¡La pasión por enseñar nunca muere y la del profesor a distancia aún menos!

Autor: Jordi Regi

 

Hay momentos en la vida en los cuales por algún motivo tienes que interrumpir o reducir tus tareas docentes para terminar compromisos básicos y fundamentales para un profesor como por ejemplo la finalización y lectura de tu tesis doctoral, culmen de la actividad investigadora, para luego reiniciarla y hacer aquello que más te apasiona: ¡ENSEÑAR!

Esos momentos en los que el parón coincide con una tesis de madurez, como se viene a denominar aquellas tesis que llegan “demasiado tarde”, quizás por no haber estado lo suficientemente preparado para concluir ese proyecto o quizás por haberte dejado la vida en tu docencia olvidando cuestiones de vital importancia para tu futuro como profesor e incluso sacrificándolas por ellos, nunca sabes, si después de esos momentos, alguna parte de tu pasión se habrá perdido por el camino o si por el contario se vuelve con la misma ilusión y ganas de enseñar que antes de la misma y, porque no decirlo, si quizás muchas de las situaciones vividas pueden hacerte perder lo que yo vengo en denominar una pasión irrefrenable por enseñar, ayudar y estar cerca de tus alumnos.

Bien, entrando en materia, debo decir que la realidad es, sin temor a equivocarme y ya con el conocimiento del que se encuentra en ese nuevo punto, que he descubierto que esa pasión por enseñar y ayudar a los alumnos, transmitiéndoles todo tu bagaje y todos tus conocimientos con fuerza, ilusión y emoción se vuelve todavía más poderosa y la vocación de servicio se hace más intensa llegando a generar dosis gigantescas y placenteras de irrefrenable adrenalina. En resumen y sin miedo, esa pasión no desaparece ni muere, sino que es aun si cabe más fuerte y poderosa.

Y más grande aún, si esos momentos de vuelta coinciden con una docencia a distancia, donde llegar a tus alumnos y no dejarles solos y además lograr que vivan la experiencia con la misma fuerza que una clase presencial, se transforma en un reto en el que las encuestas y manifestaciones de tus alumnos valorándote con altos o muy altos niveles de satisfacción, muestran que lo has logrado con creces, entonces tus niveles de alegría son ya absolutos y sin duda incomparables.

Hoy en día la enseñanza a distancia es sin ningún género de dudas una oportunidad de futuro que logra un impacto de acercamiento de la docencia universitaria a muchísima gente que, sin ella, jamás podría cursar una titulación universitaria. Global Campus Nebrija (GCN) apuesta claro y fuerte por esta modalidad y las tasas de crecimiento son superadas año tras año con una dedicación y bien hacer difíciles de superar y los datos nos deben hacer sentir especialmente orgullosos por el trabajo bien hecho.

En mi caso dentro de mis responsabilidades como Director del Máster Universitario en Acceso a la Abogacía en su modalidad a distancia, siempre ha sido un reto, cómo lograr mejorar la adquisición de las competencias necesarias para que nuestros alumnos lograran superar con éxito el examen de Estado de Acceso a la Abogacía y es algo que a fecha de hoy hemos conseguido con unos niveles de éxito cercanos al 99 %, por lo que debemos estar especialmente orgullosos.

Pero debemos dejar bien claro que el éxito en el programa va estrictamente ligado a la investigación docente en la materia, la cual es fundamental para asegurar el éxito del proceso y de las titulaciones. En este orden de cosas sin duda el apoyo de GCN en su apuesta firme y decidida por la investigación en mi área de conocimiento, también ha tenido sus frutos. Tres han sido ya las ponencias en Congresos de Investigación e innovación docente sobre la materia hasta la fecha y tres los capítulos de libros de primer orden que en un año y medio hemos publicado con gran esfuerzo y sobre todo gracias al apoyo y fe en el proyecto que siempre GCN ha depositado en mi persona y a las sinergias y colaboraciones con mis excelentes gestoras del programa Eva Esparza y Patricia Ibañez.

Universidad e investigación van y deben seguir unidas con vínculos muy estrechos y sin duda el avanzar en nuevos modelos de investigación docente para perfeccionar y hacer más amigables y cercanos nuestros programas, hace de ellos programas de alto nivel colocados en los más altos niveles de satisfacción y éxito y, más aún si cabe, cuando los programas dirigidos están en el nivel de postgrado y suponen, por su oficialidad y peculiaridad, el acceso a una profesión regulada y, por otra, ofrecen acceso a programas de doctorado para los alumnos que los cursan.

Como consecuencia de estas fructíferas líneas investigadoras, se han diseñado unas metodologías que permiten al alumno conocer en todo momento desde el inicio de su matrícula cómo y cuáles van a ser las normas y baremos que regirán cada una de las asignaturas que están perfectamente homogenizadas por cada ECTS de docencia. En definitiva el tan temido miedo al abandono y a la soledad de las titulaciones a distancia se reduce a valores inferiores al 1% puesto que se conoce, como ya hemos indicado anteriormente, ab initio, el tiempo medio y las obligaciones que cada asignatura va a suponer.

Sin duda, la labor investigadora en áreas tan apasionantes como las de innovación docente no se pueden detener y desde esta tribuna solicito que se sigan ampliando estas líneas que tanto ha apoyado y mejorado nuestras titulaciones. Para mí, investigar en estas materias con GCN supone una muestra más de que esa voluntad no se detiene sino que aumenta y en esa línea debemos trabajar por la consecución de líneas de investigación competitivas que nos posicionen aún más arriba si cabe y nos lleven a publicar en las más prestigiosas revistas del área.

No es además baladí el hecho de poder presumir de trabajar en la mejor Universidad a distancia de España (Premios Excelencia Educativa 2017) y que mantenerse arriba, como sucede en los equipos campeones, requiere de duro pero placentero trabajo continuado. ¡GCN lo deja claro! ¡Duele, merece la pena!

Y que quede bien claro, ¡no vamos a parar! queremos seguir mejorando nuestras titulaciones con cada vez más y mejores innovaciones docentes.

En resumen, el trabajo bien hecho siempre produce los frutos necesarios y sin duda es fundamental seguir trabajando en nuevos proyectos de investigación docente sobre la materia lo cual debe conducirnos a la necesaria y fundamental concentración en la mejora constante de la metodología y docencia en todas nuestras titulaciones.

Y como no y para concluir, me gustaría mostraros mi receta de “apasionado profesor” que cuenta con una lista muy escasa de ingredientes, pero que cada uno debemos saber aliñar adecuadamente con el fin de disfrutar en su cocción: Trabajo, Investigación, conocimientos y sin duda ilusión, ¡mucha ilusión!

 

Jordi Regi

Director del Máster Universitario en Acceso a la Abogacía

Inmerso en el mundo del elearning

Autor: Mario Saborido.

 

Muchos de nosotros no somos conscientes de los cambios o avances que sigue sufriendo la educación a nivel casi mundial. Hoy en día, muchos estudiantes tenemos el lujo de poder sacarle el máximo partido posible al elearning, que es un tipo de educación a lo largo de la vida en continuo desarrollo, y que se caracteriza por ser aún más moderna, creativa, competitiva, colaborativa y autónoma.

 

Uno de los cambios que se puede apreciar es que tanto el papel adoptado por el profesor como por el alumno es distinto. El profesor actúa como facilitador del proceso de enseñanza-aprendizaje usando las tecnologías. En cambio, el alumno se ha convertido en un usuario inteligente, participativo, cada vez más individual y crítico de la información. Desde mi punto de vista como estudiante, compartir recursos, ideas, reflexiones y experiencias de todo tipo mediante herramientas colaborativas puede llegar a ser muy productivo y motivador. Todos aprendemos de todos interactuando de forma activa en contextos muy diversos y, lo más importante, transformamos los contenidos en conocimiento.

 

Con respecto a la experiencia que estoy viviendo actualmente como estudiante del Máster en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de ELE, puedo decir que gracias a los recursos y contenidos seleccionados por el profesorado que forma parte de este programa, a su ayuda, e interacción con los demás participantes en el Campus Virtual Nebrija, me siento más preparado como profesor y futuro investigador en el campo de la enseñanza del español como lengua extranjera.

 

Este máster adoptó una nueva forma de enseñanza-aprendizaje que se caracteriza por la confluencia de la enseñanza presencial y de la virtual (elearning), teniendo en consideración lo mejor de ambas. En mi opinión, esta modalidad suple los inconvenientes de cada una ofreciendo una educación de calidad y, por tanto, reajustando o reconstruyendo las formas de enseñar y aprender. Este tipo de aprendizaje ha creado en mí un aumento de la motivación, la independencia y la autosuficiencia, además de una necesidad de perfeccionamiento a la hora de realizar cualquier tipo de actividad a través de la interacción activa entre mis profesores y compañeros.

 

Este tipo de formación grupal, colaborativa y cooperativa a distancia me ha beneficiado muchísimo, en el sentido de que he ahorrado mucho tiempo al no tener que desplazarme de un lugar a otro para recibir clases, consultar información en la biblioteca, etc. Además, he ahorrado costos puesto que he podido buscar una gran cantidad de información actualizada en cualquier momento y lugar, y normalmente esta información estaba disponible de forma gratuita en la web. En definitiva, este tipo de educación me ha posibilitado un aprendizaje flexible y accesible, lo cual es muy positivo.

 

Por otro lado, gracias a este máster he tenido la oportunidad de realizar unas prácticas profesionales como profesor de ELE en Francia y en China, las cuales me han permitido ir aplicando los contenidos teóricos adquiridos a lo largo de este curso académico. Y, para cerrar esta etapa, estoy seguro de que las clases presenciales de julio y la realización del Trabajo Final de Máster serán los últimos pasos que culminarán esta experiencia intensa, pero sobre todo enriquecedora tanto en lo personal como en lo profesional.

 

Mario Saborido

Estudiante del Máster en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de ELE

Sobre narrativa digital o por qué se aburre nuestra audiencia

La nueva palabra sagrada es hoy la inglesa storytelling, que se ha unido a otras muchas que cumplen una función efímera pero altamente narcotizante: pareciera que, adoptando una jerga “profesional”, nos apropiásemos de un conocimiento prestigioso, de las llaves (por así decirlo) del mágico cofre de los iniciados. Los ejemplos son multitud y seguro que los conocen (spin doctors, networking, storyline, timing, blearning, framing…) y han llegado, me temo, para quedarse. Así que hablaremos aquí de storytelling, una palabra vetusta en realidad, pero que señala con cirujana precisión la naturaleza de cualquier mensaje, incluido el docente o académico, y más aún en las esferas concéntricas del elearning, otro afamado concepto de autoridad.

Si recurrimos a nuestro viejo castellano (español, le dicen ahora), todos sabemos que hablamos en realidad de una de las actividades más antiguas del mundo: narrar, contar cuentos, estremecer a una audiencia detenida entre la hoguera y las palabras del juglar. Y de eso se trata porque de eso se trató siempre: de contar una historia, y a ser posible una buena.

Las infinitas formas del relato

Si hacemos caso a los que saben, hábito harto recomendable, las infinitas formas del relato han estado presentes siempre, en todo lugar y compañía, aunque es ahora cuando, un poco pomposamente, se habla ya de una “era del relato”, incluso de un “nuevo orden narrativo” [1].  Sea cierto o no, este auge de la narratividad nos permite regresar a lecciones que no por viejas resultan menos aprovechables, y que se aúpan ahora por encima de nuestras cabezas impulsadas por lo digital, ese lugar imaginario donde se cumple, por fin, el Aleph borjiano, pues es en lo digital (en la Red) donde se concreta ese “lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos” [2].

La oportunidad aparece ahora bajo el poderoso mantra de la novedad, categoría que tiene al menos la virtud de atraer la atención y que debemos aprovechar para hacernos esas preguntas que zumban a menudo por debajo de los debates sobre enseñanza, pero que tardan en posarse. ¿Qué hacer, entonces, con el storytelling? ¿Cómo emplearlo para enseñar mejor? Y más aún: ¿cómo hacer que nuestros escritos, apuntes o clases cuenten de veras una buena historia?

El transmedia storytelling o la inevitable levedad de los formatos

Ya sabemos que las plataformas de enseñanza digitales hace tiempo que nos ofrecen posibilidades, si no infinitas, si lo suficientemente diversas como para zambullirnos con alborozo en su potencial didáctico. Pero quizá convenga recordar qué diablos significan esos conceptos que manoseamos todos sin ton ni son y que pretenden definir caminos nuevos y lozanos, por ejemplo transmedia storytelling. Desde que Henry Jenkins la utilizara allá por 1991 en una conferencia de la Universidad del Sur de California, la palabra “transmedia” ha servido para referirse a las novedosas experiencias narrativas que han venido a luchar, con notable éxito, contra la rutina de la narración y de nuestros usos de ocio, académicos o cotidianos, lo que implica por supuesto crear hábitos nuevos. Así que no hay, aquí, velo de Isis alguno, ni arcano misterio detrás de tan florida y sonora construcción: al hablar de transmedia storytelling, simplemente nos referimos al modo de contar una historia, o más exactamente a los diversos soportes y formatos que empleamos para ello en el océano de las nuevas tecnologías. Si lo traducimos al específico campo de la enseñanza electrónica, se trataría de crear contenidos docentes o educativos mediante el uso de herramientas que los alumnos emplean ya con profusión en su vida cotidiana.

Afortunadamente, este uso intensivo y compulsivo en los entornos digitales de los malllamados “nativos” nos ahorra la tarea de normalizar la experiencia de aprendizaje en el sistema hipertextual o multiformato de los entornos internéticos. Nuestra labor deberá, por el contrario, centrarse en entender los entresijos de la narración (de cualquier narración) para poder plantearles un verdadero trayecto narrativo, es decir, aportarles las claves de la historia que queremos que recorra y en la que él (y he aquí la clave) debe ser el héroe del recorrido o la aventura.

Surge aquí, por supuesto, un nuevo interrogante, pues son muchas las formas narrativas practicadas desde el albor de los tiempos: ¿cuál elegir? ¿Cómo narrar? Así que nuestro primer esfuerzo deberá estar en la puesta a punto, como lectores, de nuestros conocimientos y experiencias sobre la narración digital y del control (hasta donde sea posible) de los fascinantes entornos tecnológicos, de los que el bueno de Arthur C. Clark decía que eran “indistinguibles de la magia” [3].

De lo analógico a lo digital: ¿ruptura o continuidad?

En nuestro empeño por conocer las herramientas necesarias para una narrativa digital eficaz, los profesionales de lo digital, y más aún los profesores o docentes de entornos online, nos enfrentamos a una bonita paradoja: ¿es todo lo nuevo una ruptura? O, lo que es lo mismo: ¿implica lo digital una ruptura con las anteriores formas narrativas? En torno a esta pregunta de mayor complejidad de lo que aparenta, se han vertido ya ríos de tinta (digital, por supuesto), pero conviene quizá recordar que, al hablar de narrativa, son varias las cartas que el cuentista o tahúr puede poner sobre el tapete. Por un lado, parece obvio que la narración aristotélica, fundamentalmente lineal y tripartita, no es un camino que los entornos digitales puedan o deban transitar mediante el recurso de la pura emulación, pues son ya muchas las experiencias que transgreden o trascienden los conceptos de cohesión o linealidad narrativa, y ha sido precisamente el terreno digital el que, por medio de sus creaciones artísticas específicas (software art, media art, net art, digital art, etc.), ha conseguido abrir espacios que el mantra aristotélico no podía contener.

Superada hace tiempo la tensión entre texto e imagen por contextos de simultaneidad o multidisciplinariedad [4], los nuevos espacios digitales generan una aproximación diferente al conocimiento, una en la que la presencia de elementos visuales exige una doble interpretación, a la vez temporal y espacial. Pero no hay aquí, me temo, primicia o descubrimiento, pues los elementos de la narrativa digital o del transmedia storytelling son, de hecho, herederos de experiencias creativas bien longevas, que van desde la antiquísima combinación entre imagen, texto y número del I Ching hasta Rayuela, pasando por el Tristan Sandy de Sterne o incluso el Vonneguth de Matadero 5. En todas estas obras, así como en otras muchas, la escritura, el texto, presentan una naturaleza fragmentada y combinatoria donde la ruptura de la cronología rompe la tríada del relato clásico (introducción, nudo y desenlace) para abrirse a un abanico de posibilidades e interpretaciones infinito.

Lo interesante está en que los espacios digitales o, más puramente, informáticos, se ajustan con perfecta simetría a esta ruptura de los relatos clásicos de conocimiento, y se definen de hecho con aquellas categorías que encarnan las experiencias creativas de narración disonante ya mencionadas, junto a otras muchas: fragmentación, necesaria interacción con el sistema, disposición aparentemente aleatoria de la información… Hay pues, dos elementos destacables en las narrativas digitales: manipulación de la estructura temporal o secuencial y supeditación del relato al espacio de navegación.

¿Y la enseñanza? O de como por fin el Rey está desnudo

Como suele ocurrir, el secreto está en que… no hay secreto. O al menos nada que no se sepa y se haya dicho con anterioridad. Sí hay, creo, una verdad manifiesta: narrar de una manera diferente implica necesariamente apostar por otro tipo de mensaje, lo que nos lleva rápidamente a la siguiente y más relevante cuestión: ¿cuál puede o debe ser este mensaje?

Mi propuesta es heredera, necesariamente, del barthiano contexto de no autoría [5] trasladado al ecosistema educativo en general, y en especial al elearning o enseñanza digital. ¿Y qué implica exactamente? Fundamentalmente, desprenderse de dos instituciones o tics ampliamente extendidos entre la comunidad académica docente: la suposición a priori de la auctoritas y el afán de linealidad de cualquier programa académico.

A pesar de sus imperfecciones discursivas, vivimos ya en la era de la “democratización tecnológica” [6] donde, nos guste o no, la propia pragmática de la Red deshace poco a poco la antigua polaridad entre un centro emisor activo y la pasividad de los receptores. La Universidad es, de hecho, especialmente sensible a esta circunstancia, tanto desde la perspectiva del propio cuestionamiento de su función real como centro prestigioso de interpretación del mundo como desde el punto de vista de la propia actividad docente, que cada vez tiene más difícil justificarse a sí misma por los solos usos de la inercia académica. Mal que pese a muchos, en lo digital no existen tarimas desde las que hablar a una audiencia acongojada por su propia situación de inferioridad espacial, y la multiplicidad de espacios críticos de conocimientos expone nuestra labor docente (no hablo aquí de la investigadora) a un escrutinio múltiple y en realidad más severo y desenmascarador: por fin, y afortunadamente, existen las condiciones para que el Rey se contemple a sí mismo en su propia y desasosegante desnudez.

Al mismo tiempo, hemos de ver la tecnología como una oportunidad para cuestionarnos nuestra propia habilidad para establecer relatos didácticos eficaces, y abandonar las ridículas visiones pesimistas sobre nuestros alumnos. A pesar de los pesares, los datos (la experiencia) indican que la recurrente queja sobre la falta de compromiso de aquellos con su formación, así como sobre su pobre nivel educativo y discursivo, no son más que cantos de sirena de una clase, la de los profesores, vestida con hábitos polvorientos y que repite los dogmas de todos nuestros mayores. A nadie escapa que es propio de quien abandona la juventud quejarse de la generación que lo persigue y que inevitablemente acabará por arrebatarle “su sitio” a la derecha del Padre Redentor. En este sentido, hace mucho que la excelencia académica aparenta ser poco más que un baldío y narcisista ejercicio de autoencumbramiento.

Pero no es así, absortos en la contemplación de nuestro propio currículum académico, como convertiremos nuestros cursos o talleres en aquello que los alumnos demandan y necesitan. Será, en cambio, desde el abandono del dogma docente como lograremos implicar al alumno en su propio recorrido de aprendizaje. Para ello, para aprovechar en su extraordinaria potencialidad los espacios internéticos, debemos invertir tiempo y dinero en aumentar, profundizar o expandir nuestras competencias digitales, y entender y profundizar en el trayecto que las ideas, y la narración, han recorrido desde sus lejanos inicios en alguna cueva del Pleistoceno. Porque sólo narrando (ensayando cuentos, reportajes, artículos, piezas de narración audiovisual…) se aprende a narrar, y a nadie escapa que, al igual que no es lo mismo leer que aprender leyendo, no puede ser lo mismo escribir (o narrar), que enseñar escribiendo.

Los profesores tenemos también otra segunda tarea, mucho más difícil de acometer, pero sin duda provechosa: debemos entender que los currículum académicos, plagados de trayectos, bibliografías, requisitos y otras miserias, son solo un punto de partida, un marco en el que estructurar las distintas posibilidades del mucho más amplio recorrido del aprendizaje, un mínimo necesario pero nunca un máximo evaluativo que haga las veces de una suerte de techo de cristal que nos protege, sí, pero que traiciona el más honorable propósito de la enseñanza y de nuestra actividad como docentes, que aparece escondido en las sabias palabras de Benjamin Franklin con las que cierro este incómodo alegato: “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. Porque narrar, señoras y señores, es involucrarse.

Rubén Sáez

Rubén Sáez Carrasco

Profesor de narrativa digital

[1] Salmon, C. (2008): “Storytelling. La máquina de fabricar historias y formatear las mentes”. Editorial Península. ISBN 9788483078358.
[2] Borjes, J. L. (2006): “Ficciones”. Alianza Editorial. ISBN 9788420666563.
[3] C. Clarke, Arthur (2000): “Profiles s of the Future: An Inquiry into the Limits of the Possible”. Phoenix (an Imprint of The Orion Publishing Group Ltd). ISBN: 9781898801214.
[4] Mitchell, W. J. T. (1995). “Picture Theory. Essays on Verbal and Visual Representation”. Chicago: U of Chicago P. ISBN: 9780226532325,
[5] Barthes, Roland (1987): «La muerte del autor», Paidós, Barcelona.
[6] González Dïaz, Paloma (2013): “Prácticas artísticas digitales y tecnologías de control y vigilancia (2001-2010)”. Tesis doctoral. http://www.tdx.cat/handle/10803/130965

El amor en los tiempos de la virtualidad

“Muchos años después, frente a la pizarra digital, el profesor de la Universidad Nebrija había de recordar aquella remota navidad en la que su padre le regaló su primer ordenador”, y es que el profesor del siglo XXI se enfrenta a retos competenciales a los que ha de responder, habiendo recibido una formación ya obsoleta.

Todos elegimos una profesión por algún motivo, en mi caso fue por amor (pedagógico). Me enamoré del profesorado por su valentía, por ponerse frente a la barrera y capear la disonancia entre lo aprendido en su formación universitaria y la necesidad de responder a una sociedad completamente diferente, cambiante, pero sobre todo exigente. Y decidí aprender de ellos, con ellos y para ellos. Dejar una pequeña huella en el mundo al servicio de la educación, desde detrás del escenario, leyendo el guion entre bambalinas, sin ser vista por el respetable público.

Y es que, en las aulas de hoy ya no se imparten clases magistrales en las que explorar los contenidos de la asignatura, sino que tratamos de poner a disposición redes de información, para invitar al alumno a que sea el protagonista de su propio aprendizaje. El profesorado de hoy no solo ha de preocuparse de transmitir el mensaje, sino que el medio o herramienta, el contenido y la metodología que emplea, requiere de una actualización constante para dar respuesta a ese alumnado que nos lleva amplia ventaja en el nivel de competencia digital.

Ilustración 1 post AnaIlustración 1. Fuente: www.uemc.es

Si bien es cierto que desde la pedagogía, la sociedad demanda una compleja y variopinta gama de respuestas, la formación del profesorado se presenta como el pilar básico para la reducir la brecha entre dicha demanda y la oferta del servicio educativo. Es en este nuevo papel del profesor de la sociedad de la información y la comunicación, en el que el docente ha de recibir toda la ayuda posible, toda la formación posible, toda la colaboración posible, para que pueda dar respuesta en su no baladí compromiso social.

En teoría todo muy sencillo ¿cierto? Pero en la práctica no lo es tanto. Fue a partir de la primera década de los 2000 cuando se empezaron incorporar herramientas atractivas donde la enseñanza y el aprendizaje parecían vivir una segunda luna de miel, donde la figura del maestro, se podía permitir crear actividades a través de “juegos” y el ritmo de la enseñanza se ajustaba a la nueva forma de aprender, rápida, mediante estímulos breves y un proceso de retroalimentación a tiempo real, efectivo y motivador. Pero tras el flechazo inicial, llegan los reproches, y es que hemos cambiado las herramientas y adaptado a ellas los contenidos, pero seguimos sin tener muy claro de qué forma podemos avanzar a través de nuestra relación.

Ilustración 2 post AnaIlustración 2. Fuente: idasyvenidasdelastic.blogspot.com

Pues si bien ya conocemos qué enseñar y con qué recursos tecnológicos, no es sino a través del ¿cómo? donde el profesor sabe que está utilizando las herramientas adecuadas, poniendo a disposición de la comunidad educativa contenidos vivos y una metodología adaptada para aprender a aprender y aprender a enseñar.

Afortunadamente, a día de hoy se está avanzando en modelos que sirvan de guía a este matrimonio que no va a dar marcha atrás, modelos exhaustivos en los que la formación del profesorado no se limitan a la utilización técnica de la herramienta, sino donde realmente se ha entendido el empaque señorial de los entornos digitales, y la importancia de estudiarlo desde la investigación en la educación superior.

Fue en mi aterrizaje en la Universidad Nebrija, donde por primera vez desde que me embarqué en el camino de la formación del profesorado en el uso de las TIC, he podido percibir una preocupación real en el uso adecuado de la tecnología como parte clave de la educación superior, donde se siente el respeto suficiente al alumnado del siglo XXI como para trabajar, investigar, diseñar y ejecutar un modelo equiparable a cualquiera de las mejores universidades europeas, donde se trazan rutas que sirvan de faro para nuestros docentes en su tarea de actualización permanente, donde se acompaña compartiendo, aprendiendo entre todos desde el rigor científico en esta ya adolescente área de conocimiento, una universidad donde al fin y al cabo se respira el amor por la educación.

Ana Regatero

Ana Regatero

Formadora blended