Proyectos GCN: “Learning Analytics” [Lorena Delgado]

Terminamos el repaso a todos los proyectos de Global Campus con Analítica del aprendizaje / Learning Analytics. Este proyecto lo lidera Lorena Delgado, psicóloga educativa y experta en analítica de del aprendizaje, que nos va a explicar un poquito más del complejo mundo de los datos…

 

 

Autora: Lorena Delgado

 

 

“Todo lo que se mide y es observado, mejora”

Bob Parsons

 

Y eso es lo que empezamos a hacer en Global Campus, empezar a medir y a observar, para poder empezar a mejorar. Hoy en día manejamos gran cantidad de información, pero también somos emisores constantes de datos. El volumen es tan grande que en ocasiones ni siquiera podemos dimensionarlo. El quid de la cuestión es qué parte de esa información es útil y qué podemos hacer con ella.

 

Las posibilidades son enormes. En el ámbito de la educación, en Global Campus partimos de un objetivo: mejorar la experiencia del estudiante. Bajo esta premisa, nos propusimos comenzar analizando cuál era la actividad de los alumnos en la plataforma Blackboard Learn. Durante el curso pasado, con la ayuda de los compañeros de Explotación de Datos, nos pusimos manos a la obra. Las primeras bases de datos que extrajimos del campus virtual contaban con más de 50 millones de líneas; definitivamente, estábamos trabajando con Big Data.

 

Gracias al análisis de todas las variables, pudimos trabajar una serie de informes por programa que nos ofrecía datos tan interesantes como en qué franjas horarias y qué días se conectan más nuestros alumnos, qué herramientas son las más utilizadas, cuánto participan en los foros o cómo responden (en tiempo y cantidad) a las diferentes actividades. Esto nos ha permitido compartir la información con las direcciones académicas para adaptar todo lo posible cada programa a los perfiles de estudiantes que los están cursando. Y estamos alineando toda esta información con un proyecto con el que pretendemos segmentar a nuestros alumnos en función de ciertas variables para poder establecer estrategias pedagógicas específicas en cada caso. Estamos seguras de que de esta manera la experiencia de aprendizaje mejorará considerablemente, pero es un proyecto vivo que se modifica y evoluciona curso tras curso, ya que actualmente solo podemos analizar los datos desde el punto de vista descriptivo, pero trabajamos para lograr empezar a predecir situaciones o conductas con estas variables.

 

Prevención del abandono

Derivado de este proyecto de Learning Analytics, durante este curso, hemos comenzado a medir y a observar cuales son las causas del abandono en las titulaciones online/semipresencial. Se deriva de manera natural, puesto que al obtener tantos datos en base a la medición, uno de los objetivos básicos aparte de mejorar la experiencia del usuario es que éste, no abandone y finalice con éxito sus estudios. Aunque partíamos de una tasa baja (alrededor del 4%), nuestra motivación este curso era conocer y entender qué estaba pasando para que un alumno abandonara, con el objetivo de intentar reducir aún más este índice. Para ello, hemos planteado algunas acciones específicas como:

 

  • Optimizar la extracción de informes a nivel interno. Es importante disponer de herramientas para conocer en cada momento qué alumnos tenemos en esta situación de una manera sencilla y rápida.
  • Determinar la categorización de bajas de los estudiantes. Que nos permiten compartir la misma información con los diferentes departamentos implicados.
  • Realizar una encuesta a alumnos que han abandonado sus estudios (desde el curso 2012-2013 al 2016-2017), para conocer el perfil desertor de Global Campus.
  • Hacer entrevistas personales a un grupo de alumnos que han abandonado durante este curso 2017/2018, con el objetivo de conocer no solo las causas, si no también, qué acciones hubiéramos podido poner en marcha para que el alumno no abandonase.
  • Realizar un piloto enfocado en la prevención del abandono.

 

En función de los resultados obtenidos durante este curso, podremos establecer un procedimiento interno de prevención del abandono de los alumnos online que nos permita anticiparnos a posibles casos de deserción de los estudiantes. Este sin duda, es uno de los trabajos más importantes en este proyecto, puesto que permite establecer unos cimientos en un área que normalmente pasaba desapercibida y se trataba como un “dato natural” y donde se creía que poco se podría hacer para evitar este abandono.  

 

Y estas son, a grandes rasgos, las principales claves del proyecto de Learning Analytics durante este curso. En un entorno tan cambiante, que evoluciona tan rápido, siempre surgen nuevas ideas, nuevos proyectos y nuevas realidades, por lo que estamos muy pendientes de la actualidad, las tendencias y las necesidades tanto del alumnado, del profesorado y de la propia universidad para conseguir un modelo sólido en el que los datos sean palanca de innovación y disrupción y cuyas acciones se traduzcan en una mejorar sustancial de la experiencia de estudiantes y docentes en los entornos online.

 

El próximo curso será apasionante en este terreno, sin duda…

 

Lorena Delgado

Coordinadora de gestión e-learning y responsable del proyecto “Learning Analytics”

 

 

 

Preparándome para un nuevo curso

Autora: Susana Martín Leralta

 

Mi andadura en el eLearning comenzó pareja a mi andadura en Nebrija, hace ya casi diez años, con la coordinación y docencia en el Máster semipresencial de lingüística aplicada a la enseñanza de ELE. En esa época no teníamos aún la suerte de contar con un departamento como GCN para formarnos y darnos apoyo en las incidencias que surgían, así es que aprendí a manejar Dokeos (nuestra antigua plataforma) trasteando mucho y acribillando a tickets a los compañeros de Servicios Informáticos (gracias, querido Daniel M.), que atendían mis no siempre inteligentes consultas con tanta diligencia como resignación, me temo. Pero, sin duda y sobre todo, aprendí gracias a los estudiantes, que probaban todo tipo de actividades que yo proponía y me retroalimentaban sobre ellas.

Enseguida me di cuenta de que, en el caso de mi disciplina, la formación online cobraba una relevancia particular por dos razones: mi programa estaba orientado a un público eminentemente internacional (quizá por eso los primeros programas online de Nebrija fueron los de profesores de español), que residía fuera o pretendía hacerlo gracias a nuestro Máster, y estaba destinado a la formación de profesores, con lo que la metodología era doblemente importante, pues mis estudiantes no solo aprendían los contenidos, sino que, de manera transversal, nuestra manera de enseñar calaría inevitablemente en su forma de dar clase. De hecho, en aquella primera etapa era frecuente encontrar alumnos con más dificultad o reticencia a la hora de manejar los recursos de la plataforma, que se convencían rápidamente de que uno de los valores añadidos de cursar un Máster semipresencial era que se estaban formando, de manera adicional, en la enseñanza en línea gracias a su experiencia como alumnos en esta modalidad.

Me sorprendió constatar que el perfil del estudiante en línea es diferente del presencial, tiene unas expectativas distintas sobre los roles de los agentes implicados en el proceso de aprendizaje,  una proactividad mayor para buscar y compartir información y conocimiento, una gestión del tiempo diferente (lo que se traduce en mayor exigencia en cuanto a ciertos aspectos de la gestión de la enseñanza), unas necesidades metodológicas particulares derivadas del entorno virtual de aprendizaje y que requieren el diseño e implementación de actividades con dinámicas diversas y específicas para este entorno, una curiosidad habitualmente mayor por los puntos de vista ajenos y, lo más importante, la necesidad de una interacción cercana que genere esa complicidad tan provechosa e imprescindible para aprender de manera significativa.

Quizá por eso lo que más me enganchó desde el principio fueron las herramientas de interacción y, especialmente, las videoconferencias. Dar los buenos días desde Madrid y escuchar buenas tardes y buenas noches con diferentes acentos y desde diversos lugares del mundo es una manera privilegiada de comenzar una clase para (futuros) profesores de ELE.

En mi entusiasmo por las interacciones en la plataforma incluso me atreví a presentar una comunicación en un Congreso sobre el uso de los foros en la formación de docentes. Cuál fue mi sorpresa cuando del análisis de mis foros deduje que tal interacción no era más que una respuesta unidireccional para mí, sin entrar en auténtico debate para la construcción conjunta del conocimiento. Creo que fue en ese momento cuando empecé a reflexionar sobre las estrategias docentes para la formación en línea, a leer y, poco después, a formarme gracias a los cursos de GCN.

Mi manera de plantear las actividades, gestionar el trabajo en grupos, facilitar la colaboración entre los estudiantes y propiciar experiencias de aprendizaje han cambiado muchísimo pero aún me queda un largo camino por recorrer, porque la los avances en la investigación en metodología online hacen imprescindible la formación constante.

El enriquecimiento que supone enseñar en línea se debe, en gran medida, a la atención tan intensa que requiere al docente, al contacto continuo con el alumnado para que no se pierda la humanidad del proceso de enseñanza/aprendizaje, a la satisfacción de ver que es posible generar oportunidades de aprendizaje de tanta calidad salvando diferencias horarias, locales, de accesibilidad y de cualquier otra índole que puedan surgir.

Ahora toca preparar las clases del Máster que comenzará en octubre, dándole una vuelta a lo que no funcionó la vez anterior, probando alguna herramienta nueva y deseando que llegue la primera videoconferencia para confirmar que el gusanillo sigue ahí, que el éxito del eLearning, en realidad, reside en lograr que todos nos sintamos partícipes del proceso de aprendizaje y conectados como personas más allá de nuestras pantallas.

 

Susana Martín Leralta

Decana de la Facultad de Lenguas y Educación

Inmerso en el mundo del elearning

Autor: Mario Saborido.

 

Muchos de nosotros no somos conscientes de los cambios o avances que sigue sufriendo la educación a nivel casi mundial. Hoy en día, muchos estudiantes tenemos el lujo de poder sacarle el máximo partido posible al elearning, que es un tipo de educación a lo largo de la vida en continuo desarrollo, y que se caracteriza por ser aún más moderna, creativa, competitiva, colaborativa y autónoma.

 

Uno de los cambios que se puede apreciar es que tanto el papel adoptado por el profesor como por el alumno es distinto. El profesor actúa como facilitador del proceso de enseñanza-aprendizaje usando las tecnologías. En cambio, el alumno se ha convertido en un usuario inteligente, participativo, cada vez más individual y crítico de la información. Desde mi punto de vista como estudiante, compartir recursos, ideas, reflexiones y experiencias de todo tipo mediante herramientas colaborativas puede llegar a ser muy productivo y motivador. Todos aprendemos de todos interactuando de forma activa en contextos muy diversos y, lo más importante, transformamos los contenidos en conocimiento.

 

Con respecto a la experiencia que estoy viviendo actualmente como estudiante del Máster en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de ELE, puedo decir que gracias a los recursos y contenidos seleccionados por el profesorado que forma parte de este programa, a su ayuda, e interacción con los demás participantes en el Campus Virtual Nebrija, me siento más preparado como profesor y futuro investigador en el campo de la enseñanza del español como lengua extranjera.

 

Este máster adoptó una nueva forma de enseñanza-aprendizaje que se caracteriza por la confluencia de la enseñanza presencial y de la virtual (elearning), teniendo en consideración lo mejor de ambas. En mi opinión, esta modalidad suple los inconvenientes de cada una ofreciendo una educación de calidad y, por tanto, reajustando o reconstruyendo las formas de enseñar y aprender. Este tipo de aprendizaje ha creado en mí un aumento de la motivación, la independencia y la autosuficiencia, además de una necesidad de perfeccionamiento a la hora de realizar cualquier tipo de actividad a través de la interacción activa entre mis profesores y compañeros.

 

Este tipo de formación grupal, colaborativa y cooperativa a distancia me ha beneficiado muchísimo, en el sentido de que he ahorrado mucho tiempo al no tener que desplazarme de un lugar a otro para recibir clases, consultar información en la biblioteca, etc. Además, he ahorrado costos puesto que he podido buscar una gran cantidad de información actualizada en cualquier momento y lugar, y normalmente esta información estaba disponible de forma gratuita en la web. En definitiva, este tipo de educación me ha posibilitado un aprendizaje flexible y accesible, lo cual es muy positivo.

 

Por otro lado, gracias a este máster he tenido la oportunidad de realizar unas prácticas profesionales como profesor de ELE en Francia y en China, las cuales me han permitido ir aplicando los contenidos teóricos adquiridos a lo largo de este curso académico. Y, para cerrar esta etapa, estoy seguro de que las clases presenciales de julio y la realización del Trabajo Final de Máster serán los últimos pasos que culminarán esta experiencia intensa, pero sobre todo enriquecedora tanto en lo personal como en lo profesional.

 

Mario Saborido

Estudiante del Máster en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de ELE

Alumnos «de verdad”

Autora: Begoña Miguel

 

Pero… ¿no tienes alumnos “de verdad”?. La primera vez que lo escuché intenté aclararlo. Mi interlocutor no lo había entendido bien. Seguro que era eso. Me esmeré en explicarlo. Que si, que claro que tengo alumnos «de verdad”. Les doy clase online. A distancia. O sea, que ellos están en su casa -depende de la hora- , y yo… pues lo mismo, en la mía. Pero la reacción es casi siempre parecida… Que si, que lo entienden, pero que son alumnos online… 

 

«Clara acaba de dar a luz, Ignacio trabaja en un e-commerce en China, Kevin presenta un programa de radio en El Salvador, Jéssica acaba de montar su empresa en Colombia…».

 

Otras veces es por parte de nuevos profesores. Desde que coordino dos másteres en modalidad online en la Universidad Nebrija, me he acostumbrado a entrevistar a futuros docentes que me manifiestan que les encanta la docencia… pero con alumnos «de verdad”. 

 

“Chemi esta acabando su tesis , Iria también, Nuria la terminó y ahora trabaja en un e-commerce, Allen es experto en usabilidad web en México, Rubén se ha convertido en un experto en narrativa digital…”.

 

La actitud de estos profesores, sin embargo, cambia rápido. Cuando se acaba su primera docencia, el grado de satisfacción de los docentes ya es altísima. La experienca ha sido intensa y el 99% que prueba, repite. Han conocido alumnos especiales, motivados y muy trabajadores. Estudiantes dispuestos a dar y obtener lo máximo. El sueño de un profesor.

 

“Marta obtuvo la mención de honor por ser la mejor estudiante de nuestra facultad, Ángel hizo otros másteres, pero todavía nos echa de menos, Cristian es docente de marketing digital en Bogotá, a Laura no le da la vida con su trabajo, pero está sacando el máster a fuerza de horas de sueño…”.

 

Empiezo a pensar que la expresión “de verdad” es equiparable a “presencial”. Es decir, los alumnos son verdaderos si son presenciales. Esto me lleva a pensar si la docencia puede ser de mentira si los alumnos están a distancia. O que mis alumnos son de mentira. O que solo es verdad lo que se ve, o… en fin, mejor no sigo por ahí que me lío.

 

«Noelia ha venido de su Valencia natal a Madrid a hacer prácticas en una agencia, Miguelina ha dejado su trabajo en República Dominicana para pasar este periodo de formación es España, Victoria se ha dejado el alma en el máster”.

 

Cuando te asomas a la docencia online te das cuenta que los alumnos te necesitan igual que en cualquier modalidad. O más. Han puesto tu confianza en ti y no les puedes defraudar. Están lejos. Están solos. Y necesitan este máster. Cada historia, cada caso, cada vida, deja huella en todo el equipo docente que día tras día procura que estos estudiantes logren sus objetivos y que sus sueños puedan convertirse en realidad. Para no ser alumnos de verdad, lo disimulan bastante bien. 

 

“Patricia nos dejó impresionados con su entrega, Javier pronto se doctora y ya dirige trabajos de fin de máster, Myriam es un ejemplo de persona y de profesional, Eva buscaba un máster “potente» y dice que lo ha conseguido».

 

Cada estudiante deja una muesca en el corazón, un motivo de satisfacción, un hueco para siempre. Algunos vienen a la graduación. Otros no pueden y se quedan en su lugar de origen. Los que vienen, se reconocen, se miran y sonríen. Recuerdan las entregas, los nervios, el agobio… Y también las risas, los ratos compartidos y el placer del conocimiento. Y nos miran y sonríen. Nos echarán de menos, dicen. Estoy segura. Y nosotros a ellos también. Nos hemos reído, hemos peleado, discutido y emocionado. Todo un curso de experiencias y aprendizaje. Como si fueran alumnos «de verdad».

 

Begoña Miguel

Directora del Máster en Marketing y Publicidad Digital

Nuevas oportunidades y espacios educativos: El estudiante de herencia latina-hispana

 

En un contexto internacional como el de la Universidad Antonio de Nebrija debemos tener presente el gran valor que adquiere en el mundo profesional el buen dominio de la lengua española. Nuestra institución como universidad global mira el patrimonio cultural y lingüístico que ofrece una comunidad tan importante como es la hispana: inmigrantes, extranjeros o ya segunda generación de estudiantes que residen aquí, o que quieren cursar estudios en nuestra universidad provenientes del extranjero; todos ellos con necesidades diferentes. Nosotros como comunidad internacional y educativa los acogemos proporcionando un trato personalizado y constituyendo así una comunidad en la que conviven experiencias culturales y educativas.

Un estudiante de herencia es aquel que comparte una serie de prácticas, legados y costumbres culturales, lingüísticas e históricas comunes y que forman un ecosistema cultural basado en su comunidad y su relación con el contexto educativo en el que vive. Por ejemplo, en EE.UU. tienen muy regularizado qué significa ser “un estudiante de herencia”, claramente marcado por su origen racial, lingüístico y/o cultural. Por lo tanto, puede ser de herencia latina o hispana (como el caso que nos ocupa), pero también de herencia italiana, alemana, irlandesa, jamaicana o china, entre otras. A nosotros nos interesa ese doble camino de herencia hispana en contexto inglés (los latinos en países de habla inglesa) y español (los latinos en Madrid).

En el caso de herencia hispana, sobre todo en un contexto estadounidense, se centra a su relación con la lengua inglesa: “a student who is raised in a home where a non-English language is spoken, who speaks or merely understands the heritage language and who is to some degree bilingual in English and the heritage language” (Valdés, 2000). Por lo tanto, la identidad latina es una construcción compleja basada en una interpretación performativa de una comunidad, etnia, raza, clase socioeconómica, nacionalidad y género que parte de una lengua común, el español, pero con multitud de diferencias. Debido a esto, en el salón de clase debemos acomodar a estos estudiantes de manera distinta, ofreciéndoles la oportunidad de generar nuevas dinámicas de aprendizajes dependiendo del modelo docente en el que se ajusta más su contexto multicultural e internacional. Es decir, debemos de ofrecer un aula que se convierte en un espacio y lugar abierto para explorar, cuestionar y debatir su herencia hispánica. Por ello, hemos de tener en cuenta en nuestro contexto dos tipos de escenarios: por un lado, el estudiante que viene del extranjero y de un contexto inglés (por ejemplo, el US Latino); y por el otro lado, el estudiante hispano que viene de una tradición en lengua española (por ejemplo, el colombiano, mexicano, peruano, etc.).

Nuestra institución fue una de las pioneras en ofrecer cursos específicos para estudiantes de herencia latina-hispana en el Centro de Estudios Hispánicos (CEHI). En ésta se ofrece una oferta académica sólida que tiene presente el componente académico y emocional de este estudiante que entiende la lengua española como algo familiar ya que es la que domina en ese espacio y desde un registro informal. Además sin dejar de lado el componente cultural, cuestión esencial ya que se convierte en un valor necesario a la hora de entender su lugar dentro del contexto en el mundo hispano.

 

Imagen: Alumnos del Centro de Estudios Hispánicos. Fuente: Nebrija.

 

La intención y objetivo primordial de estos cursos presenciales es ver y reflexionar sobre cuán útil es, para su próximo futuro profesional, tener un mayor y mejor dominio de su lengua de herencia, sabiendo manejar los diferentes registros (según nos indican los propios materiales del CEHI). Esta cuestión se convierte en uno de los hitos que queremos cumplir con estos estudiantes que nos visitan y que llegan a Madrid con ganas de mejorar su español académico, pero también aprender sobre su herencia hispana y sus raíces españolas.

Nuestro proyecto de innovación docente parte también de reforzar los lazos con los estudiantes de herencia latina que vienen de un contexto en español, ya por crecer en España o por llegar de un país latinoamericano. Por ello, partimos de entender y acoger a estos estudiantes a raíz de un conocimiento profundo de su identidad. Es decir, teniendo presente cuál es la cuestión regional en relación con la creación de esa identidad que es a su vez híbrida y distinta ya que hablar la misma lengua no significa unidad contextual u homogeneidad. Nuestras asignaturas en relaciones internacionales, comunicación intercultural y en estudios culturales, entre otras, son ejemplos en los que se adquieren estas competencias culturales. Nuevas oportunidades profesionales que pasan por el entendimiento, para luego llegar al desarrollo educativo y profesional.

 

 

DESTACAMOS:

En Madrid conviven más de 180 nacionalidades distintas. Los procedentes de América Latina y Caribe suponen el 51,7% del total de extranjeros residentes.

Las diez nacionalidades con mayor presencia en la ciudad son: Ecuador (con 77.853 personas), Rumania (65.585), Perú (37.037), Bolivia (35.583), Colombia (33.707), China (29.695), Marruecos (26.036), Republica Dominicana (24.317), Paraguay (22.603) e Italia (18.898).

http://bit.ly/2kWr45P

En las aulas de la Universidad Antonio de Nebrija en el curso 2016/17 más de 500 estudiantes de origen latino cursaron alguno de nuestros grados y postgrados.

Cada año nuestra Oficina de Movilidad Internacional atiende a más de 100 estudiantes hispanohablantes.

El CEHI recibe más de 50 estudiantes hispanohablantes al año.

 

PARA + INFO:

http://www.ine.es/prensa/np980.pdf

http://bit.ly/2lrd44A

 

Òscar O. Santos-Sopena

Profesor Departamento de Lenguas Aplicadas

Coordinador de Relaciones Internacionales de la Facultad de las Artes y las Letras

El coaching empático o cómo la felicidad también es un método de aprendizaje

Autora del post: Marta González Caballero 

 

Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias.

John Locke

 

Hace tiempo que quería escribir sobre la autoestima y felicidad en el aula. Puede que haya alguien a quien sorprenda el concepto de felicidad en un contexto educativo y más aún seguramente en un contexto laboral -prometo volver para hablar de eso en otro momento-, pero a mí me parece tan importante como el concepto mismo de competencia. Quizá porque acumulo ya bastantes años de experiencia docente y, porque he visto pasar por mis clases a alumnos con capacidades y ambiciones muy diversas y he tenido que lidiar con todos ellos, cada vez me he ido convenciendo más de la importancia de utilizar la empatía, lo que se conoce como el coaching emocional, en el aula. No quiero decir con esto que la exigencia en el estudio, la responsabilidad en el cumplimiento de las tareas o el conocimiento de las normas no sean importantes, lo son, pero todas esas cosas se van adquiriendo de forma procesal, a lo largo de la trayectoria académica. Sin embargo, la empatía, el sentimiento de satisfacción, la felicidad y el positivismo se ha quedado tradicionalmente fuera del aula, fuera de la competencia de un profesor.

Todos tenemos claro hoy día que el panorama educativo actual es muy distinto al de hace apenas una década. Los estudiantes que llegan ahora a la Universidad pertenecen a esa generación conocida como “nativos digitales”, jóvenes tecnófilos que consumen vorazmente una gran cantidad de información multimedia a la que acceden desde diferentes dispositivos. Son hiperactivos en redes sociales, viven rodeados de listas de reproducción de música, de galerías de imágenes, de youtubers y de videojuegos interactivos que muchas veces ellos mismos crean. Son reticentes al acceso de información no digital y son muy críticos con los usos tecnológicos en terceros, fundamentalmente con sus profesores. Como contrapartida, también son jóvenes que pierden muy pronto el interés, que se desconcentran y aburren con facilidad, tendiendo a trabajar de manera superficial las cosas. Por tanto, este perfil tiene ventajas e inconvenientes, hablé de ello en el I Congreso Internacional PIATCOM, organizado por la Facultad de Comunicación el pasado mes de mayo y, como dije entonces, los profesores tenemos que trabajar una metodología que permita potenciar lo beneficioso y reconducir los efectos menos deseables, para hacer de esos inconvenientes algo digno de ser aprovechado a nivel experiencial.

Yo me propuse hace ya unos cuantos años encauzar mis clases y la metodología aplicada en ellas hacia los modelos dinámicos de aprendizaje, aquellos que se basan en la flexibilidad y adecuación al alumno, los que abren la puerta a la experimentación y al proceso empático. Y, de pronto, llegó la felicidad. Si dijera aquí que mis alumnos son felices tras mis clases diría mucho y no quiero decir tanto; sin embargo, puedo decir que mis alumnos son felices en mis clases, en el tiempo que duran, lo cual es ya un punto de partida interesante.

Cuando me inicié en el proceso de trabajo empático, enseguida me di cuenta de un par de cosas muy importantes:

  • Que los alumnos no suelen tener conciencia clara de lo que valen o de para qué valen, de manera que entienden el éxito como algo lejano o inalcanzable.
  • Que los alumnos tienen menos conciencia aún de que valen para alguien, es decir, que no se suelen sentir reconocidos, lo que les conduce a la frustración.

Como llevo los últimos seis años dando clase a alumnos de cuarto curso y de posgrado, veo muy claramente en ellos estas carencias y los miedos asociados a ellas: no conseguir lo que quieren, no tener claro cómo enfocar su trayectoria, no saber hasta dónde son capaces de llegar… Son los síntomas de un mal muy común: la baja autoestima, que no se suele saber tratar o no se le otorga la suficiente importancia en el aula, porque claro, tenemos que impartir los contenidos previstos en la guía docente, corregir las actividades, realizar las prácticas, tutorizar trabajos… y el tiempo es el que es. Pero no tenemos porqué resignarnos a eso, yo al menos no lo hago, y por eso estoy hoy escribiendo esto, porque creo que puede ser bueno compartir mi felicidad, o lo que es lo mismo, mi experiencia de coaching educativo[1], que ha sido muy enriquecedora y gratificante, para que cada cual luego reflexione sobre ello y evalúe si puede serle útil.

Lo primero de todo es dejar claro que el coaching no es enseñar, es crear las condiciones necesarias para aprender y crecer, para abrir la mente y liberarla. Hoy día no nos basta con enseñar, con transmitir conocimientos, porque nuestros alumnos van a ir siendo capaces, cada vez más, de aprender por sí mismos. Esto significa que como docentes tenemos que buscar la manera de potenciar la autoestima en el alumno, algo que sólo puede partir de un contacto fluido con él, y que puede llevarse a cabo mediante el diálogo en el aula. El alumno que conversa en clase, que ofrece su punto de vista, que da su opinión sobre algo, es un alumno que nos ofrece una gran cantidad de información sobre sí mismo: sobre lo que es capaz de hacer, sobre lo que está dispuesto a hacer y sobre cómo le gustaría hacerlo. Si le escuchamos, podemos empezar a construir.

El otro gran caballo de batalla del alumno es la creencia en sus capacidades. Yo suelo plantear el primer día de clase las bases del trabajo final que tienen que realizar para superar la materia, y les llevo de ejemplo un trabajo realizado el año anterior por un compañero. Cuando lo ven siempre me dicen lo mismo: “es imposible que yo pueda hacer eso, no soy capaz, no tengo tantos conocimientos”. En ese momento es cuando respondo: “Pues entonces estás igual que el dueño de este trabajo cuando lo empezó”. Tener físicamente el trabajo en las manos les otorga seguridad y deseos de creer. Es en ese momento inicial cuando pongo la primera piedra de la autoestima: convierto la capacidad real de cada uno en una capacidad creída, ofreciéndoles la posibilidad de que crean que pueden hacerlo. Y lo mejor de todo es que lo hacen.

Está claro que para que realicen ese trabajo final de gran envergadura y no decaigan en el intento, hay que hacer otras muchas cosas, la siguiente en importancia es la adaptación de los objetivos del trabajo y de la dificultad de la tarea a sus propias posibilidades. No nos podemos engañar, no todos los alumnos tienen las mismas capacidades, ni pueden acceder al mismo nivel de complejidad en una tarea, pero eso no tiene que ser un problema si trabajamos con modelos dinámicos. Yo oriento a cada alumno a la hora de elegir la temática de su trabajo y el grado de profundidad con el que lo enfocarán, porque entiendo que cada alumno es diferente, a cada uno les motiva una cosa y cada uno tiene su propio ritmo de aprendizaje. Esta orientación sólo puedo hacerla si le conozco un poco, si soy consciente de lo que puede hacer y lo que no, de manera que, al personalizar su trabajo logro que se sienta seguro de su decisión y que se responsabilice de ella siendo optimista.

 

Imagen: Con los grupos de 1º y de 4º de Comunicación Audiovisual, en la exposición de la Fundación Telefónica sobre Alfred Hitchcock. Reunir en una misma actividad a dos grupos con diferencias tan notables fue un experimento muy interesante, en el que todos aprendimos de todos. Y nos lo pasamos genial. Fuente: Marta González

 

Cuando el proceso de elaboración del trabajo se inicia, recurro al método de simulación, es decir, que yo trabajo en clase los mismos pasos, ejercicios y pautas que ellos tendrán que realizar por su cuenta. De este modo, tienen una guía real de lo que tienen que hacer y participan activamente en ese proceso de aprendizaje en el aula, proceso tras el cual yo tendré mi propio trabajo final como profesora, pero ellos verán en ese trabajo el suyo, puesto que lo relacionan de forma directa con su proyecto personal. Dicho de otro modo: han trabajado muy duro para mí, pero pensando en lo que pueden llevarse para ellos, en lo que les puede servir. Por si este método no tuviera ya bastantes ventajas, resulta que suma otro aspecto fundamental: poder trabajar la técnica de ensayo y error sin dramas. Dialogar y opinar en clase, razonar, generar hipótesis, desarrollar ideas propias en un contexto en el que no se penaliza el error, sino que se entiende como una forma de aprendizaje muy valiosa, que permite avanzar en lugar de retroceder, es el método más óptimo que conozco para alcanzar el éxito, porque aceptando el error nos liberamos de la imposición de determinadas etiquetas o prejuicios, y nos hacemos más tolerantes ante el fracaso[2]. De este modo, la materia se va desarrollando ligada a un proyecto real en el que el alumno participa, construye y aporta cosas de manera progresiva, puesto que también ligo las actividades dirigidas a ese trabajo, como partes del mismo que debe realizar para alcanzar la gran meta. Así me aseguro de que terminen el maratón con fuerzas renovadas.

Esta es la dinámica de mis clases, aunque tengo un último “as” guardado en la manga: el sentido del humor. Quienes me conocen saben que suelo usar el humor en mi vida diaria, soy defensora acérrima del lenguaje positivo, de los refuerzos verbales de forma amena y distendida, de las conversaciones amigables, de los comentarios halagadores en el momento adecuado. Soy además una persona próxima, me gusta mantener el contacto visual, demostrar mi aprobación e interés hacia lo que me están contado con expresiones faciales acordes al contenido de la conversación, y me interesa mucho saber escuchar. Si todo eso lo pongo en marcha en clase, entonces es cuando puedo lograr el objetivo con el que iniciaba este artículo: la empatía y la felicidad, porque mis alumnos se ríen mucho en clase, es cierto, pero también aprenden mucho; se divierten, pero como proceso natural que nace del entendimiento de las cosas, de la asunción de su responsabilidad personal, de la seguridad en sí mismos. Y creedme si os digo que yo me divierto también mucho con ellos y, desde luego, aprendo mucho de ellos cada año.

 

Imagen: Con los alumnos del Máster en Dirección y Realización de series de ficción-Globomedia, durante el rodaje de uno de sus ejercicios prácticos. Estar con ellos en el rodaje pero sin intervenir, sólo escuchando y viendo, ayuda a conocerles mejor. Sí, hay que soportar frío y lluvia, pero merece la pena). Fuente: Marta González.

 

Sin embargo, y prometo que esta es la última reflexión que hago porque me he pasado un poco de rosca, este método empático no le parece bien a todo el mundo, es decir, soy consciente de que hay personas a las que les molesta la felicidad en los entornos docentes y más aún en los laborales. Siempre habrá alumnos a los que no pueda llegar, bien porque no se dejan alcanzar, bien porque no sabré hacerlo adecuadamente o incluso porque desconfiarán del método. Acepto esta circunstancia y trabajo cada año para evitar que se produzca o, en su defecto, para generar métodos alternativos para quienes no deseen ser más felices, porque como dijo mi querido Woody Allen, siempre habrá aquellos para los que “la única manera de ser feliz, sea sufriendo”.

 

Dra. Marta González Caballero

Coordinadora del Máster en Guion de ficción y entretenimiento

Profesora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación

 

[1] Recomiendo a quienes se quieran acercar un poco más a este concepto, el libro de Whitmore, J. (2003): Coaching: el método para mejorar el rendimiento de las personas. Barcelona, Paidós.

[2] Para quienes tengan interés por el tema del aprendizaje mediante la técnica del error, pueden consultar la entrada que le dediqué en mi blog en este enlace

 

¿Quiénes son nuestros alumnos?

Actualmente, en Global Campus contamos con casi 4.000 alumnos. Cada vez son más los estudiantes que confían en nuestro modelo de enseñanza-aprendizaje y apuestan por uno de nuestros programas. En los dos últimos años, el crecimiento de GCN ha sido exponencial y esto, además de ser un motivo de orgullo y un gran aliciente para seguir mejorando e innovando, supone una gran responsabilidad para el equipo. Por este motivo, nos planteamos la siguiente cuestión: ¿quiénes son nuestros alumnos?

Necesitamos conocer a nuestros estudiantes, porque entendemos que es la mejor forma de ofrecerles lo que buscan. Y la tentación es recurrir a tablas y gráficas que ordenen a nuestros alumnos por su localización geográfica, por su edad, por la facultad en la que están cursando sus estudios… Pero todo eso ha quedado desfasado. Para nosotras no es relevante conocer meras estadísticas, nuestra inquietud va más allá: ¿Qué quieren nuestros alumnos?, ¿qué esperan de su aventura en Nebrija?, ¿qué piensan?, ¿qué les preocupa? Y, muy especialmente, ¿qué sienten?

Parecen preguntas demasiado ambiguas o imprecisas, ¿verdad? Y, evidentemente, su respuesta no es sencilla. Llevamos un tiempo investigando sobre esta cuestión y hemos profundizado en ello con la ayuda del equipo de Hydra. Os adelantamos algunas de las conclusiones que se desprenden de este proyecto y que os contaremos en breve con más detalle:

  • Perfil del alumnado: Obviamente, no se puede reducir a un único perfil. Contamos con un grupo de alumnos numeroso y muy heterogéneo, por lo que una visión general no es suficiente. Queremos conocer los distintos perfiles de nuestro alumnado y para ello necesitamos un prototipado más específico por programa.
  • Exigencia recíproca: Hay un cambio de paradigma en el proceso de enseñanza-aprendizaje online y los alumnos son conscientes de ello. Durante un tiempo, se vendió como “la forma más sencilla de formarse”. Nada que ver con nuestro modelo. Es una formación exigente y, en consecuencia, nuestros estudiantes también lo son. No se conforman con sesiones tradicionales; tienen altas expectativas sobre sus másteres o grados, y nos obligan a estar a la altura que demandan.
  • Tecnología y usabilidad: Las competencias digitales del alumnado son muy variadas. Ser nativo digital o usuario habitual de entornos digitales no asegura un buen manejo de las plataformas virtuales. Hay una curva de aprendizaje y los estudiantes demandan una tecnología caracterizada por la usabilidad y la operatividad.
  • Metodología: Los alumnos valoran muy positivamente el uso de recursos y herramientas que les permitan ir un paso más allá y sacan un gran partido a las herramientas colaborativas.
  • Experiencia: El conocimiento no es el único fin para nuestros alumnos. La interacción con sus compañeros, el networking dentro de la universidad, la aplicación práctica de lo aprendido o la propia experiencia vital son muy valorados por parte de nuestros estudiantes.

 

Un alumnado formado, exigente y con ganas de aprender nos obliga a “ponernos las pilas” y trabajar con mucha ilusión para cumplir unas expectativas que son el verdadero objetivo del equipo de Global Campus.

Seguimos en ello. El reto es grande. El equipo y la ilusión, también.

 

Global Campus Nebrija

Blackboard Learn, algo más que una plataforma digital

Cuando inicié los estudios universitarios, el concepto de sociedad del conocimiento comenzaba a extenderse entre los estudiantes. Fue el Dr. Fernando Moliní Fernández, profesor titular del área de Geografía Humana, del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid, quien nos introdujo en la comprensión de este nuevo planteamiento. Siendo su finalidad la de hacernos discernir cómo el mundo comenzaba a configurarse en torno a un nuevo modelo económico, social y cultural en el que la información, y siguiendo las palabras de Manuel Castells Olivan, adquiría la condición de materia prima básica. Por lo que, su adecuado tratamiento y posterior difusión, serían factores clave para el desarrollo de la sociedad actual.

No obstante, lo más significativo de este nuevo paradigma no se encuentra tanto en la generación de información, ya que esto ha sido una de las máximas presentes en cada una de las etapas de la historia de la humanidad, sino en la facilidad de acceso a dicha información y, principalmente, su elevada velocidad de producción y distribución. Lo que ha conducido a la generación de una comunidad de aprendizaje permanente y  favorecedora de que los profesionales, tanto de las últimas generaciones como de las venideras, no lleguen a abandonar el rol de estudiantes, con el fin de evitar caer en la indeseada obsolescencia.

Pero, ¿por qué iniciar esta aportación aludiendo a la sociedad del conocimiento? La respuesta se encuentra en la intención de focalizar la atención en tres aspectos fundamentales del citado paradigma: Tecnologías de la Información y la Comunicación, Redes de Información y el papel de profesionales interesados en una continua ampliación del conocimiento. Todos ellos presentes en la comunidad en la que nos hemos “enrolado”: el Campus Virtual Nebrija.

En este contexto, las archinombradas Tecnologías de la Información y la Comunicación, se constituyen como el andamiaje facilitador del citado modelo. Pero, más allá de la función de las TIC como instrumento de búsqueda y difusión de la información entiendo que, realmente, ha sido su democratización y la consiguiente generalización e implementación en todos los sectores, que participan en la sociedad,  lo que, a día de hoy, nos permite poder hablar de su empleo en el campo de la educación. Incluso más allá del ámbito universitario, esto es, en todas y cada una de las enseñanzas que constituyen el sistema educativo nacional, sin olvidar la formación profesional no inicial o para el empleo. El resultado es que, en nuestro campo de interés, las TIC han posibilitado que la educación se flexibilice y no solo eso, sino que, estas herramientas se diversifiquen adaptándose a las necesidades de todos los agentes que constituyen la comunidad educativa. Un ejemplo realmente cercano para todos nosotros es la plataforma Blackboard Learn, una de las piezas fundamentales que integran el proyecto digital Nebrija.

El siguiente aspecto a señalar es que este espacio digital parte con la creación de una red de transferencia de información y de conocimiento permitiendo, asimismo, la proliferación de nodos para el depósito, tratamiento y distribución de información específica, tal y como son los foros, blogs y wikis que cada docente puede crear en el entorno del aula virtual, con la colaboración inexcusable de sus alumnos.

Todo ello conduce a la tercera cuestión a señalar, probablemente, la que mayor interés puede suscitar entre docentes y discentes: la motivación por participar en un proceso de aprendizaje continuo que conlleva a no abandonar el, para mí tan “amado”, rol de estudiante.

Con toda esta presentación, mi interés particular es el de expresar cómo la plataforma Blackboard Learn, además de ser una potente herramienta, con la que es posible participar en el proceso de enseñanza – aprendizaje, de las distintas especialidades que ofrece la Universidad Antonio de Nebrija, se puede entender, en sí misma, como un “contenido” más de dichas especialidades.

En mi caso concreto, como docente del Máster de Formación del Profesorado, en la especialidad de Hostelería y Turismo, una de las finalidades de mi participación en la comunidad Nebrija es la de colaborar en la capacitación de futuros profesionales de la enseñanza de Formación Profesional, en la familia citada. En este punto confluyen diversos aspectos por los que opino que Blackboard Learn debe ser entendida por los alumnos como un contenido a interiorizar, para su posterior aplicación en el campo de la docencia, estos son:

  • El hecho de participar en la edición de este máster empleando la plataforma Blackboard Learn puede y debe ser entendido como un proceso de formación conceptual, procedimental y actitudinal dado que la formación profesional inicial, tal y como señala la legislación vigente en materia de educación, permite la modalidad a distancia a través del empleo de plataformas de carácter digital. Por lo que, si este fuera el caso, lo alumnos del presente máster ya contarían con un plus en el aprendizaje adquirido con el desempeño realizado con el uso de esta plataforma en su rol de alumno. De manera que, su experiencia podría ser entendida como una ventaja competitiva que, indudablemente, beneficiaría a la excelencia de sus resultados profesionales, ya que estos podrían aplicar todas las ventajas del manejo de una plataforma digital e introducir medidas correctoras en aquellos aspectos que ellos entiendan conveniente.
  • La Orden ECD/65/2015 de 21 de enero, por la que se describen las relaciones entre las competencias, los contenidos y los criterios de evaluación de la educación primaria, la educación secundaria obligatoria y el bachillerato recoge las competencias clave del Sistema Educativo Español. Entre ellas, se encuentra la digital, la cual cual deberá ser tratada por los futuros docentes en el aula, de acuerdo a los objetivos y competencias establecidos para cada uno de los títulos de formación profesional en los que participen. En este caso, y continuando la línea expresada en el párrafo anterior, entiendo que la experiencia adquirida por los alumnos, en la realización de un máster empleando una potente herramienta digital debe ser aprovechada en pro de capacitar a sus futuros alumnos en la adquisición de la competencia digital.
  • Otra cuestión que, también entiendo básica, es que los aún alumnos deben tener en cuenta que el aprendizaje social de sus futuros alumnos ha tenido lugar en un ambiente en el que la convergencia digital se ha incorporado a su cotidianeidad. Lo que, para mí requiere una notable capacitación de los futuros docentes en este campo, de forma similar al que se produce en aquellos sobre los que versan los módulos de los que serán titulares. En este caso, una vez más, entiendo el uso de Blackboard Learn como un proceso de interiorización de contenidos.
  • Los futuros docentes serán participantes del denominado proceso de innovación docente y, aunque el empleo de TIC en el aula, no puede entenderse de forma aislada como sinónimo de innovación en este campo, si es cierto que es una herramienta que facilita el cambio de procesos conducentes a la mejora de la calidad educativa. En este caso, con un aprendizaje, de carácter puramente procedimental, en el empleo de herramientas digitales facilitará que los alumnos participantes en este máster cuenten con una base para el diseño de proyectos en esta línea.

Con todo esto, espero que estas reflexiones sean de interés para el proyecto Nebrija, en el que llevo inmersa menos de un año y, al igual que los alumnos, en un proceso de formación y de intento de mejora continua, gracias a las oportunidades que ofrece esta gran comunidad.

 

Eva María Díaz

Eva María Díaz Alandi

Profesora del Máster Universitario en Formación del Profesorado de ESO y Bachillerato, FP y Enseñanza de Idiomas