Nuestra NEBRIJA 39 - octubre 2021

sé. Yo tengo un asombro y una curiosidad constan- tes sobre todo por mi oficio, pero en general por la vida. Supongo que eso hace que no tenga tiempo de regodearme en si he conseguido o no he conseguido, porque lo que hay por delante y lo que tengo que aprender es infinitamente mayor. El camino de per- fección, el camino de tratar de ser lo mejor posible cada día, no se acaba nunca. Puedes haber llegado a alguna parte. Y es evidente que yo he llegado a al- guna parte: no lo niego. Y no niego que tengo unas virtudes, seguro que las tengo. Si yo fuera Premio Nobel de Medicina o maestro, es decir, una profe- sión con una auténtica repercusión social profunda, igual podía estar más orgulloso. Pero lo que yo he hecho son anuncios. Me parece que tiene que ser consustancial a la persona que consigue algo en la vida. Al final eres consciente de que sabes poca cosa. Durante su vida profesional, ¿ha tenido problemas morales sobre los aspectos menos luminosos de la profesión? He visto en su discurso una reflexión profunda de por qué es buena la publicidad. Entiendo que es algo muy pensado y muy trabajado. Sí, de una manera yo te diría que muy intensa. Me siento culpable de sentir tanta culpa por ser tan apasionado y tan enamorado y tan profundamente vinculado a una profesión como la publicidad, que es verdad que sufre un estigma, que arrastra esa cul- pa oscura como algo necesario, como el empresario, como el financiero, como la banca. Hemos sido es- tigmatizados. Yo creo que cuando eres estigmatiza- do hay un fondo de verdad, pero creo que se ha lle- gado a extremos ridículos y ofensivos. Precisamente el discurso en la Universidad Nebrija creo que tiene capacidad de conectar con el público porque todo lo que dije lo llevo dentro de mí desde hace muchos años. Lo que ha salido es lo que durante los últimos años de mi vida, no voy a decir que me ha atormen- tado, pero sí que me ha preocupado: yo tengo la obligación moral de encontrarle el beneficio lumi- noso, la luz, que la tiene, y la he encontrado y me siento satisfecho ahora de haberla encontrado. Ob- viamente no soy ajeno a las culpas de la publicidad, pero me gustaría encontrar el otro lado, porque creo que somos víctimas de un desequilibrio profundo. Somos víctimas del ataque constante que hace que finalmente “publicidad” sea sinónimo de “mentira”, cuando no lo es. Trato de buscar ese equilibrio y ese equilibrio me lleva hoy a enfatizar la parte luminosa y a olvidar la parte oscura, porque creo que la parte oscura pesa demasiado. Si un cliente supiese lo tremendamente eficaz que es darle confianza a un publicista, lo haría siempre Que te guste, que lo hagas relativamente bien, y que te apetezca ir a trabajar todos los días. Eso es lo que hay que conseguir. Lo contrario conduce a la medianía y la infelicidad Foto de Pablo Almansa 15 Nuestra Nebrija

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