Exposición 2011: Do not disturb. Mi alma en otra parte.

notas 17 En 1976, el sociólogo Daniel Bell señalaba de nuevo la relación entre las cosas y el universo cultural de que habla este fragmento de Una habita- ción propia ; pero lo hacía en sentido inverso. Es decir, las cosas no serían para Bell el apoyo sobre el que se tejen las obras de la imaginación, sino expresión de aquel universo cultural, que supone siempre “un consistente punto de vista estético, una concepción moral del yo y un estilo de vida que exhibe esas concepciones en los objetos que adornan a nuestro hogar y a nosotros mismos ” 2 . Sea como fuere, en el pasado siglo fueron muchos los autores que se acercaron a lo que se ha dado en llamar una “teoría del objeto”. Desde la aproximación de Freud en “Reencuentro del objeto”, última parte de sus Tres ensayos para una teoría sexual , hasta El sistema de los objetos de Baudrillard, la sociología, la psicología o la teoría del arte, han analizado de qué modo el homo simbolicus dota de valor a los objetos, los fabrica, posee y organiza de acuerdo a un universo de significados. En nuestra sociedad postindustrial, el objeto producido en serie, de manera anónima, sale de fábrica cargado con los significados o valores que comunica el sistema de distribución para hacerlo deseable como material de consumo. Los objetos no “exhiben”, como diría Bell, los esti- los de vida de forma inconsciente o espontánea, sino que se visten con ellos como con un perfume que deja en segundo término su función me- ramente utilitaria (hablar por teléfono, servir de transporte, abrigar). Así que será precisamente el modelo consumista, en su afán por acortar la vida de los objetos y convertirlos en prescindibles en el plazo más breve posible, el que propicie la rápida migración de los valores de unas cosas a otras. Esta unión artificial de forma y contenido, fabricada en el laborato- rio de los departamentos de marketing, es intencionadamente precaria por inductora de la sustitución. En la sociedad de consumo, por tanto, el valor que se quiere poseer mediante la compra de un objeto no permanece en un mismo producto más del mínimo tiempo necesario. El reemplazo constante provoca enton- ces que el mundo se pueble de objetos sin alma, pendientes de ser resca- tados. La moderna museología considera la colección (el arsenal) o el archivo el lugar de ese rescate. Nieves Acedo Con el alma en las cosas. 2 Daniel Bell, Contradicciones Culturales del Capitalismo , Alianza, 2004. 16 La obra de la imaginación es como una tela de araña: está atada a la realidad, leve, muy levemente quizá, pero está atada a ella por las cuatro puntas (...). Pero al estirar la tela por un lado, engancharla por una punta, rasgarla por medio, sino que son obra de los seres humanos que sufren y están ligados a cosas groseramente materiales, como la salud, el dinero y las casas en que vivimos. uno se acuerda de que estas telas de araña no las hilan en el aire las criaturas incorpóreas, Virginia Woolf 1 1 Virginia Woolf, Una habitación propia . Seix Barral, Barcelona, 2008, p. 70. Una acercamiento a la casa como instalación

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