Nuestra NEBRIJA 26 - Julio 2018

37 diciales, tal y como señalan los investigadores Wen-Bin Chiou, Chin-Sheng Wan y Chung- Chun Yang, de la National Sun Yat-sen University, en Taiwán. Eso se debe a que hay “efectos irónicos” en estos suplementos alimentarios, porque crean una ilusión de invulnerabilidad que genera riesgos. “El crecimiento del mercado de estos produc- tos no se asocia a una mejora en la salud pública”, aseguran en un artículo publicado en la revista Psychol Science . Con- sumir estos productos, dicen los investigadores, “supone para los usuarios una sensa- ción de mejora dietética que evita que coman sano o que hagan ejercicio, lo que acaba redundando en un perjuicio para la salud”. Tampoco los superalimentos son beneficiosos porque, para empezar, no existen. Se trata de una de las novedades en la narración sobre dietas y pro- bablemente se llamen así por comprarse en el supermercado más que por alguna otra carac- terística. Como dice el dietista Julio Basulto, “es una denomi- nación que en mi opinión vulne- ra la legislación. El Real Decre- to de 1996, que está vigente, prohíbe atribuir a determinadas formas, presentaciones o mar- cas de productos alimenticios de consumo ordinario concre- tas y específicas propieda- des preventivas, terapéuticas o curativas”. Sin embargo, la lista de esas joyas dietéticas, aunque falsa, “no solo es casi infinita, sino que, como el uni- verso, se expande. Incluye, por citar algunos ejemplos, al jara- be de arce, las bayas de goji, el alga kombu o la kombucha”, asegura Basulto. En la misma línea, Laura Caor- si, periodista, responsable de alimentación y bienestar en la revista Eroski Consumer, seña- la que “no existen los alimen- tos superpoderosos, ni las be- bidas milagrosas ni la piedra filosofal. En cambio, sí una pie- dra angular para su venta: la narrativa nutricional”. Una na- rrativa más peligrosa de lo que pudiera parecer, según Brian Wansink, quien, tras revisar más de cien estudios, conclu- yó, en un trabajo publicado en la revista Psychology & Mar- keting , que la falta de tiempo debe compensarse mediante una reorganización del am- biente “para que trabaje para nosotros. Eso significa poner a nuestro alcance alimentos saludables y que no requieran grandes conocimientos culina- rios: basta con colocar un reci- piente con fruta fresca, crudi- tés de verduras o frutos secos cerca de donde estemos de forma habitual, o por donde pasemos a menudo. Debemos tropezarnos con ellos”. Y con- cluye: “Si la comida sana está en la nevera, no solo está fue- ra de nuestra vista, también lo está de nuestra mente.” En este mismo sentido de pu- blicidad engañosa incrustada en narrativas contemporáneas, debe inscribirse el dogma come lo que quieras, que ya lo quemarás. “La mala alimen- tación genera más enfermeda- des que la combinación de in- actividad física, tomar alcohol y fumar”, según publicaron en el British Journal of Sports Medi- cine los investigadores A. Mal- hotra, T. Noakes y S. Phinney. “Es hora de reventar el mito de la inactividad física y la obesi- dad: no se puede superar una mala dieta.” Para distinguir la publicidad en- gañosa de la fiable hay varias reglas de oro. Por ejemplo, si lo anuncia un personaje famoso, casi seguro que el producto, en el mejor de los casos, es inútil; en el peor, dañino, por acción o por omisión. Si hay fotos de antes y después , también suele ser un timo, igual que si se ga- rantiza perder mucho peso en poco tiempo o, en general, si parecen milagrosos y ofrecen testimonios de usuarios. Si lo parecen, no lo son, porque en esto tampoco hay milagros. Y ojo con los que utilizan la pa- labra natural como sinónimo de sano o, al menos, de ino- cuo. La cicuta es muy natural, y que le pregunten a Sócrates. Y ahí está la Amanita phalloi- des , causante de la mayoría de las intoxicaciones mortales en nuestro país. Tal y como asegura la OCU en un informa sobre salud y dieta, “en el mejor de los casos son un engaño, en el peor, pue- den pasar factura (elevada) a tu salud. Son los productos, “ E n la mayoría de los países , comer en exceso se ha convertido en un problema mucho peor que el hambre ”

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