Nuestra NEBRIJA 45- Abril 2023

y, al hacerlo, por extensión, la comunitaria. Por ejem- plo, haciendo que en los menús de los colegios públicos por defecto se sirva la carne y el pescado con ensalada, pero el comensal puede pedir patatas fritas si quiere. En ambos casos se trata de intervenciones no coer- citivas. Sin embargo, la obligación de confinarse en el propio domicilio para prevenir la transmisión de una enfermedad es una medida salubrista, pero no un nud- ge clínico. Y lo mismo se aplica al internamiento invo- luntario en el caso de una persona enferma con idea- ción suicida. De aquí en adelante nos vamos a centrar principal- mente en los nudges salubristas. Un empujoncito por nuestro bien y el de los demás Los argumentos en contra del paternalismo liber- tario consideran que implantar estos pequeños em- pujones en el ámbito sanitario vulnera el principio de autonomía. Cabe preguntarse si en el contexto de la salud pública, donde el principio bioético de la autono- mía suele supeditarse a consideraciones normativas de orientación colectiva como la justicia, la equidad o la utilidad, esa crítica tiene el mismo peso. En salud pública, los nudges sirven como un medio suave de conducir a los ciudadanos sin tener que recu- rrir a medidas más drásticas y restrictivas de la libertad individual (por ejemplo, restricciones de movilidad). La reciente pandemia brinda algunos ejemplos que podrían considerarse nudges . Por ejemplo, casi en cualquier espacio cerrado (restaurantes, supermerca- dos…) podía encontrarse gel hidroalcohólico a la entra- da o en diversos puntos accesibles. También se consi- deran nudges los recordatorios para acudir a citas de vacunación o las campañas de vacunación con puntos móviles en las inmediaciones de muchas universidades a las que se podía acudir sin cita previa y, tras identi- ficarse, salir vacunado de la primera o segunda dosis. Otras acciones destinadas a evitar contagios sí com- prometían la libertad de las personas, no eran nudges salubristas. Es el caso de la obligatoriedad de uso de mascarilla en interiores y, en algunos momentos, inclu- so en el exterior. O la decisión de tomar la temperatura en la entrada a ciertos espacios, impidiendo el acceso a las personas con fiebre. O la obligación de hacerse una prueba PCR/antígenos para poder hacer viajes interna- cionales o entrar a determinados lugares. Por tanto, los nudges salubristas se convierten en una herramienta valiosa, para alcanzar objetivos de sa- lud pública sin comprometer la libertad individual de las personas. Solo en caso de que no sean efectivos tie- ne sentido seguir ascendiendo hacia políticas más res- trictivas. Mientras el uso de nudges cumpla el objetivo de salud pública que se persigue, parece razonable su empleo antes de acudir a otras medidas que coarten la libertad. A little nudge for our own good and that of others The arguments against libertarian paternalism consider that implementing these small nudges in the health field violates the principle of autonomy. It is worth asking whether in the context of public health, where the bioethical principle of autonomy is usually subordinated to collectively oriented normative considerations such as justice, equity or utility, this criticism has the same weight. In public health, nudges serve as a smooth means of driving citizens without having to resort to more drastic and restrictive measures of individual freedom (for example, mobility restrictions). The recent pandemic provides a few examples that could be considered nudges. For example, in almost any closed space (restaurants, supermarkets...) one could find hydroalcoholic gel at the entrance or at various accessible points. Reminders to go to vaccination appointments, or vaccination campaigns with mobile points in the vicinity of many universities where one could go without an appointment and, after identifying oneself, get vaccinated with the first or second dose, are also considered nudges. Other actions aimed at avoiding contagion did compromise people’s freedom, they were not health nudges. This is the case of the mandatory use of a mask indoors and, at times, even outdoors. Or the decision to take one’s temperature at the entrance to certain spaces, preventing access to people with a fever. Or the obligation to take a PCR/antigen test to be able to make international trips or enter certain places. Therefore, health nudges become a valuable tool to achieve public health objectives without compromising the individual freedom of people. Only if they are not effective does it make sense to continue moving towards more restrictive policies. As long as the use of nudges meets the public health objective pursued, their use seems reasonable before resorting to other measures that restrict freedom. ¿Es legítimo influir en las decisiones de las personas si se incrementa su bienestar? Is it right to influence people’s decisions if their well-being increases? 29 Nuestra Nebrija

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