Nuestra NEBRIJA 28 - Enero 2019
37 N jicas y parapléjicas. Entonces se produce una reflexión muy grande dentro del equipo, por- que la realidad es que desde la universidad nunca va a llegar a la gente ese prototipo. Vimos una gran oportunidad de crear una institución cuyo trabajo fuera que toda esta ciencia no se quedara en los cajones o en los papers científicos, sino ha- cer que tocara a la sociedad. Eso se llama Bitbrain. ¿Pudieron fabricar esa silla? No fue posible. Hacía falta un esfuerzo enorme y había otras cosas de neurotecnología que estaban mucho más cerca de ponerse en el mercado, y nos concentramos en esas. Ya lle- garemos. La tecnología necesita cierta madurez. A estas tecnologías que se llaman deep tech (tec- nologías profundas, transver- sales, que afectan a múltiples áreas) hay que dejarlas evolu- cionar por sitios que están más cerca, con cuyo desarrollo se puede financiar el avance de otras partes más lejanas. ¿En qué momento se encuentra la neurotecnología en el mundo y en España? Está habiendo un montón de empresas que a día de hoy están saliendo. Muchas lo que hacen es generar expectativas, aunque probablemente no van a lograr lo que prometen. Face- book acaba de entrar en neuro- tecnología con un edificio ente- ro. Y Elon Musk, el fundador de Tesla, ha entrado hace un año con una empresa de capital se- milla de 20 millones de euros. Sí, Neuralink. Elon Musk, lo que quiere hacer es a diez años y puede que lo consiga. Estados Unidos está obtenien- do tecnologías de bajo coste. Europa exige siempre muy alta calidad y muy alta rigurosidad científica. Al final, nos tenemos que encontrar en algún sitio por el centro. Siendo vanguardia de la neurotecnología en España, ¿aportan algo diferencial y único al sector? Sí, lo estamos haciendo. En Es- paña van las cosas despacio por cuestiones de dinero, como siempre. Pero desde Asia y desde Estados Unidos nos es- tán pidiendo los equipos que fabricamos, más ligeros, más cómodos, más agradables es- téticamente, pero con una altí- sima calidad. Eso es algo que a día de hoy no se hace y que solo sabemos hacer nosotros. Y los equipos son caros. Cues- tan entre 8 y 10 mil euros, no están al alcance de cualquiera. Pero hay un montón de aplica- ciones para las que eso sí que es viable. Piensa en un psicólo- go en un gabinete, por ejemplo. ¿En qué nos puede ayudar la neurotecnología? Una línea es la monitorización y la otra es la utilización de esa monitorización para rehabilitar. La monitorización significa que yo observo la actividad cere- bral y de ella extraigo informa- ción motora cognitiva y emo- cional, para hacer algo. Por ejemplo, detectar que me estoy quedando dormido, que me es- toy desconcentrando, que ten- go mucho estrés… Podemos monitorizar a una persona sana o a un niño epiléptico. La segunda línea de trabajo es usar la información para hacer algo que ayude a la persona, esté enferma o sana. A mejo- rar la capacidad cognitiva, por ejemplo. La rehabilitación o mejora se aplica al mundo de las emo- ciones y también a nivel motor, desde ayudar a una persona que pierde la movilidad de un brazo hasta mejorar el tiempo de reacción de un deportista de élite en 0,02 milisegundos, que es la diferencia entre ganar una medalla de oro o quedarse fuera. ¿Cómo recibe la sociedad los avances en neurotecnología? La tecnología no es ni buena ni mala. Es el uso que se haga de ella. El ejemplo de la tecnología nuclear es el mejor. Hay que trabajar la ética, cómo se utili- zan estas tecnologías. Merece la reflexión no solo de nosotros mismos, sino a nivel institucio- nal y de leyes. En el ámbito de la salud la gen- te no puede ser más positiva. “ M ejorar el tiempo de reacción de un deportista de élite en 0,02 milisegundos es la diferencia entre ganar una medalla de oro o quedarse fuera ”
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