Diploma de especialización en elearning

e-Learning: «A system of learning which uses electronic media, typically over the Internet«,

Oxford Learner’s Dictionary.

 

Si convertimos esta definición en un sumatorio, podríamos decir:

e-Learning = Metodología + tecnología + innovación +

aprendizaje colaborativo + estrategia + recursos + herramientas +

competencias digitales + aprendizaje adaptativo +

narrativa + transmedia…

 

La complejidad es evidente, ¿verdad? Esta es la realidad a la que se enfrentan los docentes online. No basta con dominar una materia. No es suficiente con saber comunicar. Hay una gran cantidad de factores que se convierten en requisitos necesarios para destacar en la docencia en entornos digitales.

En Global Campus hemos desgranado esa fórmula para ofrecer una solución a cada uno de los retos que plantea la formación online y el resultado es el Diploma de especialización en elearning. Basado en la metodología que se ha convertido en el sello inequívoco de nuestro modelo, y con un enfoque muy práctico, este programa de 30 créditos ECTS te permitirá desarrollar el criterio, la capacidad de análisis y las competencias necesarias para optimizar el uso de la metodología y la tecnología en entornos digitales.

Es una excelente oportunidad para dominar el elearning. ¡Atrévete a dar el salto!

 

Global Campus Nebrija

Twitter, museos y creación de contenidos: Analizando discursos curatoriales en los canales transmedia

Autora del post: Marta Pérez Ibáñez 

 

La evolución que el manejo de las redes sociales está teniendo en la última década en museos e instituciones culturales de España es muy alta, y se ha convertido en habitual tema de discusión y estudio en diferentes ámbitos del sector, intentando comprender en qué sentido se desarrolla dicha evolución y qué consecuencias se obtienen de ello, como demuestran los encuentros que cada año ponen de manifiesto el interés por conocer estas dinámicas. No sólo se avanza en el conocimiento de las redes transmedia como canales de comunicación y difusión, sino que se profundiza en estrategias de creación de contenidos que van más allá de lo puramente divulgativo e introducen nuevos elementos para desarrollar un engagement más valioso y un bounce rate que multiplique la visibilidad de las exposiciones. El Museo del Prado anunciaba el pasado 16 de Enero en Twitter que ha alcanzado un millón de followers, lo que lo sitúa como uno de los museos de arte más seguidos en el mundo. Su estrategia de comunicación online no fue pionera en nuestro país, pero su incorporación a las redes y el cuidado e innovación que ponen en sus estrategias de creación de contenidos hacen que seguir al Prado en Twitter sea atractivo y enriquecedor.

 

Imagen: Tuits sobre el millón de seguidores del Museo del Prado. Fuente: Twitter.

 

Sin duda, a día de hoy la cultura se mueve con soltura en las redes, los museos lo saben y aprovechan la viralidad como una herramienta para globalizar los contenidos que transmite. En el Máster en Mercado de Arte de la Universidad Nebrija sabemos la importancia que la comunicación en los museos supone para difundir y transmitir el arte a la sociedad y, por tanto, somos conscientes de que el conocimiento de las nuevas formas de comunicación que transmiten los museos debe pasar por una aproximación al uso que hacen de los canales transmedia, a la forma en que crean y difunden contenidos en formato online, y al retorno de información que perciben a través de la red.

Al inicio del curso 2013-2014 en nuestro máster me planteé un reto que consistía en incorporar el uso que determinados museos e instituciones de España estaban haciendo de Twitter como red de microblogging a las herramientas de estudio y de investigación de los alumnos, intentando combinar la inmediatez de las dinámicas comunicativas de esta red social con la creación y desarrollo de contenidos y el bounce rate que estas dinámicas proporcionan. Más en concreto, el reto consistía en desarrollar una técnica de análisis de dichos contenidos que fuera lo bastante efectiva para los alumnos de postgrado como para ofrecer un resultado adecuado para sus trabajos de investigación, y lo bastante novedosa como para que la propia dinámica supusiera un campo nuevo de innovación docente que se pudiera desarrollar en cursos posteriores e incorporar a otras dinámicas de investigación sobre contenidos curatoriales que desarrollamos cada curso en esta asignatura en concreto, y que a su vez pudiera incluirse en otros programas y asignaturas, adaptándose a distintos temas o ámbitos de investigación. Durante aquel curso, el estudio se hizo sobre los distintos perfiles en Twitter del Museo Thyssen y el enfoque curatorial adoptado para dos exposiciones del museo que tendrían lugar en esa temporada, #SurrealismoySueño” y #MitosdelPop”. En el curso siguiente, comparamos la actividad de dos instituciones, Museo Thyssen y Fundación Mapfre, también muy activa en redes, eligiendo dos exposiciones, #ImpresionismoUSA y #expo_Sorolla respectivamente, y analizamos tanto las características de las campañas de ambos museos como la participación de diferentes perfiles de profesionales de ambas instituciones como apoyo a la comunicación corporativa. En el curso 2015-2016 dimos un salto internacional y comparamos la actividad de la Fundación Mapfre en #expo_Bonnard con la que había desarrollado el Museo d’Orsay parisino en su exposición previa del mismo artista. Así, no sólo analizábamos distintos enfoques curatoriales y comunicativos en distintas instituciones artísticas, sino que podíamos percibir distintas tendencias en ambos países y los resultados que en los dos casos se obtenían. Destacó el trabajo del alumno Javier Illidge, completo y minucioso y muy bien documentado. Este año, hemos vuelto a centrarnos en la Fundación Mapfre, pero ampliando nuestro objetivo de análisis en el desarrollo de la comunicación a través de los distintos perfiles en redes que esta institución mantiene activos en cada exposición, comparando discursos y contenidos en una y otras según los objetivos de cada campaña y cada canal, y evaluando los resultados que se obtienen en cuanto a engagement y bounc rate de su comunidad de seguidores y de todo el ámbito de la red. Los alumnos Mª Encarnación Calvente y Alejandro Montes han hecho un trabajo exhaustivo y un análisis acertado, que les ha proporcionado un conocimiento más profundo de las nuevas formas y medios de comunicación artística institucional.

Los resultados en cada curso han sido cada vez más alentadores, ya que nos demuestran no sólo que nuestros alumnos adquieren y desarrollan un carácter crítico en el análisis de la comunicación artística, que es uno de los objetivos previstos en nuestro Máster en Mercado del Arte, sino que ello les permite aproximarse a una forma de comunicar que, no por ser aún menos conocida en algunos sectores, deja de tener una gran importancia en nuestros días, como es la comunicación a través de canales transmedia y cómo se adapta a la actividad de las instituciones culturales y los museos.

 

Marta Pérez Ibáñez

Profesora de Mercado del Arte en Universidad Nebrija e Instituto Nebrija de Competencias Profesionales

 

Cultura y comunicación 2.0: Evolución de las narrativas digitales como canal de difusión

Nadie duda hoy en día de cómo ha evolucionado la comunicación en todos los sentidos durante los últimos años. El papel como soporte del texto escrito ha dejado paso a la pantalla, en la que ese texto convive, dialoga, incluso a veces lucha por la supervivencia, con contenidos en muchos otros formatos, contenidos audiovisuales, multimedia, imágenes estáticas o dinámicas, que completan no sólo el canal por el que un mensaje llega hasta nosotros, sino también el impacto que genera en nosotros esa forma de comunicación e incluso cómo es percibido el mensaje. Nuestro día a día está hoy condicionado tanto por la información que nos llega como por la que nosotros transmitimos, tanto por los canales que utilizamos para recibir dicha información, ya sea a nivel personal o profesional, como por los que elegimos como más idóneos para colocar nuestro mensaje, para comunicarnos con nuestro entorno, para hablar de nosotros, de nuestra actividad. De la simbiosis entre canales y mensajes, situándonos en el centro de esta red de nodos y conexiones, surge y evoluciona cada día la comunicación que rige en nuestro mundo globalizado y digital. A nivel profesional, la elección de canales es tan importante como la elección de mensajes y de discursos, y el necesario equilibrio entre unos y otros ha de ser lo que nos lleve a conseguir nuestros objetivos, ha de primar a la hora de diseñar nuestras estrategias, sobre todo nuestras estrategias en la comunicación digital.

En la docencia de materias relacionados con el ámbito cultural, conocer dichas dinámicas es vital, ya que el contacto directo con nuestros alumnos, el lugar de enlace entre el mundo profesional y el ámbito académico, nos obliga a conocer el medio digital en profundizar y a movernos por él con soltura. Y si, como vemos, el mundo de la textualidad escrita ha pasado por mutaciones drásticas en los últimos años, que nos han llevado actualmente a relacionarnos con los recursos digitales de una forma más natural, más orgánica, la siguiente fase en la que hoy estamos inmersos nos habla ya de nuevos lenguajes y códigos de símbolos a los que no podemos ser ajenos, ya que nacen de nuestra propia identidad híbrida, digital y analógica combinadas. Y en esos nuevos lenguajes, el diálogo se manifiesta como elemento determinante de las nuevas dinámicas de comunicación, un diálogo expandido hacia todos los canales transmedia, expresándose en todos los dialectos de la nueva comunicación y llegando a objetivos distintos de muy distintas maneras. En este ámbito se desarrollan las narrativas digitales, el inbound storytelling y las modal stories, que se han introducido con fuerza en la comunicación 2.0 y reinan en las estrategias de difusión de contenidos, sobre todo en el sector cultural.

El pasado 28 de octubre tuvo lugar una jornada de debate en la Biblioteca Nacional sobre este tema, sobre cómo las nuevas formas de relato digitales, de marcado carácter multimedia e interactivo, están posicionándose como en el centro de la comunicación cultural, abarcando todos los canales transmedia y trascendiendo el ámbito de la comunicación como lo hemos conocido hasta ahora. Con un marcado carácter práctico, tuvimos ocasión de conocer modos y estrategias de storytelling cultural desarrollados actualmente tanto por algunas de las más destacadas instituciones culturales de nuestro país, como la propia Biblioteca Nacional, como por parte de empresas de comunicación y marketing, gestores implicados en el emprendimiento y la creatividad, proyectos dinamizadores y profesionales del sector, que aportaron su experiencia, sus casos de éxito, y también sus reflexiones sobre este mundo de la comunicación digital.

Tras una interesante charla de Carlos Scolari, experto en la materia y profesor del Departamento de Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, que nos puso sobre la pista tanto de la rápida y profunda transformación de los canales y de los lenguajes digitales como de lo que podemos esperar para el futuro más próximo, que ya casi es presente, tuvimos ocasión de moderar la primera mesa redonda, “La narrativa digital y la comunicación cultural”, que pretendía definir conceptos y avanzar en experiencias y estrategias. Contamos con la participación de Lucía Ybarra contándonos su experiencia en la Factoría Cultural en el apoyo al emprendimiento cultural, para el que el desarrollo de óptimas estrategias de comunicación es vital; Juan Gasca, director de Thinkers.co, desarrolladores de dinámicas comunicativas digitales para las más variadas empresas y proyectos, siempre enfocados en definir cómo y a quién comunicar y por qué vías; y Arantxa Alviz, de Utopic-us, que nos adentró en uno de sus proyectos, Zinc Shower, en el que la comunicación por canales transmedia alcanza su máximo exponente. Las siguientes mesas redondas profundizaron en los campos de la educación, la comunicación colaborativa, etc., siempre planteando una crítica constructiva y un debate amplio y profundo. La necesaria definición de objetivos, a quién nos dirigimos y con qué mensaje, y cómo queremos llegar a nuestro público, demostró ser uno de los aspectos imprescindibles a la hora de diseñar buenas estrategias de comunicación transmedia, junto a la elección de los canales adecuados en función de esos objetivos y de las características de esos mensajes. Y por último, la imperativa necesidad de discernir dónde poner los límites, cómo evitar la “infoxicación” comunicativa, en una sociedad profundamente inmersa en el mundo digital.

Marta Pérez Ibáñez

Marta Pérez Ibáñez

Profesora de Mercado del Arte en Universidad Nebrija e Instituto Nebrija de Competencias Profesionales

Sobre narrativa digital o por qué se aburre nuestra audiencia

La nueva palabra sagrada es hoy la inglesa storytelling, que se ha unido a otras muchas que cumplen una función efímera pero altamente narcotizante: pareciera que, adoptando una jerga “profesional”, nos apropiásemos de un conocimiento prestigioso, de las llaves (por así decirlo) del mágico cofre de los iniciados. Los ejemplos son multitud y seguro que los conocen (spin doctors, networking, storyline, timing, blearning, framing…) y han llegado, me temo, para quedarse. Así que hablaremos aquí de storytelling, una palabra vetusta en realidad, pero que señala con cirujana precisión la naturaleza de cualquier mensaje, incluido el docente o académico, y más aún en las esferas concéntricas del elearning, otro afamado concepto de autoridad.

Si recurrimos a nuestro viejo castellano (español, le dicen ahora), todos sabemos que hablamos en realidad de una de las actividades más antiguas del mundo: narrar, contar cuentos, estremecer a una audiencia detenida entre la hoguera y las palabras del juglar. Y de eso se trata porque de eso se trató siempre: de contar una historia, y a ser posible una buena.

Las infinitas formas del relato

Si hacemos caso a los que saben, hábito harto recomendable, las infinitas formas del relato han estado presentes siempre, en todo lugar y compañía, aunque es ahora cuando, un poco pomposamente, se habla ya de una “era del relato”, incluso de un “nuevo orden narrativo” [1].  Sea cierto o no, este auge de la narratividad nos permite regresar a lecciones que no por viejas resultan menos aprovechables, y que se aúpan ahora por encima de nuestras cabezas impulsadas por lo digital, ese lugar imaginario donde se cumple, por fin, el Aleph borjiano, pues es en lo digital (en la Red) donde se concreta ese “lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos” [2].

La oportunidad aparece ahora bajo el poderoso mantra de la novedad, categoría que tiene al menos la virtud de atraer la atención y que debemos aprovechar para hacernos esas preguntas que zumban a menudo por debajo de los debates sobre enseñanza, pero que tardan en posarse. ¿Qué hacer, entonces, con el storytelling? ¿Cómo emplearlo para enseñar mejor? Y más aún: ¿cómo hacer que nuestros escritos, apuntes o clases cuenten de veras una buena historia?

El transmedia storytelling o la inevitable levedad de los formatos

Ya sabemos que las plataformas de enseñanza digitales hace tiempo que nos ofrecen posibilidades, si no infinitas, si lo suficientemente diversas como para zambullirnos con alborozo en su potencial didáctico. Pero quizá convenga recordar qué diablos significan esos conceptos que manoseamos todos sin ton ni son y que pretenden definir caminos nuevos y lozanos, por ejemplo transmedia storytelling. Desde que Henry Jenkins la utilizara allá por 1991 en una conferencia de la Universidad del Sur de California, la palabra “transmedia” ha servido para referirse a las novedosas experiencias narrativas que han venido a luchar, con notable éxito, contra la rutina de la narración y de nuestros usos de ocio, académicos o cotidianos, lo que implica por supuesto crear hábitos nuevos. Así que no hay, aquí, velo de Isis alguno, ni arcano misterio detrás de tan florida y sonora construcción: al hablar de transmedia storytelling, simplemente nos referimos al modo de contar una historia, o más exactamente a los diversos soportes y formatos que empleamos para ello en el océano de las nuevas tecnologías. Si lo traducimos al específico campo de la enseñanza electrónica, se trataría de crear contenidos docentes o educativos mediante el uso de herramientas que los alumnos emplean ya con profusión en su vida cotidiana.

Afortunadamente, este uso intensivo y compulsivo en los entornos digitales de los malllamados “nativos” nos ahorra la tarea de normalizar la experiencia de aprendizaje en el sistema hipertextual o multiformato de los entornos internéticos. Nuestra labor deberá, por el contrario, centrarse en entender los entresijos de la narración (de cualquier narración) para poder plantearles un verdadero trayecto narrativo, es decir, aportarles las claves de la historia que queremos que recorra y en la que él (y he aquí la clave) debe ser el héroe del recorrido o la aventura.

Surge aquí, por supuesto, un nuevo interrogante, pues son muchas las formas narrativas practicadas desde el albor de los tiempos: ¿cuál elegir? ¿Cómo narrar? Así que nuestro primer esfuerzo deberá estar en la puesta a punto, como lectores, de nuestros conocimientos y experiencias sobre la narración digital y del control (hasta donde sea posible) de los fascinantes entornos tecnológicos, de los que el bueno de Arthur C. Clark decía que eran “indistinguibles de la magia” [3].

De lo analógico a lo digital: ¿ruptura o continuidad?

En nuestro empeño por conocer las herramientas necesarias para una narrativa digital eficaz, los profesionales de lo digital, y más aún los profesores o docentes de entornos online, nos enfrentamos a una bonita paradoja: ¿es todo lo nuevo una ruptura? O, lo que es lo mismo: ¿implica lo digital una ruptura con las anteriores formas narrativas? En torno a esta pregunta de mayor complejidad de lo que aparenta, se han vertido ya ríos de tinta (digital, por supuesto), pero conviene quizá recordar que, al hablar de narrativa, son varias las cartas que el cuentista o tahúr puede poner sobre el tapete. Por un lado, parece obvio que la narración aristotélica, fundamentalmente lineal y tripartita, no es un camino que los entornos digitales puedan o deban transitar mediante el recurso de la pura emulación, pues son ya muchas las experiencias que transgreden o trascienden los conceptos de cohesión o linealidad narrativa, y ha sido precisamente el terreno digital el que, por medio de sus creaciones artísticas específicas (software art, media art, net art, digital art, etc.), ha conseguido abrir espacios que el mantra aristotélico no podía contener.

Superada hace tiempo la tensión entre texto e imagen por contextos de simultaneidad o multidisciplinariedad [4], los nuevos espacios digitales generan una aproximación diferente al conocimiento, una en la que la presencia de elementos visuales exige una doble interpretación, a la vez temporal y espacial. Pero no hay aquí, me temo, primicia o descubrimiento, pues los elementos de la narrativa digital o del transmedia storytelling son, de hecho, herederos de experiencias creativas bien longevas, que van desde la antiquísima combinación entre imagen, texto y número del I Ching hasta Rayuela, pasando por el Tristan Sandy de Sterne o incluso el Vonneguth de Matadero 5. En todas estas obras, así como en otras muchas, la escritura, el texto, presentan una naturaleza fragmentada y combinatoria donde la ruptura de la cronología rompe la tríada del relato clásico (introducción, nudo y desenlace) para abrirse a un abanico de posibilidades e interpretaciones infinito.

Lo interesante está en que los espacios digitales o, más puramente, informáticos, se ajustan con perfecta simetría a esta ruptura de los relatos clásicos de conocimiento, y se definen de hecho con aquellas categorías que encarnan las experiencias creativas de narración disonante ya mencionadas, junto a otras muchas: fragmentación, necesaria interacción con el sistema, disposición aparentemente aleatoria de la información… Hay pues, dos elementos destacables en las narrativas digitales: manipulación de la estructura temporal o secuencial y supeditación del relato al espacio de navegación.

¿Y la enseñanza? O de como por fin el Rey está desnudo

Como suele ocurrir, el secreto está en que… no hay secreto. O al menos nada que no se sepa y se haya dicho con anterioridad. Sí hay, creo, una verdad manifiesta: narrar de una manera diferente implica necesariamente apostar por otro tipo de mensaje, lo que nos lleva rápidamente a la siguiente y más relevante cuestión: ¿cuál puede o debe ser este mensaje?

Mi propuesta es heredera, necesariamente, del barthiano contexto de no autoría [5] trasladado al ecosistema educativo en general, y en especial al elearning o enseñanza digital. ¿Y qué implica exactamente? Fundamentalmente, desprenderse de dos instituciones o tics ampliamente extendidos entre la comunidad académica docente: la suposición a priori de la auctoritas y el afán de linealidad de cualquier programa académico.

A pesar de sus imperfecciones discursivas, vivimos ya en la era de la “democratización tecnológica” [6] donde, nos guste o no, la propia pragmática de la Red deshace poco a poco la antigua polaridad entre un centro emisor activo y la pasividad de los receptores. La Universidad es, de hecho, especialmente sensible a esta circunstancia, tanto desde la perspectiva del propio cuestionamiento de su función real como centro prestigioso de interpretación del mundo como desde el punto de vista de la propia actividad docente, que cada vez tiene más difícil justificarse a sí misma por los solos usos de la inercia académica. Mal que pese a muchos, en lo digital no existen tarimas desde las que hablar a una audiencia acongojada por su propia situación de inferioridad espacial, y la multiplicidad de espacios críticos de conocimientos expone nuestra labor docente (no hablo aquí de la investigadora) a un escrutinio múltiple y en realidad más severo y desenmascarador: por fin, y afortunadamente, existen las condiciones para que el Rey se contemple a sí mismo en su propia y desasosegante desnudez.

Al mismo tiempo, hemos de ver la tecnología como una oportunidad para cuestionarnos nuestra propia habilidad para establecer relatos didácticos eficaces, y abandonar las ridículas visiones pesimistas sobre nuestros alumnos. A pesar de los pesares, los datos (la experiencia) indican que la recurrente queja sobre la falta de compromiso de aquellos con su formación, así como sobre su pobre nivel educativo y discursivo, no son más que cantos de sirena de una clase, la de los profesores, vestida con hábitos polvorientos y que repite los dogmas de todos nuestros mayores. A nadie escapa que es propio de quien abandona la juventud quejarse de la generación que lo persigue y que inevitablemente acabará por arrebatarle “su sitio” a la derecha del Padre Redentor. En este sentido, hace mucho que la excelencia académica aparenta ser poco más que un baldío y narcisista ejercicio de autoencumbramiento.

Pero no es así, absortos en la contemplación de nuestro propio currículum académico, como convertiremos nuestros cursos o talleres en aquello que los alumnos demandan y necesitan. Será, en cambio, desde el abandono del dogma docente como lograremos implicar al alumno en su propio recorrido de aprendizaje. Para ello, para aprovechar en su extraordinaria potencialidad los espacios internéticos, debemos invertir tiempo y dinero en aumentar, profundizar o expandir nuestras competencias digitales, y entender y profundizar en el trayecto que las ideas, y la narración, han recorrido desde sus lejanos inicios en alguna cueva del Pleistoceno. Porque sólo narrando (ensayando cuentos, reportajes, artículos, piezas de narración audiovisual…) se aprende a narrar, y a nadie escapa que, al igual que no es lo mismo leer que aprender leyendo, no puede ser lo mismo escribir (o narrar), que enseñar escribiendo.

Los profesores tenemos también otra segunda tarea, mucho más difícil de acometer, pero sin duda provechosa: debemos entender que los currículum académicos, plagados de trayectos, bibliografías, requisitos y otras miserias, son solo un punto de partida, un marco en el que estructurar las distintas posibilidades del mucho más amplio recorrido del aprendizaje, un mínimo necesario pero nunca un máximo evaluativo que haga las veces de una suerte de techo de cristal que nos protege, sí, pero que traiciona el más honorable propósito de la enseñanza y de nuestra actividad como docentes, que aparece escondido en las sabias palabras de Benjamin Franklin con las que cierro este incómodo alegato: “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. Porque narrar, señoras y señores, es involucrarse.

Rubén Sáez

Rubén Sáez Carrasco

Profesor de narrativa digital

[1] Salmon, C. (2008): “Storytelling. La máquina de fabricar historias y formatear las mentes”. Editorial Península. ISBN 9788483078358.
[2] Borjes, J. L. (2006): “Ficciones”. Alianza Editorial. ISBN 9788420666563.
[3] C. Clarke, Arthur (2000): “Profiles s of the Future: An Inquiry into the Limits of the Possible”. Phoenix (an Imprint of The Orion Publishing Group Ltd). ISBN: 9781898801214.
[4] Mitchell, W. J. T. (1995). “Picture Theory. Essays on Verbal and Visual Representation”. Chicago: U of Chicago P. ISBN: 9780226532325,
[5] Barthes, Roland (1987): «La muerte del autor», Paidós, Barcelona.
[6] González Dïaz, Paloma (2013): “Prácticas artísticas digitales y tecnologías de control y vigilancia (2001-2010)”. Tesis doctoral. http://www.tdx.cat/handle/10803/130965