Exposición 2018: Estado liminal

46 explosión y otra de un fragmento de una escultura griega, hoy conservada en el Louvre de París. Dos imágenes que, más allá de su “tema” -la Guerra Fría y el expolio de antigüedades practicado por las grandes potencias-, son interesantes en tanto que habilitan una reflexión sobre la pintura misma. Un medio y, además, una forma de ser. El pintor obsesionado con su hacer. Enfrascado en largas con- versaciones sobre capas y límites invisibles para los profanos, tratando de dar con la fórmula exacta para hacer visible nada más que lo esencial. El campo de exploración de la pintura como un proceso sensible y corporal, abierto a la incertidumbre, ahora bien, a una incertidumbre deseada, que no se ve obligada a cumplir ridículos planes y objetivos laborales. Sobre el cuerpo y los afectos que congrega a su alrededor, trabaja la propuesta de Irene Cantero. Entre la instalación y la performance, la artista produce un ambiente que busca la participación del espectador. En este espacio de inter- cambios sensibles, un fluorescente se enfrenta a los movimientos del cuerpo de la artista, generando cambios constantes que difuminan los límites del yo y del nosotras. Non Unísono, la obra presentada por Fito Conesa en este proyecto, igualmente recurre al cuerpo y a la vitalidad de sus transformaciones. Por medio de un registro de audiovisual de un coro de jóvenes en los límites de la pubertad, la pieza despliega un juego de ritmos, cadencias y repeticiones sonoras que, más allá de la palabra, se enmarcan en un dispositivo afectado por la familiaridad de la voz, pero también por su dimensión siniestra y desestabilizadora. Si bien es legítimo desconfiar de la efectividad social del arte, esto es, de su po- tencia de cambio en un sistema diseñado para incorporar cualquier crítica, privi- legiando la práctica artística que solo interpela al arte contemporáneo, contextos como este proyecto favorecen un buen número de desplazamientos en los códi- gos estéticos y éticos. En ese sentido, además de abrir un diálogo sobre cómo los ritos de paso se han extendido a multitud de experiencias antes estables, hoy rendidas a un estado de hiperactividad incesante, Estado liminal performativiza la vulnerabilidad de una experiencia liminal convertida en condición de una vida que, como señala López Petit, ha de ser rentabilizada, un modo de existencia incierto, que soslaya cómo la subjetividad puede sentirse a la vez propia y ajena. Alfredo Aracil Compositor, doctor en Historia del Arte, gestor y asesor cultural

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjY=