Revista NUESTRA NEBRIJA 14 - Julio 2015 - page 5

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NUESTRA
·
JUL 2015 · Nº 14
Pasado, presente y futuro
de la universidad
EDITORIAL
Juan Cayón
Rector
La universidad ha sido, histórica-
mente, el lugar del conocimiento.
Durante ya muchos siglos ha lle-
vado a cabo un papel tan impor-
tante en la sociedad que podría
decirse que es una de las distin-
ciones más notables respecto
del resto de seres que habitan el
planeta: nosotros tenemos uni-
versidades, ellos no. Pero desde
su creación ha pasado ya mu-
cho tiempo, 800 años en el caso
de Oxford, Bolonia, París, Mont-
pellier… Por eso, las de hoy, son
universidades distintas a las de
entonces y, probablemente, aún
deben cambiar más.
Nuestra universidad, que el curso
2015/16 cumple sus primeros 20
años desde su reconocimiento
oficial, es, por tanto, muy joven.
20 años son nada (siempre ad-
miré a Carlos Gardel) compara-
dos con los 800 que cumplirá la
de Salamanca, la más antigua de
las existentes en España, en el
2018, aunque considero que son
más las ventajas de la juventud
que los inconvenientes. Tenemos
en nuestra mano construir, en ello
estamos, una universidad moder-
na, adaptada a los nuevos tiem-
pos, una universidad de la era de
las tecnologías de la información.
Algunos me habéis oído decir que
no se puede dar clase igual antes
que después de internet. Ni la uni-
versidad puede ser igual.
Creo que el papel de la univer-
sidad, uno de ellos, es convertir
a los jóvenes en profesionales
adecuados para trabajar en em-
presas. Porque considero que el
cliente de la universidad, hoy, ya
no es el estudiante sino la socie-
dad a la que prestamos este ser-
vicio público. Y, con el añadido,
surgido en estos tiempos, de que
hasta hace poco estaba clara la
demanda de perfiles profesiona-
les: médicos, veterinarios, aboga-
dos, arquitectos… Pero, cada vez
más, la universidad se ve en la
necesidad de formar a nuestros
alumnos en disciplinas que aún
desconocemos, para profesiones
que todavía no existen.
Por lo tanto, hay que plantearse
si, a la luz de esta nueva realidad,
estamos haciendo bien nuestro
trabajo. A mi juicio, lo haremos
bien si conseguimos dotar en los
grados a los estudiantes de las
herramientas, las capacidades y
las destrezas genéricas necesa-
rias para hacer frente a su futuro.
Y de la especialización necesaria
en los másteres y doctorados.
Además, en mi concepción las
universidades, y la nuestra lo tie-
ne como meta, tienen que facilitar
que el alumno adquiera la capaci-
dad de adaptación imprescindible
que exige el entorno económico y
empresarial actual. En este mun-
do cambiante ya no habrá inge-
nieros genéricos sino ingenieros
de software para sistemas sate-
litales geoestacionarios de tele-
comunicaciones; agrochef en vez
de agrónomos; mantenedores de
recuerdos para ancianos en lugar
de geriatras… Estas son, quizá,
alguna de las nuevas profesiones
que están a la vuelta de la esquina
si echamos la imaginación a ro-
dar. Sanidad, tecnología de la in-
formación y economía verde son,
dicen los expertos, las áreas del
futuro. Hacia esas esas áreas han
de dirigirse los esfuerzos, pero sin
olvidar nunca que hemos de com-
binar ese estar cerca de la socie-
dad, detectar lo que necesita, con
la capacidad de amueblar bien las
cabezas de los jóvenes, con la de
dotarles de los conocimientos es-
pecializados que van a necesitar
en esas nuevas áreas de trabajo y
de los genéricos que les permitan
analizar la realidad que les rodea.
Y todo ello en el marco humanista
que nos caracteriza y distingue.
Así, hoy como ayer y como maña-
na, las universidades deben estar
en continua transformación para
ser capaces a su vez de transfor-
mar a los estudiantes que reci-
ben, mejorando sus capacidades,
aumentando sus conocimientos,
estimulando las competencias
que necesitan. Eso ha hecho la
Nebrija desde su fundación y ese
el plan para el futuro.
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