Nuestra NEBRIJA 25 - Mayo 2018

24 excesivos prácticos en el otro, en el sentido de que unos se tienen que dar cuenta que hay que ir al mundo real y otros tenemos que trabajar mucho más en investigación, desarro- llo, nuevas tecnologías..., todo lo que pueda dar más valor añadido a nuestras empresas, que vienen a través de esa in- versión en nuevas formas de hacer, investigación, que es donde podemos encontrarnos. Cuando un universitario llega a una empresa se encuentra un mundo apasionante, creati- vo. Y más en las pymes, don- de ves al dueño y al telefonis- ta, todo, y rompes el concepto de empresa como algo lejano, antipático, estas viendo cosas de verdad, y el empresario se beneficia de contar con gente que viene muy preparada de la universidad. Pero creo que ha- bría que hacer más esfuerzo en la parte de los profesores, que tienen que ir adaptándose más a este mundo cambiante en el que nos movemos. Hay que tener un programa estable, sin duda, pero hay que adecuarlo al mundo cambiante. ¿Cómo se puede conseguir que la universidad no pierda su esencia de lugar de conocimiento e investigación con la necesidad de formar jóvenes que encuentren acomodo en el mundo real, en el movimiento continuo de las empresas? Creo que si quisiéramos se podría conseguir. Son más que compatibles porque cada día hay más profesores en el mundo de la empresa, algo que me parece muy bueno. La universidad tiene una parte teórica, intelectual, importantí- sima, pero en la parte nuestra necesitamos gente en el día a día para ganar competitividad como país. Estamos trabajando en ello, pero se podría hacer más. Yo tengo reuniones con el presidente de la CRUE, los empresarios participamos en los consejos de la universidad cada vez más, así que cada día estamos más integrados. Hay universidades que históri- camente han estado más cerca de las empresas, por ejemplo la mía, la de Deusto, que siempre ha estado volcada en el mundo de la empresa. ¿Están más cerca del mundo de las empresas las universidades privadas? Sí, han hecho más ese camino, entre otras cosas porque tam- bién son empresas. La univer- sidad pública es muy potente, pero en este acercamiento es más fácil la relación diaria con las privadas. ¿Estar en los consejos es una buena manera de acercarse? Hay muchas posibilidades, pero esa es una que se ajusta bien al modelo. Nos permite a las empresas ver la importancia de la universidad y nos permite influir, no digo cambiar progra- mas, pero sí ser escuchados, influir, orientar cosas. ¿Las universidades son sensibles a esas orientaciones? Por ejemplo, en lo que se refiere a los empleos del futuro. Un estudio reciente dice que el 47% de los trabajos actua- les desaparecerán en 10 años. Va a haber cambios grandes que exigen ser flexibles, ser capaces de aprender, de trans- formarse en el mismo trabajo. Y creo que en esto podemos pensar que nos está pillando el toro a todos. Es una revolución social, no solo industrial, por- que el cambio lo está haciendo la sociedad, y las empresas y las universidades somos más lentos para hacer esos cam- bios. Pero saber que nos está cogiendo el toro, que nos está arrollando ese mundo que in- tuimos, que sabemos de qué va pero no conocemos ya es un buen paso. Adaptarse uno es más o menos fácil, pero adap- tar un entramado, como una empresa o una universidad, es más complicado. Por eso es importante tener claro que hay que lanzar la idea a todo el mundo de ese concepto de ser empleable, tu trabajo de- pende de ti, de tu flexibilidad, porque si no tu productividad será cero. ¿Qué recomendaría a las universidades? Mirar fuera, a la sociedad, pero no creo que haya que ser maxi- malista. Todos tenemos que ser generosos en la flexibilidad, nadie tiene la verdad absoluta, hay que aprender todos de to- dos. Hay que explorar mucho más y hay que colaborar más porque la sociedad es cada vez más colaborativa, será me- S erá mejor el que más colabore , pero nadie tiene la solución ni la verdad absoluta

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