Disponibilidad léxica: cuestiones metodológicas
A propósito de disponibilidad léxica de los estudiantes hispanos de Redwood City, CA
RESUMEN
Este articulo comenta los avances realizados por la investigación de Roberto Verdeses en el análisis de la disponibilidad léxica de los estudiantes hispanos de Redwood City. Se centra en la definición del concepto de "centros de interés" y en los problemas metodológicos que interesan la relación entre disponibilidad léxica y bilingüismo.
Palabras clave: Disponibilidad léxica, bilingüismo, Sociolingüística, Llingüística aplicada
ABSTRACT
This article discusses the progress made by the research of Robert Verdeses in the analysis of lexical availability of Hispanic students in Redwood City. It focuses on the definition of "centers of interest" and the methodological problems that concern the relationship between lexical availability and bilingualism
Keywords: Lexical availability, Bilingualism, Sociolinguistic, Applied Linguistics
El estudio de la disponibilidad léxica, iniciado en su concepción moderna durante los pasados años cincuenta (Gougenheim, Michéa, Rivenc y Sauvageot 1956), introducido en el mundo hispánico en los setenta (López Morales 1973; 1978; 1979) e impulsado de un modo decidido en los noventa (López Morales 1993), ha demostrado ser un campo fecundo para la reflexión teórica y metodológica, así como tener una aplicabilidad enormemente versátil. Su fecundidad, por otro lado, se ha visto abonada por la constitución de una red internacional de investigación que coordina los criterios y análisis de numerosos estudiosos de la disponibilidad léxica prácticamente en todos los países hispanohablantes (www.dispolex.es). El trabajo de Roberto Verdeses, alineado de un modo decidido con el proyecto internacional hispánico, coordinado por Humberto López Morales, contribuye a enriquecer el acervo común mediante el estudio de la disponibilidad en una comunidad bilingüe de los Estados Unidos de América donde la lengua española es instrumento de comunicación y seña de identidad de un porcentaje importante de la población.
Si bien el estudio de Verdeses no es el primero que tiene por objeto una comunidad bilingüe -ya lo había sido la ciudad de Valencia, en España (Gómez Molina y Gómez Devís 2004)- ni el primero que se realiza sobre una comunidad anglohablante -ya se había hecho en Moreno Fernández 2003 o en Sancho Sánchez 2006-, sí constituye, por sus fines y profundidad, el más destacado de los practicados sobre una comunidad estadounidense; y no será el último, sin duda,puestoque el desarrollo social del español en los Estados Unidos y su coexistencia con el inglés han de ser objeto de numerosos análisis desde el punto de vista de la adquisición, la enseñanza y la vida social.
Las conclusiones a las que llega Verdeses en su trabajo muestran la versatilidad habitual en los estudios del léxico disponible. Así, se comprueba que el español patrimonial de los hispanos californianos no acusa, en el léxico analizado, una mayor influencia del inglés que la apreciable en otras áreas hispánicas, sin que la riqueza léxica sea mucho menor ni la productividad tenga un comportamiento por áreas temáticas muy diferente del observado en otras comunidades hispánicas, lo que resulta relevante para el estudio geolingüístico del español. La sociolingüística del español se ve enriquecida con la comprobación de que son los factores «lengua habitual», «nivel de español», «lugar de nacimiento» y «generación de inmigrantes», específicos del contexto bilingüe, los que más incidencia tienen en la variabilidad del léxico disponible analizado, en detrimento de otros factores como el «sexo» o incluso «el nivel sociocultural». Esta conclusión pone claramente de relieve la importancia que la información sobre el léxico disponible puede tener en el ámbito educativo y específicamente en el estudio y desarrollo de la lengua española. El propio Verdeses llama la atención sobre las posibilidades que sus datos ofrecen para la planificación del proceso educativo en el plano léxico. Como consecuencia, la planificación de la materia «lengua española» en la enseñanza reglada estadounidense debe tener en cuenta que el aprendizaje y perfeccionamiento del español en los hispanos revela notables diferencias respecto del aprendizaje del léxico por parte de los estudiantes anglohablantes nativos y que, por lo tanto, debe continuarse y mejorarse la elaboración de contenidos y métodos adecuados a la enseñanza del español destinada a hablantes hispanos o «de herencia hispana» (Potowski 2005). Finalmente, el análisis de Verdeses constituye un paso adelante en el conocimiento de la situación del español en los Estados Unidos, incluido el plano etnolingüístico, y sería deseable en el futuro poder realizar comparaciones entre materiales como estos y los que puedan allegarse en otras comunidades bilingües norteamericanas.
Pero, más allá de las conclusiones concretas del artículo de referencia, en él se reflejan algunas cuestiones metodológicas que tienen un alcance general y que han sido y seguirán siendo objeto de debate entre los especialistas de la disponibilidad léxica. Una de ellas se refiere al concepto «centro de interés», en su dimensión teórica y metodológica; otra está relacionada con el estudio del léxico disponible en contextos de bilingüismo, lo que también remite a los ámbitos de la teoría y de la metodología de investigación. Ambos asuntos podrían recibir un tratamiento mucho más detenido del que aquí se practicará, pero no por ello dejaremos de comentar algunos aspectos que consideramos esenciales.
Centros de interés
A propósito del concepto de «centro de interés», es preciso recordar que muchos de los trabajos dedicados al estudio del léxico disponible ya ponen en evidencia sus problemas y debilidades (Hernández y Borrego 2002; Sánchez-Saus 2011). Entre ellos destaca el hecho de que los centros manejados conducen al registro masivo de sustantivos, pero no de vocablos de otras categorías con contenido léxico, como verbos o adverbios (Galisson 1979; 1983). Otro problema muy comentado es el de la idoneidad y heterogeneidad de los centros de interés utilizados en la investigación (Sánchez-Saus 2011) y, consecuentemente, del número de centros manejado (Galloso 2004: 26 y ss.). El proyecto panhispánico utiliza 16 centros (así lo hace Verdeses), que corresponden a la propuesta hecha por Gougenheim, Michéa, Rivenc y Sauvageot en 1964. Esta decisión metodológica ofrece la clara ventaja de servir de criterio único para una multiplicidad de equipos, por lo que la homogeneidad del método compensa sobradamente las dificultades derivadas de su justificación. En este caso resultaría idónea la máxima de Lord Mansfield, político escocés del siglo XVIII, quien le aconsejó a un juez: «Decide sin demora, pero nunca des razones. Tus decisiones pueden ser las correctas, pero tus razones siempre podrán ser erróneas» (Bloor 2003: 201).
El problema, desde nuestro punto de vista, no es este, sino más bien la multiplicidad de objetivos y derivaciones teóricas que han tenido los materiales reunidos para el estudio de la disponibilidad. En este sentido, los centros seleccionados no siempre resultan igualmente adecuados. Entre los fines de estos análisis léxicos, podemos identificar varios en los que la selección de los centros es decisiva: pongamos por ejemplo, el estudio de la arquitectura y almacenamiento del lexicón mental, del acceso al léxico, de su adquisición o de la variación léxica. Como vemos, se está haciendo referencia fundamentalmente a conceptos de naturaleza psicolingüística y semántica. Las relaciones que establecen entre sí los elementos léxicos y el acceso a ellos, si ya son campos abonados para la disparidad de criterios (Hernández 2005; 2006), no pueden entenderse manejando exclusivamente sustantivos referidos a unos pocos ámbitos temáticos; es más, la representación que de esas relaciones se hace en forma de «grafos» (Echevarría, Vargas, Urzúa, Ferreira 2008) puede resultar engañosa, interpretada como una arquitectura «global» de redes semánticas. Por otro lado, la adquisición del léxico implica la identificación de categorías de percepción del discurso y de secuencias de vocablos concretos, con sus respectivas probabilidades de aparición en el discurso (Ellis 2011: 48; Hernández, Izura y Ellis 2006), pero tal proceso de adquisición no es realmente posible si se trabaja con palabras aisladas de unas pocas áreas temáticas. Asimismo, la variación léxica no puede describirse en función de un acceso descontextualizado, como el que se produce al aplicar las pruebas de disponibilidad, porque ya Tarone (1996) explicó que son el contexto social y las necesidades de interacción los que provocan que un hablante recupere una forma en lugar de otra, teniendo en cuenta que la variación social conduce a la variación de la atención y esta, a la variación en los usos del hablante. Sabemos, pues, que hay terrenos donde las técnicas aplicadas para el estudio de la disponibilidad léxica encuentran limitaciones prácticamente insalvables y el de la adquisición es uno de ellos.
En otros casos, los centros de interés seleccionados por los analistas de la disponibilidad no son tan decisivos, en cuanto a su número y referencia, porque no afectan a la verosimilitud y fiabilidad de las argumentaciones, aunque sí a la posible parcialidad de la información proporcionada. Así, desde los puntos de vista sociolingüístico y etnolingüístico, las conclusiones a las que se llega con ellos podrían ser incompletas, pero no han de ser inciertas. William Mackey (1971), que manifestó su interés por las peculiaridades culturales observables a través del léxico, también se refirió a la relatividad de los centros o estímulos utilizados en las investigaciones, dado que los resultados dependerían en gran medida de los factores culturales que se tuvieran en cuenta, así como del nivel social o edad de los hablantes. Hablamos en estos casos de parcialidad o relativismo, pero no de inconsistencias de base.
Finalmente, existen otros fines para los que los estudios de disponibilidad muestran una amplia validez. Son los relacionados con la enseñanza de la lengua (distinguimos entre «enseñanza» y «adquisición») y con la elaboración de instrumentos relacionados con ella. Este fue el germen de las propuesta hecha a mediados del siglo pasado, orientada a la elaboración de un repertorio léxico o diccionario del francés fundamental (le français fondamental), donde fondamental es en cierta medida equivalente a lo que en la investigación anglosajona se califica como basic (basic English) (Ogden 1940). La intención era crear un diccionario de francés fundamental acompañado de una gramática básica destinada a la enseñanza del francés, especialmente a extranjeros. De ahí la necesidad de seleccionar un léxico no solo frecuente, sino de uso condicionado a unos dominios o ámbitos temáticos. Para clasificar a estos dominios se utilizó el concepto «centro de interés» (centre d'intérêt), habitual en la pedagogía francesa desde mediados del siglo XIX para referirse a entornos cuyo adecuado conocimiento y designación debía estar garantizado por la escuela. El sentido pedagógico que tenía la denominación original se ha ido perdiendo conforme los estudios de disponibilidad han ido persiguiendo otros fines; de ahí que en la bibliografía en español, en general respetuosa con la etiqueta original, se utilicen alternativas como «temas del discurso», «temas predilectos», «dominios de experiencia», «áreas temáticas», «estímulos verbales», «campos asociativos» o «situaciones comunicativas», entre otras.
En afinidad con la concepción inicial del estudio de la disponibilidad, el proyecto panhispánico también tiene como fin último la confección de un repertorio léxico, aunque en este caso no se trate de un léxico fundamental o básico dirigido a la enseñanza a extranjeros, sino del léxico disponible de los hispanohablantes al final de sus estudios medios, con todas las aplicaciones pedagógicas que de ello puedan derivarse, más allá de su valor léxico-estadístico de índole dialectal o sociolingüística. En tal caso, los centro seleccionados bien podrían ser diferentes en número y contenido, pero los que se manejan son decididamente útiles. Para investigaciones futuras quedará su revisión y actualización.
Disponibilidad y bilingüismo
La segunda cuestión de fondo que puede ser objeto de debate a propósito de la investigación de Roberto Verdeses es la relacionada con el estudio del léxico disponible en contextos de bilingüismo. Es evidente que, en los planos etnolingüístico, antropológico y sociolingüístico, el estudio del léxico de las comunidades bilingües reporta muy sustanciosos materiales y conclusiones. Estos claros dividendos, sin embargo, no ocultan las dificultades metodológicas que el propio contexto bilingüe ofrece, en este caso el contexto en que se mueven los hablantes hispanos en los Estados Unidos. La metodología habitual en los estudios de disponibilidad revela dificultades en la selección de los informantes y en la interpretación de sus respuestas léxicas a los estímulos verbales catalogados como centros e interés. De inicio, la selección de informantes hispanos bilingües ha de recurrir a variables que no aparecen en las comunidades nativas. Ya se han apuntado: «lengua habitual» y «nivel de español». Ocurre, sin embargo, que -de hecho- ninguna de las dos son verificables por el investigador. La lengua habitual se determina mediante tres opciones (uno de los dos idiomas o los dos), pero en realidad se trata de hábitos que responden a factores comunicativos y contextuales de difícil simplificación. Además, la información sobre este factor refleja el juicio o la impresión del informante -recogida mediante formulario o cuestionario-, no un dato comprobado por el analista.
En cuanto al nivel de español, la práctica aconseja seguir la distribución en niveles hecha por cada escuela de nuestros jóvenes informantes, como suele hacerse en los Estados Unidos para la materia «lengua española» que se ofrece a estudiantes de origen hispano en las high schools o los colleges, pero, dada la diversidad de perfiles sociolingüísticos que existe en situaciones de inmigración, no es infrecuente que haya alumnos «mal clasificados», como también ocurre en los cursos de cualquier lengua extranjera. Si un estudiante tiene un nivel de español muy desacorde con el del resto de sus compañeros de aula, será fácilmente detectable y descartable para el análisis, pero no siempre está tan claro y al investigador le asalta la duda sobre el grado de «normalidad» del léxico apuntado por ciertos informantes. El acceso al nivel de competencia del hablante es más que complicado cuando se trabaja con grupos numerosos de informantes. El rigor exigiría aplicar a todos los informantes una prueba de nivel estandarizada, pero ni siquiera así conoceríamos con seguridad dónde comienza cada nivel de competencia y dónde la incidencia de factores sociolingüísticos y psicolingüísticos, con reflejo en la conducta lingüística, que responden a perfiles e historias de vida personales.
Las situaciones de bilingüismo no solo plantean dudas en relación con el nivel de dominio de la lengua de los informantes, sino también sobre la forma en que sobre ellos actúan los estímulos que proponen los centros de interés de la investigación. ¿Estamos seguros de que el estímulo que reciben todos los inmigrantes hispanos de segunda generación cuando se les proponen los centros «cocina» o «profesiones y oficios» es equivalente? Probablemente su estilo de vida, aun siendo alumnos de una misma aula, pueda ser muy diferente, simplemente por la intensidad del contacto, suyo y de su familia, con la comunidad de procedencia. Lo mismo podría decirse de otros ámbitos temáticos. Digamos, pues, que el nivel de heterogeneidad cultural, socioeconómica y lingüística que se haya entre los informantes de entornos bilingües en contextos migratorios es potencialmente mayor que el que se encuentra en las comunidades monolingües nativas.
Pero, aparte de los comentados, hay otros factores que contribuyen a la heterogeneidad a la que acabo de referirme, factores que normalmente cabe controlar en calidad de variables de post-estratificación. Se trata del «lugar de nacimiento», de obvia trascendencia idiomática, y, en el caso de los Estados Unidos, de la «generación de inmigrantes» a la que pertenecen los hablantes, que, en California, por ejemplo, fácilmente pueden ser tres. ¿Cómo manipular esta heterogeneidad con la mirada puesta en posteriores estudios comparativos interhispánicos? ¿cómo interpretar las respuestas a los estímulos temáticos de todos los informantes haciendo tabla rasa de su diversidad étnica, social y lingüística? Las incertidumbres en la aplicación del método son muchas y no es fácil hallar soluciones, más que el recurso a la meticulosidad selectiva, la cautela interpretativa y el conocimiento cercano de la comunidad investigada. Los problemas que plantean otros aspectos, como el de saber si una palabra ha sido escrita en inglés o en español (p.e. cancer sin acento), son detalles menores que se solventan con el seguimiento de criterios uniformes.
Conclusión
No descubrimos nada al afirmar que el estudio de la disponibilidad léxica aún plantea cuestiones teóricas de importante calado y dificultades metodológicas que han de salvarse adecuadamente en cada caso. El estudio del léxico disponible en las comunidades bilingües de los Estados Unidos no puede ser menos a este respecto. En cualquier caso, es innegable que el conjunto del material que se está reuniendo podrá servir como guía no solo para fijar los objetivos de enseñanza del léxico español a los propios hispanos, especialmente a aquellos en los que esta lengua experimenta deterioro, sino también para fijar los contenidos léxicos en la enseñanza de español a los anglohablantes estadounidenses. Finalmente, investigaciones como la de Verdeses permitirán ir obteniendo una información muy valiosa sobre el léxico del español en los Estados Unidos y reunir materiales aprovechables para su enseñanza, tanto por áreas geográficas específicas como en el conjunto de este territorio americano.
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