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N
pendencia por las deudas de los
medios.
No solo ha dejado en paro a
miles de profesionales y ha ins-
talado en la precariedad a gran
parte de la profesión, sino que
ha afectado a la raíz del Perio-
dismo.
Pero, esto no quiere decir que
el Periodismo esté en crisis.
Lo está el modelo de negocio,
aunque, despacio, se va ha-
ciendo camino al andar. Y han
surgido fórmulas híbridas que
sostienen importantes medios
de comunicación nativos de
Internet. Han nacido nuevos
soportes. En la actualidad son
masivos, instantáneos y acce-
sibles, por cualquiera y desde
cualquier lugar.
La demanda de información es
cada día mayor. Nunca ha exis-
tido tanto interés por la noticia.
Nos llega por múltiples vías,
cada vez más sofisticadas y
accesibles. La demanda de in-
formación es tan intensa como
la velocidad a la que se ofrece.
Por eso se requiere un plus de
formación para mantener los
estándares de calidad: investi-
gación, rigor, criterio y ética.
La formación es esencial. En to-
dos los órdenes, en conocimien-
tos y, especialmente, en ética.
Porque es preciso tomar deci-
siones a tiempo real. Y la capa-
cidad de difusión de los medios
y su impacto en la sociedad exi-
gen una gran responsabilidad.
El aprendizaje se inicia en la
Universidad, antes de entrar en
una redacción. La Universidad
sienta los pilares del futuro pro-
fesional que se moldea con la
experiencia.
En una jornada de la FAPE, Ja-
vier Darío Restrepo, profesor
de la Fundación Nuevo Pe-
riodismo Iberoamericano –la
Fundación del periodista y No-
bel de literatura, Gabriel García
Márquez– señaló que los estu-
diantes de Periodismo tienen
que salir de la universidad con
la suficiente formación ética
como para enfrentarse en so-
litario a los hechos.
Ahora, más que nunca, los pe-
riodistas precisan adoptar de-
cisiones con rapidez, la infor-
mación se ofrece en directo, sin
tiempo apenas para la reflexión.
Con el riesgo de anteponer la
velocidad al rigor. Apenas existe
perspectiva para analizar, para
encuadrar la información, aun-
que sea someramente, recopilar
datos, efec-
tos, etcétera.
Y, sin olvidar,
la tentación
de transmitir
alguna noti-
cia de las que
circulan a rau-
dales por esas
autopistas de
la información
que son las
redes socia-
les, acosados
por el medio o
por el ansia de
la primicia.
Ahora, la ciudadanía exige la
información de forma casi si-
multánea a los hechos. Y quiere
recibirla por los cauces que le
permite la tecnología: el móvil, la
tableta o el reloj...
De manera que, a veces, la veloci-
dad se impone a la confirmación.
Y el periodista debe seleccionar
con criterio, analizar, contextu-
liazar, contrastar fuentes, y con-
tarlo bien.
Es una auténtica carrera con-
trarreloj en la que no podemos
apearnos de nuestro código
ético.
De ahí que el profesional deba
formarse en conocimientos y
dosis de conciencia.
El Periodismo merece y preci-
sa un aprendizaje universitario
específico, diferenciado, que se
completará con una tutela en las
redacciones, ahora más escasa
que nunca de periodistas sénior.
La formación ética en la faculta-
des ayudan a enjuiciar con rapi-
dez los hechos, conscientes de
las consecuencias de nuestras
decisiones. La capacidad de di-
fusión de los
medios y su
impacto en la
sociedad exi-
gen una gran
responsabili-
dad.
Se
necesi-
tan también
p e r i o d i s t a s
formados en
áreas
con-
cretas ante la
f r a gme n t a -
ción del pú-
blico, del des-
tinatario
de
la información. Es necesaria la
especialización del informador
para hacer frente a nuevas ten-
dencias y formatos.
Como señala el lema de la FAPE,
'sin periodistas no hay Periodis-
mo. Y sin Periodismo no hay de-
mocracia'.
"Es
necesaria la
especialización
del informador
para hacer
frente a
nuevas
tendencias y
formatos".