Biblioteca Digital de la Real Academia de la Historia

Biblioteca Digital de la Real Academia de la Historia

La Real Academia de la Historia nació en pleno siglo XVIII, al amparo de las ideas ilustradas. La formación de sus colecciones bibliográficas y documentales son fruto del trabajo de investigación y de las donaciones de los académicos, así como de donaciones públicas y privadas a lo largo de tres siglos. Todas estas fuentes están al servicio de los historiadores del siglo XXI que estudian la historia de España y de lo que fue la América hispánica. La Biblioteca, de valor incalculable, alberga códices medievales, incunables y miles de libros raros y antiguos.

La biblioteca digital está en proceso de crecimiento y va incorporando progresivamente los documentos y libros más importantes de la Real Academia, así como las publicaciones y trabajos resultantes de su labor investigadora.

Participa en los proyectos del Ministerio de Cultura para la promoción del Patrimonio Bibliográfico Español. Entre esos proyectos está la creación y promoción de repositorios que hacen más visible y accesible nuestro patrimonio. Asimismo, colabora con dos grandes portales de patrimonio digital, el portal español Hispania y el portal europeo Europeana.

En la página principal de la web de la Real Academia de la Historia (RAH) encontramos junto a otros recursos el acceso a su Biblioteca Digital.

Imagen: Página principal de la RAH. Fuente: RAH

Iniciamos el recorrido por la Biblioteca Digital. Desde la Presentación, un banner muestra las obras más destacadas de reciente incorporación. Una breve reseña nos introduce en el origen de este proyecto de la RAH, facilitando el enlace de los portales mencionados, Hispania y Europeana, en los que está integrada.

Si seleccionamos cualquiera de las imágenes del banner, accedemos a la descripción del documento y al enlace que permitirá la visualización del objeto digital. La descripción del documento incluye: título, autor, fecha, descripción física, notas, detalles del contenido, materia, autores secundarios, títulos secundarios y signatura. Esta última identifica el documento con números y letras dentro de la colección. La visualización facilita enlace permanente a cada imagen, permitiendo verla ampliada o en miniatura, girarla y descargarla.

Imagen: Vista de la descripción del documento seleccionado. Fuente: RAH

Si nos centramos en el menú superior de la Biblioteca Digital, a primera vista localizamos un buscador para búsquedas simples.

Imagen: Vista menú superior de la Biblioteca Digital. Fuente: RAH

A continuación, al abrir el desplegable de Consulta, encontramos varias opciones.

Imagen: Vista del desplegable Consulta. Fuente: RAH

En Búsqueda podremos precisar más datos sobre el documento que buscamos. La combinación de los campos según nuestro gusto servirá de estrategia de búsqueda.

Imagen: Vista de posibles campos que rellenar para la búsqueda. Fuente: RAH

Desplegando el tipo de documento, vemos que los documentos están clasificados por ilustraciones y fotos, libros, manuscritos, mapas, vídeos y diapositivas, con la posibilidad de elegir ‘otros’ cuando no tenemos clara la naturaleza del documento que buscamos y dichos filtros no nos sirven.

Si estuviéramos buscando alguna obra, por ejemplo, de Dante, podríamos hacer la siguiente búsqueda:

Imagen: Búsqueda. Fuente: RAH

 

Obtendríamos un único resultado:

Imagen: Resultado de búsqueda. Fuente: RAH

También podemos filtrar por colecciones:

Imagen: Vista de filtros por las distintas colecciones. Fuente: RAH

Por ejemplo, realizamos búsqueda de algún mapa sobre el Camino de Santiago en la colección cartográfica:

Imagen: Búsqueda filtrando por colección. Fuente: RAH

En búsqueda avanzada se combinan los operadores booleanos (Y, O, NO) con los términos correspondientes a los siguientes campos desplegables: título, autor, editor/impresor, lugar edición/impresión, serie, materia, año, signatura, ISBN (número internacional normalizado que identifica una monografía o colección monográfica), ISSN (número internacional normalizado que identifica una revista), Depósito Legal, lengua, etc.

Imagen: Vista de búsqueda avanzada mediante operador booleano. Fuente: RAH

También se facilita la consulta por Listado alfabético de títulos y de autores:

Imagen: Vista de listado alfabético de títulos. Fuente: RAH

Imagen: Vista de listado alfabético de autores. Fuente: RAH

Para búsquedas en colecciones pinchamos en cualquier colección y accedemos a listados alfabéticos de documentos, con la posibilidad de seleccionar un orden preferente: por título, autor, fecha o relevancia.

Imagen: Vista de las colecciones. Fuente: RAH

Por ejemplo, escogemos Impresos, y seleccionamos el orden alfabético por títulos.

Imagen: Vista de las posibilidades que ofrece la selección de obras impresas. Fuente: RAH

En el margen izquierdo se ofrecen también clasificaciones de los documentos: por Autor, Materia, Periodo, Lengua y Sección. Constatamos que la colección de impresos está configurada por 111 documentos, los cuales se encuentran integrados en la denominada sección general.

Si queremos exportar los registros que nos interesan, los seleccionamos con el formato que deseamos, precisando su localización o no, y los enviamos a nuestro correo electrónico o, mediante una simple descarga, los visualizamos en Bloc de notas.

Imagen: Vista de formatos posibles para la exportación de registros. Fuente: RAH

En cuanto a las Secciones de la Biblioteca Digital, cabe decir que hasta el momento sólo se visibiliza como tal la denominada Bibliografía madrileña, cuando extendemos el desplegable Consulta. El procedimiento de búsqueda de documentos de temática madrileña será el mismo ya descrito.

La Biblioteca Digital de la RAH proporciona el acceso a las Estadísticas que ofrecen los últimos datos sobre los fondos incorporados hasta el momento, procedentes prácticamente en su totalidad, salvo alguna excepción, de la propia Biblioteca de la RAH. Se cuantifican los distintos tipos de materiales, destacando en número los documentos manuscritos.

Se cuantifican los objetos multimedia incorporados y su tipología. Así como las diversas colecciones, de las cuales destaca el fondo general, por encima de la Cartográfica y Artes Gráficas, la Bibliográfica Madrileña y alguna colección particular.

Las estadísticas aportan datos relevantes como el rango de fechas de los documentos, desde los más antiguos a los más modernos. De esta manera nos hacemos una idea de cómo la Biblioteca Digital va incrementando su fondo.

Imagen: Vista en estadísticas de los rangos cronológicos de documentos. Fuente: RAH

Como veis, la Biblioteca Digital de la RAH es de fácil consulta y de interés multidisciplinar. Os animamos a consultarla y disfrutar de su rico patrimonio documental.

Teresa Alcalde

Servicio de Biblioteca

Historia

Activando el pensamiento histórico en el alumnado mediante la construcción de un relato guiado

Presentado en el International Medieval Congress 2022, University  of Leeds. Sesión: Teaching about the medieval frontier. 5 de Julio de 2022.

  1. Planteamiento teórico: competencias históricas

Presentamos en esta entrada el diseño y los primeros resultados de una actividad dirigida a la activación de la competencia de pensamiento histórico. El pensamiento histórico, tal y como lo conciben Seixas y Morton (2013), aporta tres grandes beneficios al aprendizaje de la historia: la capacidad de comprender la distancia entre el pasado y el presente, la elección de aquello que es importante en la construcción del relato histórico y la subjetividad que aportan las diferentes “lentes” con las que cada relator de la historia observa los acontecimientos.

Matizamos todas estas cuestiones con otros tres rangos competenciales de la educación en Historia. En primer lugar, el criterio de relevancia histórica. ¿Por qué un acontecimiento es importante y, como tal, se incluye en el relato histórico? Hemos de considerar aquí criterios objetivos, como la constatación de la influencia que genera aportar un cambio al ritmo de la historia. También, dentro del criterio de objetividad, determina una acción o un efecto duradero en la historia. Ahora bien, la relevancia histórica también es medible por dos criterios subjetivos. El primero, la “moda” que lleva al conocimiento y al dotar de importancia al hecho, acontecimiento o personaje. Y en segundo lugar, la variabilidad de la percepción del hecho en relación con las aportaciones a lo largo de la historia y del cambio de criterios en la investigación. Son, estos dos, factores ajenos al alumnado pero que influyen de forma determinante en su elección, por cuanto conocen o desconocen y, al tiempo pueden servir para magnificar el hecho o simplificar su importancia, esto es, su relevancia en el devenir histórico.

El segundo rango competencial de matiz es la conciencia histórica. Se puede definir de dos maneras:

  • La conciencia histórica es ‘el privilegio del hombre moderno de tener una plena conciencia de la historicidad de todo presente y de la relatividad de todas las opiniones’ (Hans-Georg Gadamer, 1993: 25).
  • Historia es […] una síntesis de dentro y fuera, de ‘real’ y ‘ficticio’, de objetivo e intencional, de empírico y normativo. La conciencia histórica es realización y resultado de esa síntesis” (Rüsen, en Valls y Redkau, 1999).

En nuestra propuesta consideramos ambas, por cuanto la relatividad de las teorías no debe excluir en la transposición didáctica y por ello en el silenciar al alumnado versiones. Y, también, porque la intencionalidad, el rango normativo y sobre todo, la diferencia entre realidad y ficción conforman, como determinase Rüsen, el resultado y, con ello, el relato.

El tercer rango es el de la empatía histórica. De nuevo, encontramos diferencias en su definición:

  • Downey, que prefiere el término «toma de perspectiva» al concepto “empatía histórica”, define el término como la habilidad de comprender los marcos de referencia de los personajes históricos, en base a hechos y acontecimientos históricos, sin tratar de identificarse o simpatizar con sus sentimientos. (Yilmaz, 2007: 332). Siguiendo estas posiciones,
  • Endacott y Brooks (2013), puntualizan que un acercamiento afectivo mejora la capacidad de comprensión y contextualización de la Historia.
  • “El proceso de empatía histórica es tanto afectivo como cognitivo. Es cognitivo porque requiere razonar sobre el modo en que las evidencias encajan entre sí. Es afectivo porque trata de imaginar qué podría haber sentido un personaje histórico determinado” (Davison, 2012:12-13).

En nuestra opinión, el proceso es tanto afectivo como cognitivo. La comprensión de la historia queda sometida a factores condicionantes cuando se observa desde el “presentismo”. Por consecuencia, el factor afectivo, la capacidad de imaginar qué podría sentir el personaje determina la comprensión.

  1. Creación de materiales

La actividad se incluye en un proyecto que hemos denominado REDESpoblación-Re(des)población. Nuestra labor docente en una ciudad que sufre el fenómeno de la despoblación como es Segovia y también en el extremo contrario, Madrid, nos llevó a plantear un primer factor de doble definición, a partir de la selección de nombre del proyecto. Los compañeros de Segovia entendieron como versión correcta Re(des)población; en el entorno de la capital de España se elegió REDESpoblación. En el fondo, una cuestión de emociones determinó la respuesta del grupo segoviano.

La actividad nos lleva a los años finales del siglo XI. Alfonso VI tomaría Toledo en el año 1085 y con ello, el espacio comprendido entre los ríos Duero y Tajo comenzaría una febril actividad de repoblación.

Para la actividad diseñamos ocho imágenes y otras tantos textos que acompañan a las imágenes. Para la conformación de las imágenes, optamos por una simulación de un entorno virtual, que une la fotogrametría a partir de vuelo de dron con el diseño de personajes y formas simples en 3D.

  • Elaboración de las imágenes. Fotogrametría

En primer lugar, necesitábamos un entorno creíble. Por ello, elaboramos un modelo digital de elevaciones en un espacio real. 569 fotografías en perspectiva cenital y una labor de ensamblaje mediante Metashape (Imagen 1).

Además, pretendíamos incluir un edificio significativo de un despoblado medieval. Y en este caso, el elemento seleccionado fue una ermita, antes iglesia de un despoblado de nombre incierto, situada hoy en el término municipal de Campo de Cuéllar (Segovia).

Ilustración 1. Consola de Metashape con la posición de los disparos desde el dron (en azul) y resultado de MDE. Fuente: Elaboración propia.

  • Elaboración de las imágenes. Construimos nuestra aldea medieval

Mediante el programa Blender, ensamblamos los elementos de la aldea. Este programa nos permite crear, retocar, construir y un sinfín de posibilidades. Tras varias pruebas, decidimos eliminar algunos elementos utilizados en origen -Ilustración 2- por la limitación que suponía el excesivo “peso” de los objetos” y la problemática que comporta en la gestión de las imágenes. En su lugar, recurrimos a “construcciones” sencillas, obtenidas de forma gratuita en diferentes páginas web de productos en 3D. En una primera prueba, contrastamos con un grupo de alumnos que la “limpieza” de este tipo de presentación más iconográfica que real, facilitaba la lectura y correcta interpretación.

Ilustración 2. Vista de la primera prueba llevada a cabo en Blender. Fuente: Elaboración propia.

El resultado final fue la elaboración de ocho imágenes que contemplaban el proceso de poblamiento y despoblamiento de una aldea.

  1. La actividad presenta al alumnado ocho imágenes y otros tanto textos como fuentes de información necesarias para la conformación del relato histórico. Son las siguientes:

Imagen 1

Fuente: Elaboración propia.

Texto relacionado con la imagen 1.

“El rey, nuestro señor”, nos permitió buscar nuevas tierras tras la conquista de Toledo en el año 1085. Vivíamos en el norte de la Península y éramos vasallos de un señor feudal. Pero, si nos desplazábamos entre el río Duero y el Tajo, se nos permitía instalarnos en el lugar que eligiésemos y seríamos dueños de la tierra, la cosecha sería nuestra y podríamos progresar. Y así, encontramos un lugar. Llegamos con nuestras ovejas y nuestro carro”.

Imagen 2

Fuente: Elaboración propia.

Texto relacionado con la imagen 2.

“Construimos una casa de madera, comenzamos a cuidar la tierra y nuestro rebaño fue, poco a poco, creciendo”.

Imagen 3

Fuente: Elaboración propia.

Texto relacionado con la imagen 3.

“Poco a poco fue llegando gente. Más familias se instalaron y así conformamos una aldea.”

Imagen 4

Fuente: Elaboración propia.

Texto relacionado con la imagen 4.

“En menos de un siglo éramos una aldea grande. Tanto que pudimos construir una iglesia. Realmente, queríamos levantar una iglesia tan grande que solo nos llegó el dinero para levantar el ábside. Algún día nuestra iglesia sería una gran catedral.

Además, los mercaderes venían un día a la semana y hacían mercado delante de la puerta de la iglesia. La vida era mejor ahora”.

Imagen 5

Fuente: Elaboración propia.

Texto relacionado con la imagen 5.

“A finales del siglo XVI llegó una gran peste a nuestra aldea. La gente murió en gran número.”

Imagen 6

Texto relacionado con la imagen 6.

“Tras la peste las casas se fueron vaciando y arruinando. Cada día éramos menos vecinos y el mercado se redujo. Ya solo venía un comerciante”.

Imagen 7

Fuente: Elaboración propia.

Texto relacionado con la imagen 7.

Fuente: Elaboración propia.

“Al final solo quedaba una familia. Y un buen día decidió marcharse de la aldea. Buscaría una vida mejor en la aldea más cercana”.

Imagen 8

Fuente: Elaboración propia.

Texto relacionado con la imagen 8.

“Años después no quedaba ni una casa en pie. Sin embargo, la iglesia se mantuvo erguida y con su tejado”. Y así, en pleno siglo XXI, los pastores siguen visitando el territorio de la aldea. Incluso, una vez al año se celebra una romería, que organizan los vecinos del pueblo más cercano”.

  1. Aplicación y resultados

La actividad se ha planteado en dos entornos diferentes:

  • Educación Secundaria. Segundo curso, Centro María Reina, Aravaca.
  • CEPA Antonio Machado, Segovia.

En el primer caso, se introdujeron contenidos curriculares propios de la Edad Media, ampliando hacia el conocimiento de las formas concretas de ocupación entre los ríos Duero y Tajo, caracterizados por la organización en Comunidades de Villa y Tierra. El alumnado dispuso de las imágenes a través de sus tablets y los textos se incorporaron en sobres cerrados sin numeración, para que relacionasen la imagen con el texto y ordenasen así el relato. Como producto final, se pedía tanto un relato como un vídeo con la construcción del relato histórico.

En el segundo, centro de educación de adultos, se planteó como un taller de escritura novelada de perspectiva histórica. Desde esta perspectiva, se explicaron las competencias históricas tratadas y se pidió que novelasen la historia.

Pese a la diferencia y a tratarse de casos diferentes, el planteamiento nos lleva a considerar que en uno y otro caso, las competencias históricas desarrolladas por el alumnado pudieron ser medidas y, en sus aspectos básicos comparadas. El resultado fue muy satisfactorio y acorde con los procesos previstos. Establecemos a continuación, de forma esquemática, los resultados más destacables.

  • Pensamiento histórico.
    • Diferencias en las “lentes” de los “historiadores”.
    • Diferencias en las métricas temporales de la interpretación de los fenómenos históricos. Y esto influye en el ritmo del relato.
    • “Creía que no podría conformar un relato histórico. Pero he descubierto que lo que tengo que hacer es recurrir a las fuentes adecuadas y el relato fluye” (varios alumnos del CEPA Antonio Machado).
  • Relevancia histórica.
    • Identificación de la distancia, pero ausencia de conexión con el presente.
      • No se aprecia “visibilidad” de la problemática de la despoblación rural actual, ni de la forma de memoria de una celebración.
  • Conciencia histórica.
    • Síntesis de lo real y lo ficticio, de forma más consciente en el grupo de Adultos.
    • Mayor seguimiento normativo en el grupo de Secundaria.
  • Empatía histórica (grupo de adultos).

Aspecto emocional vinculado a la visión de sucesores de la familia fundadora.

Víctor Cabañero

Didáctica de la historia

MOOC sobre cultura española

Autor: Rubén Alves

 

 

El curso de “Cultura y comunicación en España” es una introducción a la gastronomía, lengua, geografía, historia y arte en España. Cuando pensamos en España lo primero que se nos viene a la cabeza es sol, playa, fiesta… pero este curso tiene como finalidad mostrar que España es mucho más que determinados componentes estereotipados como pueden ser la paella, el “pescaito” frito así como bailes populares tales como el flamenco.

España es posiblemente muchísimo más que la suma de estos elementos o de fiestas tradicionales como pueden ser los toros.

Intentar comprender la cultura de un país es un proceso complejo. Este curso de Global Campus se centra sobre todo en intentar identificar los pilares fundamentales de la cultura española y sus costumbres, entendiendo por cultura su identidad, las lenguas y dialectos hablados, sus costumbres, tradiciones así como algunos estereotipos que por el mero hecho de ser estereotipos no tienen por qué ser siempre falsos. Hablaremos también de las costumbres (la forma en la que nos saludamos, la gastronomía, nuestro estilo de vida y la historia), si son las mismas en todo el territorio español, si varían de norte a sur, etc.

El curso consta de cinco módulos: en el primero de ellos, el módulo 1, hablaremos de cultura general y las costumbres propias de los españoles.

En el módulo 2, nos centraremos en revisar la historia y geografía contemporánea de España. Veremos cuáles han sido los hitos que han marcado de forma significativa la historia de este país para poder comprender la situación actual así como las circunstancias geográficas que han influido en el desarrollo de estos eventos.

En el módulo 3, nos centraremos en la lengua oficial, el castellano y la multiculturalidad que representa la presencia de las lenguas cooficiales.

En el siguiente módulo, el módulo 4, nos centraremos en el arte y la literatura en España. Podremos apreciar algunas de las obras fundamentales alojadas en el Museo del Prado o  en el Reina Sofía así como piezas fundamentales de la literatura universal como el Don Quijote de Miguel de Cervantes. Revisaremos las aportaciones culturales de los diferentes grupos que han habitado la península ibérica.

En el módulo 5 hablaremos del mosaico que conforman la gastronomía, el turismo y las fiestas nacionales y regionales.

Por todo ello, esperamos que al finalizar este curso, tras haber completado todos los módulos,  se obtenga una visión global de qué es España a través de su historia, costumbres, arte, gastronomía y fiestas.

Si te interesa la cultura española, te gustará este curso.

 

Rubén Alves

Profesor del MOOC sobre cultura española

 

 

Sobre narrativa digital o por qué se aburre nuestra audiencia

La nueva palabra sagrada es hoy la inglesa storytelling, que se ha unido a otras muchas que cumplen una función efímera pero altamente narcotizante: pareciera que, adoptando una jerga “profesional”, nos apropiásemos de un conocimiento prestigioso, de las llaves (por así decirlo) del mágico cofre de los iniciados. Los ejemplos son multitud y seguro que los conocen (spin doctors, networking, storyline, timing, blearning, framing…) y han llegado, me temo, para quedarse. Así que hablaremos aquí de storytelling, una palabra vetusta en realidad, pero que señala con cirujana precisión la naturaleza de cualquier mensaje, incluido el docente o académico, y más aún en las esferas concéntricas del elearning, otro afamado concepto de autoridad.

Si recurrimos a nuestro viejo castellano (español, le dicen ahora), todos sabemos que hablamos en realidad de una de las actividades más antiguas del mundo: narrar, contar cuentos, estremecer a una audiencia detenida entre la hoguera y las palabras del juglar. Y de eso se trata porque de eso se trató siempre: de contar una historia, y a ser posible una buena.

Las infinitas formas del relato

Si hacemos caso a los que saben, hábito harto recomendable, las infinitas formas del relato han estado presentes siempre, en todo lugar y compañía, aunque es ahora cuando, un poco pomposamente, se habla ya de una “era del relato”, incluso de un “nuevo orden narrativo” [1].  Sea cierto o no, este auge de la narratividad nos permite regresar a lecciones que no por viejas resultan menos aprovechables, y que se aúpan ahora por encima de nuestras cabezas impulsadas por lo digital, ese lugar imaginario donde se cumple, por fin, el Aleph borjiano, pues es en lo digital (en la Red) donde se concreta ese “lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos” [2].

La oportunidad aparece ahora bajo el poderoso mantra de la novedad, categoría que tiene al menos la virtud de atraer la atención y que debemos aprovechar para hacernos esas preguntas que zumban a menudo por debajo de los debates sobre enseñanza, pero que tardan en posarse. ¿Qué hacer, entonces, con el storytelling? ¿Cómo emplearlo para enseñar mejor? Y más aún: ¿cómo hacer que nuestros escritos, apuntes o clases cuenten de veras una buena historia?

El transmedia storytelling o la inevitable levedad de los formatos

Ya sabemos que las plataformas de enseñanza digitales hace tiempo que nos ofrecen posibilidades, si no infinitas, si lo suficientemente diversas como para zambullirnos con alborozo en su potencial didáctico. Pero quizá convenga recordar qué diablos significan esos conceptos que manoseamos todos sin ton ni son y que pretenden definir caminos nuevos y lozanos, por ejemplo transmedia storytelling. Desde que Henry Jenkins la utilizara allá por 1991 en una conferencia de la Universidad del Sur de California, la palabra “transmedia” ha servido para referirse a las novedosas experiencias narrativas que han venido a luchar, con notable éxito, contra la rutina de la narración y de nuestros usos de ocio, académicos o cotidianos, lo que implica por supuesto crear hábitos nuevos. Así que no hay, aquí, velo de Isis alguno, ni arcano misterio detrás de tan florida y sonora construcción: al hablar de transmedia storytelling, simplemente nos referimos al modo de contar una historia, o más exactamente a los diversos soportes y formatos que empleamos para ello en el océano de las nuevas tecnologías. Si lo traducimos al específico campo de la enseñanza electrónica, se trataría de crear contenidos docentes o educativos mediante el uso de herramientas que los alumnos emplean ya con profusión en su vida cotidiana.

Afortunadamente, este uso intensivo y compulsivo en los entornos digitales de los malllamados “nativos” nos ahorra la tarea de normalizar la experiencia de aprendizaje en el sistema hipertextual o multiformato de los entornos internéticos. Nuestra labor deberá, por el contrario, centrarse en entender los entresijos de la narración (de cualquier narración) para poder plantearles un verdadero trayecto narrativo, es decir, aportarles las claves de la historia que queremos que recorra y en la que él (y he aquí la clave) debe ser el héroe del recorrido o la aventura.

Surge aquí, por supuesto, un nuevo interrogante, pues son muchas las formas narrativas practicadas desde el albor de los tiempos: ¿cuál elegir? ¿Cómo narrar? Así que nuestro primer esfuerzo deberá estar en la puesta a punto, como lectores, de nuestros conocimientos y experiencias sobre la narración digital y del control (hasta donde sea posible) de los fascinantes entornos tecnológicos, de los que el bueno de Arthur C. Clark decía que eran “indistinguibles de la magia” [3].

De lo analógico a lo digital: ¿ruptura o continuidad?

En nuestro empeño por conocer las herramientas necesarias para una narrativa digital eficaz, los profesionales de lo digital, y más aún los profesores o docentes de entornos online, nos enfrentamos a una bonita paradoja: ¿es todo lo nuevo una ruptura? O, lo que es lo mismo: ¿implica lo digital una ruptura con las anteriores formas narrativas? En torno a esta pregunta de mayor complejidad de lo que aparenta, se han vertido ya ríos de tinta (digital, por supuesto), pero conviene quizá recordar que, al hablar de narrativa, son varias las cartas que el cuentista o tahúr puede poner sobre el tapete. Por un lado, parece obvio que la narración aristotélica, fundamentalmente lineal y tripartita, no es un camino que los entornos digitales puedan o deban transitar mediante el recurso de la pura emulación, pues son ya muchas las experiencias que transgreden o trascienden los conceptos de cohesión o linealidad narrativa, y ha sido precisamente el terreno digital el que, por medio de sus creaciones artísticas específicas (software art, media art, net art, digital art, etc.), ha conseguido abrir espacios que el mantra aristotélico no podía contener.

Superada hace tiempo la tensión entre texto e imagen por contextos de simultaneidad o multidisciplinariedad [4], los nuevos espacios digitales generan una aproximación diferente al conocimiento, una en la que la presencia de elementos visuales exige una doble interpretación, a la vez temporal y espacial. Pero no hay aquí, me temo, primicia o descubrimiento, pues los elementos de la narrativa digital o del transmedia storytelling son, de hecho, herederos de experiencias creativas bien longevas, que van desde la antiquísima combinación entre imagen, texto y número del I Ching hasta Rayuela, pasando por el Tristan Sandy de Sterne o incluso el Vonneguth de Matadero 5. En todas estas obras, así como en otras muchas, la escritura, el texto, presentan una naturaleza fragmentada y combinatoria donde la ruptura de la cronología rompe la tríada del relato clásico (introducción, nudo y desenlace) para abrirse a un abanico de posibilidades e interpretaciones infinito.

Lo interesante está en que los espacios digitales o, más puramente, informáticos, se ajustan con perfecta simetría a esta ruptura de los relatos clásicos de conocimiento, y se definen de hecho con aquellas categorías que encarnan las experiencias creativas de narración disonante ya mencionadas, junto a otras muchas: fragmentación, necesaria interacción con el sistema, disposición aparentemente aleatoria de la información… Hay pues, dos elementos destacables en las narrativas digitales: manipulación de la estructura temporal o secuencial y supeditación del relato al espacio de navegación.

¿Y la enseñanza? O de como por fin el Rey está desnudo

Como suele ocurrir, el secreto está en que… no hay secreto. O al menos nada que no se sepa y se haya dicho con anterioridad. Sí hay, creo, una verdad manifiesta: narrar de una manera diferente implica necesariamente apostar por otro tipo de mensaje, lo que nos lleva rápidamente a la siguiente y más relevante cuestión: ¿cuál puede o debe ser este mensaje?

Mi propuesta es heredera, necesariamente, del barthiano contexto de no autoría [5] trasladado al ecosistema educativo en general, y en especial al elearning o enseñanza digital. ¿Y qué implica exactamente? Fundamentalmente, desprenderse de dos instituciones o tics ampliamente extendidos entre la comunidad académica docente: la suposición a priori de la auctoritas y el afán de linealidad de cualquier programa académico.

A pesar de sus imperfecciones discursivas, vivimos ya en la era de la “democratización tecnológica” [6] donde, nos guste o no, la propia pragmática de la Red deshace poco a poco la antigua polaridad entre un centro emisor activo y la pasividad de los receptores. La Universidad es, de hecho, especialmente sensible a esta circunstancia, tanto desde la perspectiva del propio cuestionamiento de su función real como centro prestigioso de interpretación del mundo como desde el punto de vista de la propia actividad docente, que cada vez tiene más difícil justificarse a sí misma por los solos usos de la inercia académica. Mal que pese a muchos, en lo digital no existen tarimas desde las que hablar a una audiencia acongojada por su propia situación de inferioridad espacial, y la multiplicidad de espacios críticos de conocimientos expone nuestra labor docente (no hablo aquí de la investigadora) a un escrutinio múltiple y en realidad más severo y desenmascarador: por fin, y afortunadamente, existen las condiciones para que el Rey se contemple a sí mismo en su propia y desasosegante desnudez.

Al mismo tiempo, hemos de ver la tecnología como una oportunidad para cuestionarnos nuestra propia habilidad para establecer relatos didácticos eficaces, y abandonar las ridículas visiones pesimistas sobre nuestros alumnos. A pesar de los pesares, los datos (la experiencia) indican que la recurrente queja sobre la falta de compromiso de aquellos con su formación, así como sobre su pobre nivel educativo y discursivo, no son más que cantos de sirena de una clase, la de los profesores, vestida con hábitos polvorientos y que repite los dogmas de todos nuestros mayores. A nadie escapa que es propio de quien abandona la juventud quejarse de la generación que lo persigue y que inevitablemente acabará por arrebatarle “su sitio” a la derecha del Padre Redentor. En este sentido, hace mucho que la excelencia académica aparenta ser poco más que un baldío y narcisista ejercicio de autoencumbramiento.

Pero no es así, absortos en la contemplación de nuestro propio currículum académico, como convertiremos nuestros cursos o talleres en aquello que los alumnos demandan y necesitan. Será, en cambio, desde el abandono del dogma docente como lograremos implicar al alumno en su propio recorrido de aprendizaje. Para ello, para aprovechar en su extraordinaria potencialidad los espacios internéticos, debemos invertir tiempo y dinero en aumentar, profundizar o expandir nuestras competencias digitales, y entender y profundizar en el trayecto que las ideas, y la narración, han recorrido desde sus lejanos inicios en alguna cueva del Pleistoceno. Porque sólo narrando (ensayando cuentos, reportajes, artículos, piezas de narración audiovisual…) se aprende a narrar, y a nadie escapa que, al igual que no es lo mismo leer que aprender leyendo, no puede ser lo mismo escribir (o narrar), que enseñar escribiendo.

Los profesores tenemos también otra segunda tarea, mucho más difícil de acometer, pero sin duda provechosa: debemos entender que los currículum académicos, plagados de trayectos, bibliografías, requisitos y otras miserias, son solo un punto de partida, un marco en el que estructurar las distintas posibilidades del mucho más amplio recorrido del aprendizaje, un mínimo necesario pero nunca un máximo evaluativo que haga las veces de una suerte de techo de cristal que nos protege, sí, pero que traiciona el más honorable propósito de la enseñanza y de nuestra actividad como docentes, que aparece escondido en las sabias palabras de Benjamin Franklin con las que cierro este incómodo alegato: “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. Porque narrar, señoras y señores, es involucrarse.

Rubén Sáez

Rubén Sáez Carrasco

Profesor de narrativa digital

[1] Salmon, C. (2008): “Storytelling. La máquina de fabricar historias y formatear las mentes”. Editorial Península. ISBN 9788483078358.
[2] Borjes, J. L. (2006): “Ficciones”. Alianza Editorial. ISBN 9788420666563.
[3] C. Clarke, Arthur (2000): “Profiles s of the Future: An Inquiry into the Limits of the Possible”. Phoenix (an Imprint of The Orion Publishing Group Ltd). ISBN: 9781898801214.
[4] Mitchell, W. J. T. (1995). “Picture Theory. Essays on Verbal and Visual Representation”. Chicago: U of Chicago P. ISBN: 9780226532325,
[5] Barthes, Roland (1987): «La muerte del autor», Paidós, Barcelona.
[6] González Dïaz, Paloma (2013): “Prácticas artísticas digitales y tecnologías de control y vigilancia (2001-2010)”. Tesis doctoral. http://www.tdx.cat/handle/10803/130965