Nuestra NEBRIJA 40 - Enero 2022

Estamos ante un humanista pleno: una persona dotada de una altísima capacidad de trabajo y de rendimiento intelectual aplicada a múltiples disciplinas 1 En la Bibliografía nebrisense (1999), de Esparza y Niederehe, para el perío- do 1481-1522 se recogen 188 entradas en las que se menciona a Nebrija como au- tor; muchas son reimpresiones, reediciones, adaptaciones, etc., lo que no obsta para que podamos proclamar su altísima productivi- dad académica. Se mencionan allí no menos de 450 re- gistros sobre nuestro personaje del año; esto permite corroborar que su persona, su figura y su obra estaban, ya en 1999, bien referen- ciados. Por su parte, Martín Baños en su Corpus nebrissense (en similares condiciones de re- impresiones, etc.) registra 160 textos nebri- senses, que son unos 50 si solo contamos ori- ginales. Se abordan ahí, por parte de Nebrija, temáticas tan variadas como las siguientes: gramática, ortografía, fonética y prosodia la- tinas y castellanas, diccionarios bilingües de ambas, antigüedad, educación y pedagogía, filología bíblica y sagradas escrituras, filoso- fía antigua, hebreo, himnos litúrgicos, histo- ria, medidas, pesos y números, poesía latina, retórica, vidas de santos o vocabulario jurí- dico. Estamos ante un humanista pleno: una persona dotada de una altísima capacidad de trabajo y de rendimiento intelectual aplicada a múltiples disciplinas; un humanista con- vencido y practicante. En La pasión de saber (2019), del mismo Martín Baños, cuento holgadamente unos 750 apuntamientos: los estudios sobre Ne- brija se han acrecentado notoriamente entre 1999 y 2019, y el proceso sigue abierto. Nebrija, pues, escribió mucho y sobre Ne- brija se ha escrito mucho. Nebrija, además, vivió mucho, tanto en el sentido de una vida larga (78 años), como en el de una vida rica, intensa, fecunda, fruc- tuosa, quizá plena (en viajes, experiencias, relaciones, amistades y su contrario, amores y odios, disgustos y alegrías, vivencias…). 2 ¿Por qué los párrafos precedentes? Para que el lector se haga una idea de la di- ficultad de ofrecer una pincelada gené- rica más o menos global de su vida y de su obra, o de su impronta y su legado. No qui- siera incurrir aquí en un enfoque panorámi- co de generalidades prácticamente vacías de información y mostrencas No quisiera volver a esbozar otra elemental biografía del lebrija- no, o apuntar ciertos rasgos de su formación o de su carácter, o insistir superficialmente en su poderío como latinista de primera, en su fuerza de humanista, o en su labor como pionero del hispanismo gramaticográfico y lexicográfico… y mucho menos en lo de «la lengua compañera del imperio». Y he preferido para esta ocasión centrar- me en un par de asuntos. 3 Nebrija conoció críticas y diatribas, en- comios y reconocimientos. Estos ya a lo largo de toda su vida y mucho después, hasta nuestros días: (i) las 56 páginas de elo- gio de Juan Bautista Muñoz (1796); (ii) la «Loa a Nebrija» (1922), la primera publica- ción de Lapesa; (iii) el trabajo de Fernández Sevilla «Un maestro preterido: Elio Antonio de Nebrija» (1974); no son sino tres mues- tras. Ha sido Nebrija profusamente home- najeado: a los cuatrocientos años de morir (Homenaje de Lebrija a su excelso hijo Elio Antonio de Nebrija en el IV centenario de su muerte 1922, Sevilla, 1926); en 1944 con ocasión del quinto centenario de su naci- miento (RFE, 1945); con fastos y por doquier en 1992, cuando el quinto centenario de la publicación de la Gramática castellana ; en México en 1997 por ese mismo motivo. Etc. Agravios e invectivas (al margen de las desafecciones que padeció poco menos que a diario de parte de sus colegas del claustro salmantino, motivadas en buena medida por su carácter irreductible) llegaron tan pronto como 1558 de la mano de un gramático, el Licenciado Villalón ( Gramatica castellana, Amberes), quien lo acusó –injustamente– de latinizar por completo la gramática castella- na y de no aplicarse debidamente a la lengua española: 13 Nuestra Nebrija

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