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Nosotros debemos situar las
exigencias de calidad académi-
ca y de brillantez intelectual en
el centro de la reflexión univer-
sitaria para compartir y acordar
los diferentes grados de auto
exigencia y de exigencia recipro-
ca en los debates internos sobre
nuestra metodología docente y
nuestra calidad investigadora.
La Universidad Nebrija siempre
defendió que los dos criterios
básicos para admitir a los can-
didatos a estudiar con noso-
tros son, y eran desde
nuestra creación, su
capacidad para repre-
sentarnos dignamente
cuando se convirtie-
ran en nuestros gra-
duados tras los años
de formación y que
su preparación aca-
démica fuera suficien-
te para seguir el duro ritmo de
aprendizaje al que se verían ex-
puestos en nuestras aulas por la
exigencia del proceso educativo.
Sabemos que el profesor exi-
gente diseña con precisión sus
cursos o asignaturas, enseña
con entusiasmo y mantiene el
control de su grupo de alumnos,
fomenta el aprendizaje activo
con trabajos de clase o presen-
taciones provechosas, cumple
los objetivos del curso con altas
expectativas de sus alumnos,
los cuales suelen estar más sa-
tisfechos porque se esfuerzan
más y aprenden mejor. El de-
sarrollo del vector central para
elevar los niveles de exigencia
le corresponde a todos y a cada
uno de los profesores.
Los resultados de la exigencia
son evidentes para quienes va-
loran el desarrollo personal y
profesional de los estudiantes.
Aumenta su responsabilidad,
su autonomía, su adaptabilidad
y su capacidad de planificación
del trabajo. Mejora la habilidad
para entender y expresar con-
ceptos complejos, para iden-
tificar los conocimientos fun-
damentales y para aumentar
o reducir, en su justo grado, la
información necesaria en esta
época de “superabundancia” de
información en todos los entor-
nos universitarios.
Los procesos de aumento de
la exigencia mejoran las capa-
cidades de todo el grupo, pues
actúan sobre las capacidades
de relación de los mejores
sobre sus compañeros, para
destacar sobre los demás en
algunos aspectos teóricos y
en las exigencias prácticas
complementarias, loque les lleva
a todos a ser más competitivos,
en el sentido de tirar hacia
arriba de los niveles
de trabajo académico
o profesional de sus
compañeros.
Un buen profesor sabe
que lo realmente difícil
y estimulante es des-
pertar todo el poten-
cial del estudiante, y
esto sólo se hace desde la auto
exigencia interior, aprendiendo a
conocerle y a quererle. Conclu-
yamos nuestro paseo: el rigor
académico y la exigencia conti-
nua o creciente son la clave del
éxito de los estudiantes y de los
profesores, todos unidos por las
obligaciones y por el esfuerzo de
desarrollar una auténtica y exi-
gente Comunidad Universitaria.
"Llevar la exigencia académica
a su máximo grado es la
obligación y la voluntad de
todos nuestros profesores".