Exposición 2011: Do not disturb. Mi alma en otra parte.
notas 09 trabajo de recomposición de la propia habitación del artista y se pre- senta como microcosmos independientes que muestran puntos de vista heterogéneos asociados unos con otros. El habitante se instala en ella, oculta y enseña, coloca y ordena; imagina, inventa y constru- ye ese ‘otro yo’ que es la obra, considerada umbral entre lo privado y lo público. De esta forma, la habitación del artista se convierte en la obra. Entrar en la estructura de Françoise Vanneraud y descubrir un mun- do de fantasía encerrado y obligado a no ser nunca visto en su totali- dad; o pasear por las habitaciones de Álvaro Urbano, reflejo de la fragilidad de la memoria; descubrir los espacios vacíos de Almudena Lobera y Antía Moure, ecos de un ‘Yo’ traducidos en sombras e ins- cripciones; y únicamente observar ante la imposibilidad de entrar en el refugio de Andrés Montes. El segundo de los espacios, permite una aproximación menos inva- siva: el entorno doméstico visto a través de los objetos. En este caso, los objetos que vemos nos resultan cercanos, forman parte tanto de los recuerdos de sus autores como de la cotidianeidad del espectador. Se rescata aquí la idea de Freud del objeto perdido que hay que vol- ver a encontrar, un proceso unido a la nostalgia y la memoria que contribuyen el reencuentro entre sujeto y objeto. Fuera de las clasificaciones habituales encontramos la vajilla de María García Ibañez, las tapas de yogurt de Belén Rodriguez, o el polvo de Concha Prada; Cristina Toledo construye su colección par- ticular de recuerdos con llaves, silbatos o un corcho de una botella de vino; Sandra Blanca despoja al objeto de su uso cotidiano; Bestué- Vives, con su desayuno en familia, consiguen transformar lo cotidia- no en excepcional; e invadido de referencias personales se encuen- tran los trabajos de Xavi Muñoz y los hermanos Diego Barrera y Julieta Triangular. El entorno doméstico se vuelve eco del ‘Yo’ del artista, la relación con la casa nos remite ahora a habitaciones que muestran un claro ejemplo de escenas vividas y a objetos que son símbolos de experien- cias y sensaciones. Se convierten en ‘habitaciones de memoria’. A través de la obra de 13 artistas, “Do not Disturb. Mi alma en otra parte” se suma a las distintas muestras que han abordado la importan- cia del espacio privado como universo de creación. 08
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