Nuestra NEBRIJA 25 - Mayo 2018
39 obtenidos en cada lugar, sino que lo hace en función de los votos posibles totales en la de- marcación, lo que se traduce en una necesidad distinta de votos en cada lugar para ob- tener un escaño. En demarca- ciones electorales con pocos votantes el número de votos ne- cesario para obtener el escaño es menor que en otras con ma- yor número de votantes. La regla de Hamilton asigna la representación según la di- visión del número de votos de cada grupo entre la cuota, es decir, según los números en- teros de dichos cocientes. Si después de haber realizado este cálculo faltaran represen- tantes por asignar, aquellos grupos con restos mayores recibirían un puesto adicional. Por lo tanto, y en un hipotéti- co uso político, los escaños pendientes se asignarían a los grupos políticos que tienen los restos mayores. Las fórmulas distributivas de media mayor, como la regla D’Hondt, favorecen a los gru- pos mayoritarios, mientras que las fórmulas distributivas de resto mayor, como la de Hamil- ton, son favorables a una distri- bución de escaños más fiel a la distribución de votos entre can- didaturas. Sin embargo, estas fórmulas de resto mayor, como la de Hamilton, se aplican con mínimos electorales que im- piden el acceso al escaño de grupos que no superen un de- terminado volumen de votos. El método D’Hondt favorece a las mayorías, lo que facilita la gobernabilidad y la toma rá- pida de decisiones. Además, es sencillo de entender y co- múnmente utilizado cuando se necesita una representación lo más proporcional posible. ¿Cómo quedaría el reparto de escaños en el parlamento es- pañol, con los resultados de las últimas elecciones generales, si aplicáramos el método de re- parto de Hamilton, comparado con el actual reparto de la ley D’Hondt? El número de partidos con re- presentación parlamentaria pasaría de 9 a 14, ganando el hemiciclo en diversidad, pero dificultando la obtención de mayorías absolutas individua- les y la gobernabilidad por pactos. Entre los 4 grandes partidos, el Partido Popular se- ría el gran perjudicado, restan- do 20 escaños a sus actuales 137; el PSOE perdería 5 par- lamentarios, por los 4 que ga- naría Unidos Podemos y los 14 que sumaría Ciudadanos. En el resto del hemiciclo, más allá de ligeros bailes de un escaño arriba o abajo en los restantes partidos ya presentes, asistiría- mos a un rosario de pequeños partidos con mínima represen- tación, por debajo de la reque- rida para la obtención de gru- po parlamentario y que hoy no participan de la vida parlamen- taria. En cuanto a pactos de gobernabilidad, la suma de PP y Ciudadanos se quedaría en 163, por los 169 actuales, aún más lejos de la mayoría absolu- ta; al igual que la del PSOE con Podemos, que pierde 1 escaño frente al reparto D’Hondt. En general, la gobernabilidad sería aún más difícil y la mayo- ría absoluta a través de pactos exigiría el acuerdo de 4 o hasta 5 partidos, si atendemos a las actuales preferencias e incom- patibilidades entre partidos. Plantearnos, por tanto, una re- forma electoral sobre la base de un sistema de reparto de escaños que atienda su asig- nación en función del número de votos y de restos mayores, puede dar lugar a una mayor participación política de gru- pos minoritarios, pero corre- mos el riesgo de enfrentarnos a escenarios de aún más difícil gobernabilidad. Si los partidos políticos se acostumbraran a pactar con mayor facilidad, a semejanza de lo que sucede en Alemania, el cambio sería menos traumático, pero inquie- ta asistir al caso italiano, con 64 gobiernos y 28 primeros minis- tros desde la fundación de la república en 1946. C on la fórmula de los consejos de administración la gobernabilidad sería más difícil Artículo publicado en Cinco Días el 7 de marzo de 2018
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