la comunicación no verbal. Veamos ahora otros factores asociados al comportamiento en la comunicación no verbal y, en particular, en entornos digitales.

Si hay algo que marca la diferencia en una comunicación digital es que no nos movemos. Estamos sentados delante de una pantalla y una cámara que capta cada uno de nuestros movimientos. ¡¡Estás sentado y no puedes moverte!! ¿Cuál es la reacción más común? Pues incomodarnos. El tiempo va transcurriendo, las explicaciones, las preguntas y es entonces cuando sin darte cuenta empiezas a rascarte, atusarte el pelo, tocarte la cara y un largo sinfín de gestos que son tan cotidianos a nuestra rutina diaria que ni siquiera nos percatamos de ello. Pero desde el lado oscuro de la fuerza, ellos nos ven. Me refiero, por supuesto, a los estudiantes. Están viendo todos y cada uno de nuestros gestos. Tras varias sesiones se convierten en auténticos expertos que pueden analizar nuestro estado de ánimo.

Hablemos de la kinesia. La kinesia sirve para entender el comportamiento comunicativo por medio de la observación de su postura corporal, los gestos, la expresión facial y la sonrisa. Está claro que al tener un marco tan limitado de acción como es el de la ventana de videoconferencia es importante prestar atención en este sentido. La forma en la que nos sentamos, la cercanía a la cámara y un largo etc. jugará un papel primordial en la “conexión” que establezcamos con nuestros estudiantes.

  • La postura corporal: el sentido común nos dice que es extremadamente importante no solo para el correcto desarrollo de la sesión online sino para nuestro bienestar también. Indicará si estamos atentos, interesados, cansados, etc. Una buena postura ergonómica hará que cuando acaba la sesión (sobre todo si es de larga duración) y nos levantemos no nos acordemos de todos nuestros antepasados.
  • Los gestos: los gestos nos definen. Son una marca absolutamente personal. Todos nuestros estudiantes los imitan para “burlarse” de nosotros. Son fundamentales cuando nos dirigimos a través de la cámara. Sirven para reforzar la comunicación. A veces se pueden traducir por palabras, en otras reflejan emociones o para marcar la evolución de la conversación. Un simple gesto asintiendo con la cabeza puede animar al estudiante a seguir hablando. Si inclinamos la cabeza, el estudiante interpretará que algo no va bien e intentará reconducir la conversación. Es importante evitar ciertos gesto durante la interacción comunicativa como los mencionados anteriormente (rascarse, tocarse la cara, etc.).

La expresión facial y la sonrisa: no pasa nada por sonreír. Podemos estar hablando de la fusión de protones o de la última teoría en la adquisición de una segunda lengua en el ámbito de la lingüística aplicada y, de vez en cuando, esbozar una sonrisa. Sirve para decirle a nuestros estudiantes que estamos cómodos y, al mismo tiempo, relaja el ambiente. Es importante recordar que aprendemos aquello que “nos llega”. Aquello que se acerca a nuestras emociones. Además, podemos sonreír con la mirada. Usamos mil y un gestos cuando hablamos. El contacto visual (en nuestro caso bastante limitado debido al uso de la videocámara) sirve para generar ese interés en el intercambio comunicativo y poder conseguir así el esperado feedback. Esa respuesta tan ansiada que nos permite saber que no estamos solos en el universo, que no hablamos hacia una pantalla como tontos y que, aunque sea en el lado oscuro, hay alguien escuchándonos al otro lado.

 

(Continuará).

 

Rubén Alves

Rubén D. Alves López

Profesor del CEHI; Educación e Instituto de Competencias

COMUNICACIÓN NO VERBAL EN ENTORNOS VIRTUALES (I)

Muy bien, has conseguido conectarte. Parece que todo funciona. Te santiguas y te dices: “que Dios me coja confesado…”. Sí, te adentras en un nuevo entorno, el digital.

Los docentes sabemos perfectamente lo difícil que puede llegar a ser establecer una buena comunicación con nuestros alumnos. La materia, el día en particular y mil factores más van a influir en la sesión de hoy pero para eso estamos ahí. Intentamos que se “enganchen”, que aprendan o, como mínimo, que se interesen por lo que les estamos contando. Podemos hacer todo tipo de gracias (o, al menos, pensamos que son gracias) y piruetas para que se olviden del todopoderoso Whatsapp. Esa aplicación que ha llegado a sus vidas para esclavizarles y para dotarnos a nosotros de un superpoder: la invisibilidad. Porque cuando el teléfono vibra, nosotros dejamos de existir.

Es en este momento donde cada docente usa sus truquillos para deshacer esa conexión hipnótica con el dichoso telefonito de marras…. Pero volvamos a nuestro tema.

Estoy conectado. Me veo a través de una ventanita y no tengo ni idea de si mis estudiantes me están viendo, si atienden o tan siquiera si están entendiendo lo que explico. Para colmo solo me veo la cabeza y los hombros. Allá fueron todos mis trucos y piruetas en el aula. No puedo pasear. No puedo acercarme a ellos, ¡¡pues vaya panorama!!

Tendemos a pensar que lo que decimos es super-mega-hiper importante y nos olvidamos de algo fundamental: la comunicación no verbal. Las palabras que verbalizamos solo representan el 7% de todo el proceso comunicativo. Nuestra voz y todas sus características representan el 38% mientras que el lenguaje corporal el 55% restante. Estos porcentajes no dejan lugar a dudas. ¿No es tiempo de reflexionar sobre ello?

Si no podemos tener a nuestros estudiantes en la modalidad presencial, intentemos, al menos, sacar partido a nuestro lenguaje no verbal. Entre los factores asociados al lenguaje verbal se encuentran las características paralingüísticas del lenguaje. Tenemos que considerar el tono, el ritmo, el volumen, los silencios y el timbre.

  • Tono: ¿Qué tono usamos? ¿Cuántas veces hemos visto el típico anuncio en televisión del docente que empieza a repetir la lección en el mismo tono sin variaciones y los estudiantes caen desmayados sobre los pupitres?

No se trata de ponerse a recitar una obra poética pero sí tener en cuenta que podemos modular la voz para llamar la atención sobre lo que consideramos realmente relevante. Esto nos permitirá que la sesión sea más amena y entretenida tanto para ellos como para nosotros. El tono nos permite recrear el ambiente sonoro así como la generación de ilusiones espaciales.

  • Ritmo: el ritmo es importante para poder marcar un cierto dinamismo durante la sesión. Está claro que es más fácil decirlo (o escribirlo) que hacerlo pero si somos conscientes de ello, podemos trabajar sobre esto e intentar variarlo a lo largo de la sesión. Una buena forma de alterar ese ritmo uniforme es hacer partícipes a los estudiantes con preguntas. Si ellos abren su micrófono, participan y se explican, marcarán un nuevo ritmo que será positivo en el transcurso de dicha sesión.
  • Volumen: no estamos ni en misa ni de fiesta. Elijamos un volumen adecuado para marcar la importancia de lo que estamos diciendo. Podemos variarlo a lo largo de la sesión, podemos bajar el tono o subirlo en función de nuestras necesidades pero siempre conscientes de que hay un grupo de personas al otro lado que intentan “absorber” el máximo de información, que se han conectado y que intentan comprender lo que les decimos.
  • Los silencios: en las primeras sesiones estamos tan incómodos, e incluso nerviosos, que tendemos a hablar como si no hubiera un mañana. Hablamos sin parar como intentando dar todas las explicaciones posibles para que nos entiendan. Está claro que lo hacemos con la mejor de nuestras intenciones pero igual que en otras muchas ocasiones en nuestras vidas, ocurre el efecto contrario. Lo único que conseguimos es que los alumnos se “aturullen”, se pierdan. Muchas veces por pudor, se callarán y no preguntarán sus dudas. Ironías de la vida… todo nuestro esfuerzo tirado por la borda. Acabamos con la boca seca, la lengua arenosa. Parece que venimos de cruzar el Sahara y para colmo, no se han enterado de nada.

Los silencios son importantes. Permiten a nuestros estudiantes reflexionar, asimilar lo que les estamos contando y, al mismo tiempo, cuestionarnos si es necesario. Forman parte no solo del proceso comunicativo sino del de enseñanza/aprendizaje.

  • El timbre: ¿Qué es el timbre? Nadie le da importancia al pobre timbre. Tiende a confundirse con otros rasgos sonoros como el tono pero es el timbre el que permite construir en nuestra mente una imagen. Desde el punto de vista informativo es el más importante de todas las características paralingüísticas. Un claro ejemplo es el de los típicos cantantes que podemos ver en televisión cuando son entrevistados y su actuación posterior sobre el escenario donde podemos comprobar los cambios. Facilita la creación de todo un escenario. Existen numerosos ejercicios para trabajar nuestro timbre de voz.

 

(Continuará).

 

 

Rubén Alves

Rubén D. Alves López

Profesor del CEHI; Educación e Instituto de Competencias